Grecia

El 'mea culpa' del FMI por Grecia reabre el debate sobre sus recetas

Este 'mea culpa' origina todo tipo de reacciones en Europa y lleva a la Comisión Europea a defender su papel en la crisis griega.

El sorprendente reconocimiento por el Fondo Monetario Internacional (FMI) de sus "notables fallos" en el rescate financiero a Grecia recuerda a otros errores del pasado, y ha abierto el debate sobre la necesidad de una mayor flexibilidad al aplicar duras exigencias de ajuste económico.


El FMI admitió en un informe este miércoles que a raíz del plan de rescate de 2010, que se renovó en 2012 al quedarse corto el primero, la economía helena se "enfrentó a una recesión mucho más profunda de lo previsto, con un desempleo excepcionalmente alto".


Desde el Gobierno griego, el ministro de Finanzas, Yannis Sturnaras, reconoció la importancia de sacar lecciones de sus errores, mientras que el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, dijo que "Grecia ha llevado a cabo un ajuste extraordinario" impensable hace unos años.


El Fondo puntualizó que sus errores se produjeron en el "contexto" de una "crisis excepcional" y aseguró que "con la misma información" habría hecho lo mismo en la actualidad.


La asunción del error es especialmente llamativa en una entidad como la dirigida por Christine Lagarde, que en sus más de seis décadas de historia no se ha caracterizado por entonar el "mea culpa" a menudo.

Malas decisiones con precedentes

Todo ello pese a su historial de polémicas decisiones en el pasado que le han granjeado críticas, especialmente en países en desarrollo, aquellos quienes más han experimentado los efectos de sus programas de ajuste.


Es el caso de la conocida como "crisis de los Tigres Asiáticos" en 1997, en la que también intervino el organismo multilateral con la exigencia de estrictas medidas de ajuste a cambio del rescate, y que acabaron ahondando los problemas económicos de la región y provocaron una aguda recesión en países como Tailandia o Indonesia.


O, más recientemente, la crisis de Argentina de 2001-2002, en la que el Fondo fue incapaz de advertir de los inminentes riesgos asociados con el mantenimiento de la paridad fija del peso con el dólar.


Como consecuencia de la consiguiente salida de capitales, el Gobierno argentino impuso el llamado "corralito bancario", restricciones a la retirada de depósitos, que desembocó en la suspensión de pagos de casi 100.000 millones de dólares, uno de los mayores de la historia.


Para Jacob Kirkegaard, investigador del Peterson Institute de Washington, la autocrítica asumida por el Fondo es "saludable" y supone un paso al frente para mantener su "credibilidad".


Asimismo, las lecciones aprendidas del caso griego refuerzan la idea de que un exceso de énfasis en la austeridad y el saneamiento de las cuentas públicas conlleva efectos dramáticos sobre la economía real y los ciudadanos.


"Los efectos sobre el tejido social de estas políticas de austeridad han sido especialmente dañinos", afirmó Michael Ash, profesor de la Universidad de Massachusetts en Amherst, al referirse explícitamente al caso europeo.


Ash, coautor de un reciente estudio de gran impacto que cuestionó la efectividad de los ajustes, dijo que la actual situación de recesión en Italia, Portugal o España muestran "claramente" la necesidad de un cambio de paradigma y cómo es necesario incidir en el estímulo y el crecimiento.


En el mismo sentido se pronunció Mark Weisbrot, codirector del Centro para la Investigación Económica y Política (CEPR), quien restó importancia al informe sobre Grecia en concreto y se mostró escéptico sobre cambios sustanciales de las "recetas" del FMI.


"El gran problema es que las políticas aplicadas son erróneas y el motivo de que Europa siga en recesión y con niveles récord de desempleo, mientras que en EE.UU, donde surgió la crisis, llevan ya casi cuatro años en recuperación".