SD HUESCA

Un entrenamiento de altura

Los futbolistas ascendieron al pico Cerler durante una visita a la estación ribagorzana en la mañana de ayer

No se recordaba un ascenso tan épico desde Écija. Los futbolistas y técnicos de la Sociedad Deportiva Huesca dispusieron ayer por la mañana de una jornada de descanso que no lo fue tanto, pues se organizó un viaje a la estación de Aramón Cerler, donde se subió el pico del mismo nombre. Este, de 2.407 metros de altitud y un desnivel de 95, apenas supuso un reto para la gran mayoría de futbolistas, ya con varios kilómetros en las piernas tras el comienzo de la pretemporada y el 'stage' en Benasque, que concluye mañana. Se trató de un entrenamiento de altura y una experiencia nueva para muchos de ellos.


Si una de las virtudes que se consideran de esta concentración en el Pirineo aragonés es el trabajo a más de 1.100 metros, ayer se dobló esta cifra, aunque fue por espacio de alrededor de dos horas y media. Un autobús llevó a los azulgranas de Benasque al aparcamiento del Ampriu, por aquella reivindicable y bella subida de la Vuelta Ciclista a España, y allí les aguardaba Jaime Río, responsable del departamento de márketing y comercial de la estación, para ejercer de guía y explicarles algunos de los pormenores de la ruta que iban a realizar.


Esta adquiría como paso ineludible montarse en el denominado «telesilla del amor», la conexión directa con el Ampriu. No faltaron chanzas al respecto de este nombre, como tampoco sobre la presunta lentitud de la ascensión, de algo más de veinte minutos. Una velocidad que tiene explicación en que el turismo de verano que visita Cerler prefiere deleitarse con los paisajes. No hay prisa. Las prisas, para los esquiadores. Por parejas, jugadores y entrenadores esperaron su turno mientras algunos desenfundaban móviles y Iphones para preservar en sus memorias imágenes que quizá no habían visto antes.


Todos ellos podían hallar información en Joaquín Sorribas, especie autóctona de Abella, como unos fascinados Javi Martínez y Manu Molina u otros más jocosos Tariq o Roberto. Se notaban las ganas de desconectar por un tiempo de los entrenamientos con balón y alguno prometió regresar más adelante con su señora. Desde el telesilla se vieron incluso marmotas. Alguno podría relacionarlas con la película de Bill Murray y ese despertar constante y rutinario en Benasque desde el pasado jueves hasta mañana.


Arriba, se emprendió camino hasta el pico Cerler. No es un punto del Pirineo escogido al azar. Se trata de un excelso mirador del valle de Benasque desde el que se pueden admirar el Aneto, Maladetas, Maupás o Perdiguero. La ascensión exigía. Pronto apareció la pronunciada rampa, compuesta por piedras desprendidas de granito que conformaban un sendero pero también podían suponer una trampa. Mucho ojo. Río recordaba el año en que acudió el Athletic de Bilbao a esos mismos lares y sus legendarias caídas con las bicicletas de montaña.


Poco desafío supuso para unos deportistas profesionales este pico Cerler, al que se señala con una dificultad media en las guías que sí sufrieron quienes no están habituados a varias horas de entrenamientos diarios. Alguno se hizo el remolón, pero la gran mayoría emprendió el regreso a pie, sin telesillas del amor fraternal.