Crecimiento y bienestar

Con casi medio millón más de personas trabajando, 2017 fue el cuarto año consecutivo en el que la economía española creó empleo de manera destacada. No perder el ritmo del crecimiento debe ser el objetivo fundamental, pero la política económica tiene que abordar también soluciones para las lagunas de ese crecimiento, para los problemas sociales y para las amenazas que se ciernen sobre el futuro.

En los últimos cuatro años se han generado en España 1.800.000 puestos de trabajo, de manera que a finales de 2017 el número de personas trabajando rozaba los 19.000.000. Entre tanto, la tasa de paro se ha reducido al 16,5%, diez puntos por debajo del máximo alcanzado en el apogeo de la crisis. Esta evolución, junto a la del incremento del PIB, debería proporcionar la base para que la sociedad española recupere la confianza en el potencial de la economía para generar prosperidad y bienestar para todos. Pero para ello se hace necesaria una política económica activa, que busque corregir los desequilibrios que se manifiestan. La precariedad laboral, la insuficiencia de muchos salarios o la pobreza y la desigualdad enquistadas son problemas para los que los ciudadanos demandan respuestas. Lo mismo que el déficit de la Seguridad Social o la parquedad de las inversiones en obras públicas o en investigación. Algunas de estas cuestiones deben abordarse en el marco de un diálogo social que tiene que recuperar peso y trascendencia. Otras requieren reformas realistas y bien calibradas, que modernicen la estructura económica, para las que es necesaria la negociación entre las fuerzas políticas. Asentar un progreso económico a largo plazo que beneficie a todos los españoles es hoy una tarea posible y necesaria.