Por
  • Luis H. Menéndez

Coches eléctricos

El mercado europeo de vehículos con carga eléctrica sigue siendo extremadamente irregular.
Coche eléctrico.
PEXELS

Fue siempre una pregunta recurrente en actos con directivos de Opel y de General Motors, la firma estadounidense que vendió la marca alemana a la francesa PSA el año pasado. ¿Podrá participar la planta de Zaragoza en el coche eléctrico? "¿Por qué no?" era la respuesta habitual, sin más comentarios más allá de las referencias de GM al Chevrolet Bolt o, en Europa, a un Opel Ampera que nunca triunfó pero cuyo lanzamiento tampoco fue considerado un fracaso. Mary Barra, la consejera delegada del gigante automovilístico de Detroit, y los presidentes de Opel hablaban en esos términos en los salones internacionales del automóvil una y otra vez.

En noviembre pasado, en la celebración en la rotativa de Heraldo de los 35 años de producción en la factoría de Figueruelas, sin embargo, el director general de Opel España, Antonio Cobo, dijo algo más. El coche eléctrico, declaró ante esa pregunta habitual, "puede llegar antes de lo que pensamos". Dos días después, el consejero delegado de Opel, Michael Lohscheller, adelantó que el vehículo más emblemático de la fábrica zaragozana, el Corsa, tendría una versión eléctrica desde 2020. Ese era uno de los anuncios incluidos en la presentación del plan ‘PACE!’ con el que PSA quiere conseguir que Opel ponga fin a casi 20 ejercicios de pérdidas dentro de dos años. Un plan marcado por el deseo de que la marca del rayo sea más eléctrica por un lado y competitiva por otro, con un ahorro de costes que se hará notar en todas las plantas del grupo, incluida, por supuesto, la de Figueruelas.

Firmado hace unas semanas tras una complicada negociación el convenio colectivo de Opel España para los próximos cinco años, Lohscheller comunicó a la prensa en Madrid que el nuevo Corsa se hará en exclusiva en Zaragoza desde noviembre de 2019 y su versión eléctrica desde 2020. Un anuncio oficial en toda regla que además de garantizar la continuidad de la primera empresa que tira del carro de la economía aragonesa a unos años vista, abre un nuevo escenario de futuro más tecnológico con la producción en serie de un coche a baterías. El hecho de que por la línea 2 de la factoría aragonesa fluyan las diferentes versiones del Corsa, de gasolina o eléctrico según la demanda, pone de manifiesto que la decisión está bien pensada para no perder dinero más allá de lo razonable, una acción ajustada a la filosofía de gestión de Carlos Tavares, presidente de PSA.

La fabricación de la versión eléctrica del ‘best seller’ de la planta de Figueruelas coloca a Aragón ante una excelente oportunidad para posicionarse en el campo de la automoción con baterías. Lo hace, además, en un momento en el que se constata que estamos en la antesala de una nueva era en el automóvil, en un escenario en el que la cultura de lo eléctrico –con más infraestructuras y consumidores más preparados para lo que viene– empieza a cuajar más, sobre todo en Europa como continente (en Estados Unidos, salvo casos aislados, se seguirá apostando por el motor de combustión mientras tengan la gasolina barata).

Dicen algunos que el que llega primero puede golpear dos veces. Otros piensan que tan malo es llegar (demasiado) pronto como tarde. Miguel Sebastián hizo del coche eléctrico su plan estrella como ministro de Industria, declarando en su día que circularían 250.000 vehículos de este tipo por nuestras ciudades y carreteras en 2014. Pero a finales de 2015 en España apenas se habían vendido 1.641. En 2017 se matricularon un total de 13.021 vehículos eléctricos.

Un informe del grupo suizo UBSapunta que el coche eléctrico alcanzará en 2025 una cuota de mercado del 30% (en el mundo prevé que sea del 14%). Un futuro muy cercano que debe hacernos pensar en la cantidad de oportunidades que se abren a quienes trabajan en el sector de automoción, muchos de ellos en Aragón. Dirigentes de la DGA y los sindicatos han insistido en destacar esta realidad en las últimas semanas. Ahora hay que actuar. No hay tiempo que perder.