Juan José Almagro: "En un futuro, las empresas serán responsables o no serán empresas"

Experto en responsabilidad social corporativa y  también vicepresidente de Unicef participó en Zaragoza en una jornada sobre responsabilidad social en la Corporación Empresarial Pública de Aragón.

Juan José Almagro, hace unos días en Zaragoza.
Juan José Almagro, hace unos días en Zaragoza.
Guillermo Mestre

La responsabilidad social en las empresas es...

Compromiso, cumplir la ley, tener un comportamiento ético y ser transparente. Compromiso con todos, desde los accionistas a los empleados, pasando por la sociedad, los medios, los sindicatos... La empresa debe dar trabajo, ser competitiva, dar resultados, ser innovadora... pero la sociedad le pide que sea capaz de hacer todo eso en un escenario mucho más humano y más habitable desde el compromiso y la solidaridad.

¿Qué tal va en esto España?

Creo que bien. La responsabilidad social caló en su momento, incluso creamos un Consejo Estatal de Responsabilidad Social.

¿Y Aragón?

Aquí se está pensando en una ley que afecte al conjunto de las autonomías. Además, desde hace muchos años se celebra un congreso, que el año que viene tendrá carácter internacional, sobre este tema. La sociedad, las empresas, las instituciones y los organismos públicos de Aragón están muy concienciados y sensibilizados.

La responsabilidad social de las empresas no es un término nuevo. Pero tuvimos un bache llamado crisis económica. ¿Se notó?

Fue la excusa para rebajarla. Al final, ¿cuánto cuesta la responsabilidad social? Nada. Lo que cuesta es la irresponsabilidad. Cuando una empresa o institución es irresponsable, cuesta: a sus empleados, a la propia empresa o institución y al público al que sirve, porque las cosas se hacen de mala manera.

¿Cuesta remontar?

Sin duda. En un futuro las empresas serán responsables o dejarán de ser empresas.

¿Qué deben hacer para serlo?

Lo primero, cumplir la ley, y no es fácil. Además, aplicar un comportamiento ético, buscar principios y valores que sean de aplicación aquí y ahora y que nos comprometan a todos. Ser transparentes, porque es un imperativo social y no es ninguna humillación, sino una obligación cuando se maneja dinero, público o privado. Y comprometerse. La nueva era de la responsabilidad social viene marcada por los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, que nos afectan a todos, personas, instituciones, países, empresas, y así hemos de ser capaces de sacar adelante este mundo tan hermoso.

¿Y qué tal vamos con los objetivos, nada menos que 17?

Probablemente el número 17 es el que más importa, porque nos obliga a que haya alianzas, que trabajemos unos con otros, que seamos capaces de acentuar las afinidades. Uno no tiene por qué sacar los 17 objetivos a la vez. Cada cual igual se tiene que fijar solamente en tres o cuatro y trabajar en ellos. Lo importante es que lleguemos a 2030 con menos pobreza y menos desigualdad y que hayamos frenado el deterioro climático.

Cada día nos sorprende un caso nuevo de corrupción. Ante esto, ¿qué podemos hacer?

Exigir. La corrupción es un tema que se resuelve con voluntad política. Haciendo leyes adecuadas y logrando que los corruptos paguen en la cárcel y devuelvan el dinero. La corrupción es una lacra, pero muchos países han acabado con ella. No podemos permitir que la corrupción y la desigualdad se instalen entre nosotros como si fueran lo más natural del mundo. Son anomalías. Y aquí resalto el papel que juegan la escuela, la universidad. Solo desde la educación, desde la cultura, nos hacemos más libres, más demócratas, mejores ciudadanos, mejores profesionales y, seguro, mejores personas.

Siempre hace hincapié en el liderazgo solidario y compartido.

Las empresas no pueden ser piramidales, en las que uno manda y los demás obedecen. Están repletas de personas con enorme talento y extraordinaria formación que saben convivir y hacer las cosas conjuntamente, ayudándose y en equipo. Creo que los liderazgos deben ser conjuntos y comunes, y hay que compartir ese liderazgo, ser capaces a través de alianzas de sacar adelante cualquier proyecto. No valen líderes que se creen superdioses porque ellos se equivocan y, al final, como Belerofonte se cayó de Pegaso, ellos también se caerán del caballo y se convertirán en simples humanos, que es lo que siempre han sido.

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