NIEVE

Un caldo para esquiar

La temporada de esquí entra en la recta final con la primavera. Los amantes de la nieve aprovechan el último manto blanco que se deshace bajo los rayos del sol.

Los abrigos están a punto de empezar a acumular polvo en el armario. Nos ponemos la manga corta y el sol comienza a calentar con más poderío que en los últimos meses. Es el resultado de la llegada de la primavera. Y mientras, seguimos calzándonos los esquís y aún nos lanzamos montaña abajo sobre la gélida nieve. Son los contrastes que deja esta estación del año. Querida por la mayoría, pero muy temida por las estaciones invernales. Es el principio del fin. El comienzo del reinado del sol augura el fin del manto blanco. Sin duda, la nieve tiene alergia a la primavera. Pero hasta que este ocaso invernal se produce, los esquiadores sufren los efectos de la comúnmente llamada "sopa de la temporada".


Por el momento, la primavera tan solo ha hecho una tímida aparición, pero el calor no tardará en ganar la batalla. "Dentro de 15 días, en las zonas en las que más pega el sol, seguramente no quedará nieve. Hay que aprovechar estos últimos días. La temperatura es agradable y resulta placentero lanzarse a la montaña", afirma Luis Rodríguez, director de la escuela de esquí de Astún.


La jornada comienza temprano. En estas horas iniciales, la nieve todavía conserva una consistencia dura adquirida durante las heladas de la noche. Pero, pronto el sol de abril se abre paso a empujones y despliega todo su poder. El efecto que produce en el manto es el mismo que si se introduce un copo de nieve en un horno. Las capas superiores empiezan a derretirse y adquieren la textura de un caldo, de una sopa que se conoce como nieve primavera. Este proceso se denomina transformación y el cómo y cuándo se produce depende de muchos factores. La orientación de las montañas tiene mucho que decir en este sentido. Las pistas con orientación sur ven cambiar su nieve sobre la una del mediodía. Pero si la orientación es norte, la transformación se retrasa al menos una hora.


Esta nieve mojada resulta bastante incómoda para los esquiadores ya que las tablas no deslizan bien, se enganchan, los apoyos se vuelven más complicados e iniciar los giros es más difícil. La probabilidad de terminar la jornada con una lesión aumenta y todas las precauciones son pocas. Las lesiones más comunes son los esguinces de ligamentos y las luxaciones en los hombros. En las caídas, es habitual pegar en el suelo y hundirse, de manera que el hombro queda clavado y termina dañándose.


"La mejor hora para esquiar en esta época del año es entre las once de la mañana y la una y media. En este intervalo, la nieve no está ni muy dura, ni muy blanda. Está perfecta", asegura Luis.


Esquiar en nieve primavera


Para salir airoso de una lucha con nieve primavera hay que esquiar siguiendo una serie de pautas. En primer lugar, hay que juntar los esquís más de lo habitual. Cuanto más separadas están las tablas, más se hunden en la nieve. Además, los movimientos deben ser mucho más verticales. Uno de los efectos de la "sopa" es que el suelo no responde y el esquiador tiene que forzar sus músculos mucho más para avanzar. "Hay que estar fresco para esquiar adecuadamente sobre nieve primavera. Las piernas sufren más de lo habitual y si estás cansado es fácil terminar en el suelo. Lo mejor es retirarse a medio día si hemos empezado temprano la jornada", recomienda Luis.


No ir al límite y descender más despacio disfrutando del paisaje son otros de sus consejos. La temporada está quemando sus últimos cartuchos. Tenemos ahora nuestra última oportunidad para saborear las pistas, paladearlas acompañados de buen tiempo, pero sin olvidar que la precaución en la mejor aliada cuando nos enfrentamos a la nieve primavera.