Javier García: "Hay una burbuja de expectativas irracionales sobre emprender"

Nacido en Avilés en 1977, es licenciado en Economía y fundador del ‘think tank’ en internet sintetia.com y del Instituto CIES.Colabora en proyectos de estrategia.

Javier García.
Javier García.
Oliver Duch

Ha escrito con Enrique González, su socio, la obra ‘La burbuja emprendedora’. ¿Cree que se ha formado en España?

Existe una burbuja de expectativas. Expectativas irracionales sobre lo que significa emprender. Llevamos años, sobre todo desde la explosión de la gran crisis de 2008, con la idea de que emprender es la solución a todos nuestros males. Esto ha llevado a crear toda una narrativa que, consideramos, se puede volver en nuestra contra. Una narrativa que nos dice que la idea es lo importante, que la tecnología lo es todo, que en el show de los eventos es donde se crean los negocios, que "levantar", es decir, conseguir, dinero de inversores, es el indicador clave del éxito.

¿Y no es así?

La realidad es mucho más compleja. De ahí que se haya creado una burbuja. Emprender es sacrificio, es trabajo duro, implica tener cicatrices (experiencia, formación, buena red de contactos, capacidades difíciles de adquirir en una facultad o centro de estudios); es una actividad de alto riesgo ya que 8 de cada 10 van a fracasar y cerrar antes de 3 años. Una idea no es nada sin una buena ejecución. Una tecnología no es suficiente si no resuelve un problema. Un equipo no lo es todo si no hay un inversor principal, del que poco se habla, que es el cliente.

¿Qué es necesario entonces?

Emprender requiere experimentar, probar, tener una afilada capacidad de aprendizaje, agilidad para llegar cuanto antes a obtener esa venta a clientes. Emprender implica diferencia, y vivimos en un mundo demasiado complejo para diferenciarse. Emprender es apasionante, implica valentía, es la esencia de una economía sana, robusta, de futuro. Pero no es gratis, no es fácil, no es predecible.

¿Y hay peligro de que pinche?

El mayor peligro de que pinche es un retroceso como país. Nos ha costado mucho cambiar nuestro ADN cultural y aceptar que emprender es una opción. Hay programas magníficos donde hemos llevado la opción de emprender en las escuelas, en los institutos, en las facultades, incluso en las grandes empresas. Si pincha la burbuja, si tras cerrar los negocios los emprendedores pierden su patrimonio, y el de sus familiares; si los inversores, a veces poco profesionalizados y asesorados, ven perder sus oportunidades; si colocamos en la retina de las personas que emprender era una opción efímera y de alto riesgo, perderemos una gran oportunidad como sociedad y como país. Emprender es algo necesario, relevante, importante, pero es un trabajo de fondo muy duro y, muchas veces, poco reconocido. Hay que eliminar la imagen de que las empresas se deben crear para venderlas, sin pensar en crear negocios sostenibles; que solo las tecnológicas son rentables, cuando los datos muestran una fuerte potencia en industria, salud, medio ambiente y que puede emprender cualquiera, cuando está demostrado que emprender por necesidad aumenta fuertemente la probabilidad de fracaso.

¿Señalaría a culpables?

El mayor culpable es la desesperación. Cuando no encuentras alternativas laborales, sobre todo de personas jóvenes y altamente formadas, cuando llegan narrativas de lo que otros están consiguiendo ahí fuera. De jóvenes en rondas de financiación millonarias, ricos antes de los 40, tecnologías que cambian el mundo que salen de un garaje… Y, sobre todo, cuando te dicen que fracasar es un peaje necesario, que es algo necesario, que tú puedes, que lo importante es quererlo, estar fuera de la zona de confort… y demás mensajes enlatados, pero que allanan la complejidad de crear negocios sostenibles.

Con la mejora de la economía, ¿se perderán las vocaciones?

Ya está pasando. Hay muchas empresas que se las puede llamar zombies. Los fundadores aguantan, malviven con sueldos a veces por debajo del salario mínimo. Dado su talento, empiezan a surgir nuevas oportunidades laborales y abandonan sus ‘start ups’. Lógico. Lo bueno es que esa experiencia de trinchera es realmente muy buena, es todo un MBA de realidad. Y ha activado un virus emprendedor que es realmente útil en cualquier organización. Si has llegado hasta ese momento, has sufrido el entrenamiento de una ‘startup’, y no te has arruinado, el mercado laboral te lo devolverá, y creo que con creces.

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