FIN DE SEMANA

Un CAI menos sólido se queda a un pasito

El equipo de Segura no jugó como otras ocasiones, pero sacó a relucir su defensa en la segunda mitad y con un gran Starosta se impuso al Melilla. El ascenso está a tiro.

No fue ese CAI sólido, intenso, concentrado, y que barre a sus rivales cada semana. Pero sí que fue ese CAI efectivo y que supo sacar su mejor virtud, la defensa, en el momento más apropiado, justo tras el descanso. Con ese renacer rojillo en la segunda mitad y un Ondrej Starosta imparable toda la noche, el equipo aragonés sumó su décima victoria consecutiva en Melilla y se queda a un solo pasito del ascenso. De hecho, la semana que viene podría confirmarlo si vence y el Bruesa, que ayer ganó en Inca, cae derrotado en su encuentro. La alegría puede llegar de muchas maneras y aunque sea de una manera menos vistosa no deja de ser una alegría enorme. La ACB está a tiro.


Pero para amarrar el ascenso de una vez por todas, el CAI está obligado en cada cancha a dar su máximo, es decir, a defender con intensidad, a mostrar su carácter y su estilo de juego sobre la cancha, y, sobre todo, a pelear cada uno de los balones. Si no lo hace, sufre y sufrirá, como le ocurrió anoche en Melilla durante muchos minutos. Tras unos primeros minutos de una gran seriedad y en los que los rojillos presentaron sus credenciales, el equipo se fue difuminando y cayendo en manos del cuadro local.


De inicio Starosta fue el amo y señor de las zonas. Preocupaba la aportación de Southall, pero el checo salió más motivado de lo habitual y le defendió con agresividad los tres primeros balones que le llegaron al pívot local. Además, el bueno de Ondrej sacó su rabia en ataque y se fue al descanso con trece puntos y ocho rebotes. Increíble. Su único lunar, los continuos fallos en los tiros libres.


Pero el CAI tenía el partido controlado, porque Lescano fue el de siempre (peleón y voluntarioso), mientras Quinteros, algo desquiciado por los árbitros, iba sumando poco a poco. Sin embargo, los de Segura parecieron ver muy cerca el triunfo y bajaron los brazos antes de tiempo. Eso que no se les puede permitir. Demasiado blanditos atrás, concedieron numerosos triples al Melilla, lo que dejó en nada la renta de siete que llegaron a tener los aragoneses.


Para más inri, los jugadores rojillos parecían idos. "Estamos despistados", gritaba Segura desde la banda cuando veía que los suyos no se replegaban con rapidez. Y el ataque también dejó de funcionar. Con la salida de Turner las posesiones se atascaron, mientras DP sorprendentemente no podía en ningún momento con un pívot mucho menos fuerte que él como Nacho Romero.


Para ganar hacía falta dar mucho más. Al descanso, cinco abajo, algo pocas veces visto esta campaña.


Sin embargo, y afortunadamente para el CAI, todo cambió en los segundos veinte minutos. La reprimenda que les debió echar Curro Segura a los suyos debió de ser de aúpa, puesto que los rojillos salieron enchufados y tremendamente agresivos en defensa desde los primeros instantes. Con continuas ayudas a los compañeros, leyendo bien el juego rival y mostrándose mucho más duros que minutos antes, el equipo zaragozano atenazó a los de Paco Olmos. Cuthbert Victor renació para ayudar al coloso Starosta y entre ellos fueron capaces de voltear el marcador y colocar a los de Segura por delante.


Además, la precipitación mostrada de inicio, que le costó al CAI nueve pérdidas en la primera mitad, desapareció, y los errores ya eran cosa de los locales, quienes además se fueron del partido con algunas decisiones arbitrales que creyeron injustas.


Con ese panorama, los aragoneses mataron el encuentro. En ese momento sí que asumieron todo lo que se están jugando y los once hombres que utilizó el técnico granadino controlaron el tiempo y la ventaja. Ni siquiera un último arreón a la deseperada del Melilla, que se puso a seis a poco del final, inquietó al líder de la LEB.


Triunfo, que era lo realmente importante, y la ventaja de tres sobre el Bruesa se mantiene con una jornada menos. El ascenso está ahí al lado, pero hay que asegurarlo y no jugar con fuego como anoche.