boxeo

Un golpe para abrir puertas

José Antonio López Bueno tuvo que vender entradas, montar y desmontar el ring, entre otras cosas, para poder ofrecer la velada de su despedida como boxeador profesional. Lamenta la falta de apoyo a este deporte.

El ascenso de un deportista hacia los altares de su especialidad suele ser sacrificada pero ilusionante. La bajada, en cambio, va ligada en ocasiones a la depresión, y en otros casos, a la satisfacción por el trabajo bien hecho y el sueño cumplido. También a la emoción, pero eso llega ya en la última fase, en el momento de decir adiós. José Antonio López Bueno vivió en sus carnes ese episodio durante la madrugada de ayer. Lo hizo con unas ganas tremendas, pero con una recompensa apenas percibible.

El campeón del mundo en 1999 se despidió del profesionalismo con una victoria a los puntos frente al portugués Oleg Mustaffi. Fue en su ciudad, en Zaragoza, aunque algo insuficiente para ver colmadas sus ilusiones. El triunfo no sirvió para endulzar la difícil situación que atraviesa este deporte. Los golpes propinados no tuvieron tanto valor como los recibidos en el cuerpo y en la mente del último icono del boxeo aragonés. "Ayer el sueño no se cumplió ni físicamente, ni económicamente, ni moralmente. Gané el combate por mi experiencia, no tuve ningún apoyo económico y fui yo quien tuve que poner mi dinero y mi trabajo para que todo saliera adelante", comenta con su voz cargada de desilusión.

El púgil se encargó de que todo estuviera a punto en su despedida, de montar el cuadrilátero antes y de desmontarlo después... "No conozco a ningún deportista de élite que haya hecho esto", cuenta. Algo que acentúa más la idea de falta de ayudas institucionales. Y es que el boxeador lamenta que su deporte "esté mal visto", y asegura que "la sensación es que por mucho que se intente, sin un apoyo es imposible que salga adelante. Con poco, haríamos mucho. No basta con el mío y el de José Antonio Visús", manifiesta.

El zaragozano tiene claro cuál es su reto a partir de ahora. "Me marqué hacer el mismo esfuerzo que cuando competía, pero ahora en dar a conocer el boxeo. Lo he hecho en los últimos ocho años, y ha ido subiendo y se ha dado a conocer", reconoce.

Pese a ello, López Bueno no acabó satisfecho con la afluencia de gente a la velada 'Boxeo y Solidaridad'. "Me hubiera gustado que la acogida fuese mejor. El público asistente debería haber sido más numeroso, y más despidiéndose de un campeón del mundo", señala.

También se queja de las normativas vigentes. "Es un deporte que puede arrastrar público de todas las edades" y lamenta que, siendo una disciplina olímpica y en la que existen campeonatos júnior, haya una ley que no permita la entrada a los recintos a menores de 18 años.

López Bueno está dispuesto a seguir luchando por su pasión, porque los jóvenes que empiezan tengan oportunidad de boxear: "Dios quiera que esta velada sirva para que cuando López Bueno hable, se le escuche. Hay experiencia, ganas e ilusión, y hemos demostrado que se pueden hacer grandes cosas, pero si he de salir a la calle con el pantalón y los cinturones de campeón para hacer me oír, lo haré".

El boxeador explica algunas razones por las que este deporte no debe ser maltratado: "Habría que entrar en el vestuario, subir a un ring y ver el compañerismo que hay. Se puede ver como algo competitivo y como una actividad, pero en lo que más me fijo es en que los jóvenes, cuando lo prueban en el gimnasio, siempre repiten".

El reto inmediato de López Bueno es seguir dedicándose a dar clases, ofrecer su ayuda a los noveles y luchar por que alguien más se acuerde de todos ellos.