ELCHE, 2- S. D. HUESCA, 2

Un punto de oro

El Huesca rescató un punto in extremis, con el que mantiene su imbatibilidad. Otra vez Roberto, prodigio de sangre fría, sacó oro de un sensacional pase de Sastre. El rey de tablas sigue invicto, aunque ayer con sufrimiento. El Huesca fue mejor, pero perdonar en la primera parte le hizo ir a remolque en la segunda. Menos mal que aparecieron Sastre y Roberto. Magnífica conexión y punto de oro.


Al Huesca apenas le costó hacerse el amo del balón y de la parcela ancha. Y sin aspavientos. Simplemente imprimiendo criterio y un ritmo normal. Porque al Elche, que había salido con un atrevimiento insultante, alguien le puso azúcar en la gasolina y dejó de presionar.


El equipo azulgrana rondó el gol media docena de veces. Vegar y Rubén se movían como ratillas amenazantes ante la lentitud del repliegue local. Era cuestión de conectar el cuarto pase. El susto más gordo se lo llevaron con Helguera, que se anticipó a todos para peinar el balón en una falta. El balón besó la cruceta y dijo adiós.


El Elche hacía algún amago de asustar, pero solo amagos. Algún bombeo y poco más. A la hora de tocar la pelota, quizá por la ansiedad de presentarse al convite sin haber puntuado, se minimizaba su presencia casi hasta el ridículo. Con este panorama, la reflexión es si al Huesca le faltó carácter de asesino en la primera mitad. Porque en pocos campos encontrará tantos huecos para coser su fútbol. Sentirse tan superior anestesia el instinto ganador.


La bronca de Vidal se oyó en Murcia. La pitada que escuchó el Elche al descanso, también. Por eso, en la segunda parte, se conjuraron para sudar todo lo posible. En un minuto encontraron premio en una jugada rarísima que terminó con Eduardo vendido y Saúl marcando a placer. Calderón reaccionó metiendo a Vara, que reaparecía después del traumatismo que se produjo ante el Eibar. Con sólo veinte segundos en el campo demostró que está curado. Penetró hábilmente por la derecha, dejó dos oponentes en la hierba y remató con destreza.


Tampoco tuvo tiempo para digerirla. Camacho hizo una falta al borde del área. Se quejó amargamente de que no era. Dani Benítez soltó un zapatazo al lado del portero, pero letal. Era otro Elche, sin duda. Flojito de formas pero con corazón. Seguía perdiendo mil balones, pero ya no le chillaban. Se cerró atrás y se puso a rezar. El Huesca tenía posesión y empeño, pero le faltaba lucidez. Sólo cabía una solución, que Sastre sacara la chistera. Un pase magistral del balear lo hizo grandioso Roberto, el hombre de la sangre fría en los minutos de la angustia. Su cuarto gol vale la imbatibilidad.