Ponga un 'millennial' en su empresa

La generación de los nacidos entre 1980 y 2000 es la primera nativa digital, necesaria para el cambio en las empresas y que emprende en muchos casos porque no encuentra un empleo tras años de crisis.

Paula Tejero, con su portátil.
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Después de la generación de los ‘baby boomers’, personas nacidas desde la Segunda Guerra Mundial hasta la primera mitad de los años sesenta y de la generación X, formada por las que lo hicieron hasta el final de los setenta, llegan los ‘millennials’. Los nacidos en los años ochenta y noventa, hasta el cambio de milenio, se han convertido en el colectivo más joven en llegar al mercado laboral. Un grupo que aterriza en las compañías en plena transición digital y que está muy familiarizado con las aplicaciones y nuevos canales de comunicación a los que tratan de adaptarse los negocios hoy en día. Son los que no conciben el mundo sin internet ni móvil y las redes sociales forman parte de su modo de relacionarse. Entre los tópicos que rodean a estos jóvenes, los más negativos les acusan de ser individualistas, egocéntricos, desmotivados pero también innovadores, buenos en el trabajo en equipo y con facilidad para adaptarse a los cambios. Están muy formados, pero eso no les asegura un puesto estable en una sociedad todavía atenazada por los años de crisis. En muchos casos se convierten en emprendedores para crear su propio empleo. Los expertos afirman que están llamados a liderar el cambio en las organizaciones.

Como en todos los casos en los que se trata de etiquetar a un colectivo, resulta difícil porque no es homogéneo y así se pone de manifiesto en uno de los últimos libros que analizan a estos "jóvenes adultos", ‘Millennials. La generación emprendedora’, que presentó recientemente en Zaragoza la Fundación Telefónica con uno de sus autores, José María Álvarez Monzoncillo. "Son el futuro", afirma, destacando que poseen una mayor experiencia internacional, mejor nivel de inglés y "perspectiva global". Así, "son más rápidos a la hora de ver los cambios y amenazas en el ámbito digital". Plantea que no se trata de sustituir a una generación por otra, sino de de darles entrada como un soplo de "aire fresco".

Entre las diferencias con las generaciones anteriores figura que son "los primeros nativos digitales", aunque esta ventaja "contrasta con las condiciones adversas de incorporación al mundo del trabajo", explica María Cuesta, técnico de investigación del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) en el capítulo ‘Radiografía social de los jóvenes adultos’ del citado libro. Son la generación de las redes sociales. "No es que usen las nuevas tecnologías de manera natural, es que las tienen completamente integradas en su vida cotidiana, en su ADN cultural y social", indica en la obra. El 93% se conecta todos los días a internet. Cuanto más jóvenes, más uso de las redes sociales, donde tienen una media de 227 contactos. El teléfono es su principal dispositivo.

Su familiaridad con la tecnología puede convertirse en un atractivo para las compañías que ansían entrar en la era digital. Muchas empresas han puesto la vista en ellos para fidelizarlos como clientes, algo nada fácil. Como consumidores se les describe como "obsesionados por el culto a la tecnología y a la rapidez, poco leales con las marcas y siempre dispuestos a adquirir las últimas novedades". La autora considera que esto es común a otras generaciones de jóvenes.

Otro de sus puntos fuertes es su experiencia en el extranjero, están más acostumbrados a viajar que la generación anterior, bien por turismo o para buscar trabajo, lo que "les da un punto de vista distinto de la realidad, más rico, más diverso, una de cuyas principales ventajas será su contribución a la innovación y el desarrollo en todos los campos", apunta Lorenzo Navarrete, profesor titular de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, en el capítulo del libro sobre ‘El mercado laboral y las nuevas reglas del trabajo para la nueva generación’. Destaca que pese a ser la generación más formada, más cosmopolita e innovadora, se ve frenada por el contexto de "empleo precario y desempleo de larga duración". De ahí que también aparezca como "la más dispuesta a emprender que ha tenido España", explica. Según cifras del Observatorio del emprendimiento, el 26,8% tiene o planifica emprender en los próximos cinco años. Y no solo por necesidad sino porque valora cuestiones como tener algo propio, no tener jefe y aportar algo a la sociedad.

Álvarez Monzoncillo ve entre los retos de las empresas atraer y retener a estos jóvenes, más dispuestos a cambiar de empresa que sus mayores. En el libro se propone a las empresas que proporcionen carreras profesionales, creen apego hacia la organización con una verdadera cultura del trabajo en equipo y del aprendizaje práctico que demanda este colectivo, con formación continua, que midan su rendimiento y fijen "recompensas". "Suponen una oportunidad para acelerar la transformación de las empresas", apunta Alberto González en el capítulo sobre la adaptación del colectivo a las empresas.

Como en otros casos, no se trata de un colectivo homogéneo ya que habría una "brecha" entre la juventud muy formada y los ‘ni nis’ (ni estudian ni trabajan). En el primer grupo, el profesor cree que mejorará su situación laboral con salarios más altos, mucho trabajo a distancia y movilidad internacional. Para los demás, en el mercado actual la tendencia es a que los suelos crezcan "muy poco a poco" y prime la flexibilidad y la disponibilidad horaria al servicio de las empresas.

Las preocupaciones de los jóvenes ‘millennials’ en el ámbito laboral coinciden en parte con otras generaciones, como la estabilidad, las posibilidades de conciliación de la vida laboral y familiar y un buen salario. Junto a ellas, dan más importancia que sus mayores a la "flexibilidad de horarios, que el empleo no exija muchas horas de trabajo, que tenga un componente de reto profesional y que tenga posibilidades de ascenso", y no le dan tanta importancia a la cercanía al hogar, según la obra ‘Millennials. La generación emprendedora’, coordinada por José María Álvarez Monzoncillo y Guillermo del Haro.

En las empresas se les acusa a veces de falta de compromiso, que en el libro se justifica, en parte, porque conviven con la incertidumbre de saber que el trabajo para toda la vida que tuvieron sus progenitores no existe.

Sufren el mayor porcentaje de temporalidad, movilidad geográfica, empleo parcial involuntario y tasa de paro de larga duración. Se caracterizan también por tener los salarios más bajos ya que los jóvenes de entre 24 y 35 años ganan de media mensual 434 euros menos que la media de los asalariados.

"Esta incertidumbre requerirá el desarrollo de estrategias permanentes de búsqueda de empleo y promoción", se indica en el capítulo que analiza "las nuevas reglas del trabajo para la nueva generación". En este contexto, quienes sean más competitivos buscarán nuevas oportunidades antes de finalizar su empleo actual. Algo que puede ser interpretado como "bajo compromiso" con el trabajo. Según un estudio de Deloitte de 2016, "dos de cada tres ‘millennials’ piensan dejar su actual empleo los próximos cinco años". En la obra se indica que las estructuras sociales en las que les ha tocado moverse a los ‘millennials’ les dejan pocas opciones distintas a la "búsqueda permanente de alternativas y oportunidades".

Esta mayor inestabilidad en el empleo retrasa su emancipación. Casi la mitad viven con sus padres (más hombres); el 34%, en pareja (más mujeres) y solo un 8% vive solo. La edad media de emancipación se sitúa en los 30 años para los hombres y 28 en las mujeres. El 35% tiene formación superior, un 41% en el caso de las mujeres.

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