REAL ZARAGOZA

Y Braulio gritó gol

Hay goles que se celebran con idéntica intensidad que si se venciera la mismísima Copa del Mundo. Poco o nada importa que se marquen en Albacete y ante uno de los habitantes de la zona baja de Segunda. Hay goles que son vida y bálsamo, que destierran de una vez los demonios que atormentan al delantero. Braulio Nóbrega lo experimentó ayer en el Carlos Belmonte. Cuando en el minuto 37 el ariete remachó un cabezazo de Goni a la red, el mundo se detuvo por un instante para el canario. En cuestión de décimas, una sonrisa rotunda le asomó y enloqueció embriagado de felicidad y alivio.


La ocasión merecía tal algarabía. El gol adelantaba momentáneamente al Real Zaragoza. Un hecho encomiable pero anecdótico ante lo que suponía en el plano individual. Desde que fichó el pasado mes de julio procedente del Atlético de Madrid, Braulio había fracasado estrepitosamente en la misión primaria para un atacante: golear.


En la pretemporada su única víctima fue Guillermo, portero del Tauste, equipo que milita en la Regional Preferente. Aquel amistoso a beneficio de la Federación de Peñas Zaragocistas, fue el de perfil más bajo en la preparación del conjunto de Marcelino García Toral. El resultado, 0-7, reflejó la distancia sideral que separa a ambas entidades.


En el campo de Las Rozas, Braulio contribuyó con los dos primeros goles. Ewerthon firmó un 'hat trick' y también vieron puerta Ricardo Oliveira y Diego Milito.


Desde aquel lejano 19 de agosto, la oscuridad se había desplomado sobre el ex colchonero, incapaz de estrenar su casillero. Desaprovechó las oportunidades concedidas por Marcelino en el arranque liguero, cuando gozó de la etiqueta de titular. Su inoperancia, unida a la efectividad máxima de la dupla brasileña Oliveira-Ewerthon, redujo drásticamente su participación.


No es de extrañar que el gol de Albacete mereciera el eufórico abrazo de todos sus compañeros. Solo ellos conocen la montaña de frustración de la que se libró ayer el delantero.