Fútbol

Vigo: el sueño que nunca termina

Balaídos es el campo talismán del Huesca; tres visitas en Liga saldadas con tres victorias. Hernández ha escondido sus armas para encarar el duelo de esta tarde.

Camacho encabeza el grupo que realizaba carrera continua en un entrenamiento de esta semana en el Pirámide.
Vigo: el sueño que nunca termina
RAFAEL GOBANTES

El Huesca juega esta tarde en su paraíso particular, de nombre Balaídos. Un estadio con duende, en el que se ha ganado tres años consecutivos. Ahí es nada, un escenario donde la Champions cantaba a coro la 'Rianxeira' se rinde ante la visita de un conjunto azulgrana que se multiplica a orillas del Atlántico.


Claro que las estadísticas están para disfrutar de su rotundidad, pero nada más. El equipo oscense llevaba tres años perdiendo en Gerona y hace un par de semanas no ganó porque le anularon un gol legal a Camacho. Así que los antecedentes son más una referencia que un vaticinio. Porque el Celta es otro y el Huesca también ha cambiado. Fútbol es igual a deporte de las mil caras.


Quique Hernández ha vuelto a apostar por la veteranía. En caso de guerra cualquier hueco es trinchera. Se deja en la capital oscense a Molina, Javi Martínez, Ehki, Óscar Vega y Larrosa, la savia más fresca del bloque. E incluye en la lista por primera vez a David Bauzá. Es muy posible que el técnico valenciano haya tenido en cuenta que el miércoles hay otro partido de Liga, el aplazado en la primera jornada contra el Barcelona B.


El Huesca de Hernández está aún encapsulado. Se presume que hay algo bueno cociéndose, pero todavía no sale. Seguramente porque es pronto para que cuaje su trabajo, entre otras cosas porque no ha terminado su proceso de búsqueda de cuál es la mejor forma de aprovechar los recursos que tiene. Ha manejado varios dibujos en casa y fuera, ha intercambiado cromos, aunque puestos a encontrar un patrón común, el nuevo entrenador tiene querencia hacia la 'experiencia' porque ve acertado echar mano de ella para enderezar el rumbo. Luego, con la calma de unos resultados más regulares, ya indagará la forma de crecer aún más.


Con Hernández en el banquillo ni se ha ganado ni se ha perdido. Viniendo de la inestabilidad anterior, este paréntesis debe interpretarse como positivo, más aún cuando el equipo ha subido un peldaño en solidez, no da la impresión de estar tan perdido por el campo como sucedía en algunas fases de los primeros partidos del campeonato.


Mal arranque como locales


El Celta en casa ha empezado mal. Ha empatado con el Valladolid y perdido con Las Palmas y Elche. No ha habido un triunfo con el que alimentar el hambre de su parroquia. Le van a sobrar ganas de desquitarse. Le sostiene en la clasificación lo bien que se le ha dado jugar lejos de Vigo.


El Huesca lleva varias semanas en descenso, pero las distancias no son significativas. Si enlaza tres resultados satisfactorios se meterá en media tabla y rodeará su caminar de una tranquilidad mucho mayor. Aunque esa reacción tiene que llegar relativamente pronto, porque si no, el efecto de verse anclado abajo se puede volver dañino y complicado de voltear.


El míster del equipo azulgrana ha probado muchas formas de encarar el partido de esta tarde. Posiblemente, más que despistar a los medios, Hernández ha buscado la fórmula que mejor le encaje para jugar con la ansiedad de un Celta que tiene que dar una alegría a su gente. Porque un histórico como el conjunto vigués no puede vivir de su buena racha fuera de casa. Balaídos exige porque el pasado exige.