La sequía causa ya "daños irreversibles" en el almendro y el girasol y complica la siembra

La ausencia de precipitaciones ha mermado hasta un 40% ambas producciones, que "no se recuperarán aunque llueva". La tierra está tan seca que los cerealistas no pueden entrar a labrar, por lo que se prevé un descenso de superficie.

Evelio Ibarzo (con peto verde) y su hermano Bernardino, en su explotación ganadera en Mesones de Isuela, en la comarca del Aranda.
Evelio Ibarzo (con peto verde) y su hermano Bernardino, en su explotación ganadera en Mesones de Isuela, en la comarca del Aranda.
Jesús Macipe

Los agricultores aragoneses miran al cielo esperando que el clima estrene septiembre con nubes cargadas de lluvia. Pero para algunos cultivos las ansiadas precipitaciones ya llegan tarde. Es el caso del girasol, que a pesar de su resistencia a las altas temperaturas no ha podido soportar la dura sequía que recorre de norte a sur la Comunidad aragonesa.


"El fruto está muy afectado", señala José Antonio Miguel, agricultor de Gallocanta, localidad de Campo de Daroca, la comarca zaragozana en la que se produce la práctica totalidad de esta oleaginosa. "El grano no se ha llenado y el cultivo se está secando", señala Miguel, que teme que la cosecha, que comienza a finales de septiembre, será un 40% menor a la esperada, porque apenas se alcanzará un rendimiento de 600 kilos por hectáreas cuando lo habitual es 1.000 kilos por hectárea. Y no hay vuelta atrás. Aunque lloviera en los próximos días "ya no hay solución", lamenta este agricultor.


Similar situación se presenta en el almendro, sobre todo aquellas plantaciones que ocupan las tierras del Bajo Aragón, una de las más afectadas por la falta de precipitaciones. "Venimos arrastrando un déficit de lluvias desde hace meses, pero el verano ha sido muy, muy seco y muy caluroso. Excepto en algunas zonas puntuales, no ha caído una gota desde el mes de mayo", señala Bernardo Funes, responsable de frutos secos de la organización agraria UAGA y agricultor de Valdeltormo, en la comarca turolense del Matarraña.


Con tantas horas de sol, temperaturas tan elevadas y sin lluvia, el almendro ha sufrido un gran estrés hídrico, al que responde impidiendo que se abra el fruto, explica Funes, que advierte que "el daño es tremendo". Y es que la sequía dará al traste con las buenas previsiones de cosecha que ahora comienza –15.000 toneladas– y que convertían a Aragón en la primera productora de España. Sí pone cifras José Luis Iranzo, miembro de la Ejecutiva de COAG. Insiste en que es pronto para cuantificar pérdidas, pero adelanta que la merma en la producción de almendra podría alcanzar el 30%. Un daño "ya irreversible" por muy generoso en precipitaciones que sea septiembre, dice Iranzo.


La lluvia, sin embargo, daría un respiro a las estructuras de producción, en las que según los cálculos del sindicalista, ya se han secado entre el 5% y el 6% de los árboles. Y mejoraría la situación en el olivar, cultivo en el que la sequía se ha hecho visible en una hoja muy arrugada y un fruto "muy pequeña y redondo".

Tierra como el hormigón

La preocupación cunde también entre los cerealistas. La cosecha ha sido buena, pero se acerca el momento de la siembra para la próxima campaña y los agricultores no pueden comenzar las tareas de preparación del terreno. "No se puede labrar y los productores no pueden planificar su cosecha. No saben qué sembrarán, ni cuánto y hay quien se plantea recurrir a la siembra directa", señala el representante de UAGA-COAG. Iranzo prevé así un importante descenso de la superficie ocupada por cereal de invierno, sobre todo en Teruel, que sufre un déficit de lluvias de hasta 100 litros, según los datos de la Aemet.


La situación no es más halagüeña en el Pirineo. "La tierra está impracticable, dura como el hormigón", señala Fran Aísa, agricultor de la comarca de la Jacetania. Aísa explica que en estas fechas deberían empezar a preparar la tierra para sembrar hacia mediados de octubre, pero ahora mismo es "inviable".


"Hace años que no estábamos en una situación tan delicada climatológicamente hablando", asegura este productor oscense, que augura también que "si esto sigue así" será mucha la tierra que se quedará sin cereal.

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