ciclismo

Una cita de altos vuelos

La XLI edición de la Vuelta a los Pirineos reunirá del 5 al 8 de agosto a 140 ciclistas en cuatro etapas entre Francia y España.

Salida de la primera etapa en la plaza del Pilar de Zaragoza, en la pasada edición.
Una cita de altos vuelos
CARLOS MONCíN

La espectacularidad de los Pirineos ejerce nuevamente de polo atrayente de las rondas ciclistas y, pocos días después de que el Tour de Francia viviera en sus cumbres el duelo entre Contador y Schleck, llega ahora la cuadragésimo primera edición de la Vuelta a los Pirineos, Aragón-Bearn-Bigorre, que se desarrollará entre el 5 y el 8 del recién iniciado mes de agosto. Cuatro etapas con arranque en la localidad francesa de Semeac y final en Zaragoza en las que los ciclistas rodarán por algunos de los puertos con más renombre de la ronda gala (el Tourmalet, de categoría especial y el Aspen, de Primera), escenarios en lo que supone un gran esfuerzo de coordinación de los ciclismos galo y español con cerca de 160 voluntarios al servicio del corredor.La prueba, de 615 kilómetros, organizada por el Club Ciclista Ebro y por el Tarbes Cycliste y que forma parte del calendario de la Unión Ciclista Internacional (UCI), congregará a un pelotón de 140 corredores de trece nacionalidades diferentes, repartidos en un total de veinte equipos. Entre ellos, el CAI-Club Ciclista Aragonés, formado por Miguel Gómez, Javier Heras, Jesús García, Jorge Zamorano y Milton Ramos, a los que se sumarán en calidad de cedidos el corredor del Cueva El Soplao Eloy Carral y el cántabro del Trasmiera Footon Jesús Merino. En la nota negativa el conjunto aragonés tendrá que hacer frente a la baja del oscense Lorenzo Buil, mejor aragonés de esta vuelta en los dos últimos años, que no estará presente por una lesión de rodilla sufrida en la recta final de su preparación, que le va a mantener un mes alejado de la competición. La escuadra aragonesa tendrá complicado destacar en un pelotón plagado de corredores profesionales, pero a buen seguro que se dejarán ver en cada etapa. "La participación de equipos profesionales endurece una carrera dura de por sí, aunque es una motivación más para dar lo mejor de nosotros mismos. Los ciclistas tienen en esta carrera una gran oportunidad para demostrar su nivel", comentó días atrás Luis Escribano, director deportivo del conjunto aragonés

La ronda arrancará con una etapa de 159 kilómetros que unirá las localidades francesas de Semeac y Tarbes, con los puertos de Burg, Cieutat (ambos de segunda categoría) y Osmets (tercera) como principales dificultades orográficas.

Los momentos más intensos se vivirán ya en la segunda jornada, que será la etapa reina de la Vuelta. La etapa, entre Pierrefitte Nestalas y St. Lary Pla d'Adet, de 147 kilómetros, incluye las ascensiones al Col Saint Savin (de Segunda categoría), el Tourmalet (de categoría especial), Aspen (1ª) y la subida final a Pla d'Adet.

El 7 de agosto, coincidiendo con la disputa del penúltimo día de competición, la carrera atravesará la frontera natural pirenaica y entrará en Aragón. La etapa transfronteriza comenzará en Lannemezan y, tras 161 kilómetros, concluirá en Boltaña. El puerto de Bielsa, de primera categoría, sin duda será decisivo para hacer la gran selección, en una etapa en la que los ciclistas tendrán que superar también el puerto de Palo (de segunda categoría) en la parte final de la misma.

La ronda hispano gala se cerrará con la cuarta y última etapa, de 148 kilómetros, que conectará Huesca y Zaragoza, un trazado en apariencia sencillo en un suave y continuo descenso hasta la capital del Ebro, pero que casi siempre se complica por la aparición del cierzo. Bien lo saben los organizadores de la Vuelta a España, quienes suelen plantear esta misma etapa tras el duelo de los escaladores en la montaña como una trampa para despistados o faltos de fuelle. La jornada de la Vuelta a los Pirineos puede de ser un paseo para transformarse en una guerra de nervios en la que ninguna escuadra querrá quedarse cortada.