REAL ZARAGOZA

Tranquilidad, pero menos

El Real Zaragoza llegó anoche a un atestado Hotel El Montanyà a causa del Gran Premio de Formula 1 que se corre en Montmeló.

Ya está el Real Zaragoza a pies del Montseny, junto con Montserrat y el Montsant, los tres picos más importantes de la cordillera catalana. Un parque natural bello y atractivo, muchísimo más explotado y aprovechado que nuestro Moncayo, al que en cierto modo se asemeja surgiendo repentinamente de la plana del Llobregat y L'Anoia, como 50 kilómetros antes lo hace Montserrat entre Igualada y Manresa. El equipo aragonés llegó anoche a este paraje, que dista 66 kilómetros de Barcelona, pasadas las 21.30, tras un viaje en autocar que había arrancado a las 17.00.


En teoría, la expedición blanquilla busca aquí calma, sosiego, paz ambiental para preparar lo mejor posible el decisivo partido de este domingo en Montjuic contra el Espanyol. Pero no es eso precisamente lo que más va a encontrar en este llamativo Hotel El Montanyà que tan famoso ha hecho el FC Barcelona con sus habituales concentraciones desde los tiempos de Cruyff (dueño de una pequeña mansión en las inmediaciones de este punto de la sierra).


Digamos que la idea de desconectar con la presión y la rutina zaragozana es muy acertada, pero que quizá no se ha elegido bien el lugar. La instalación hotelera está llena a reventar, tal y como sucede con todos los hoteles, hostales y pensiones de cien kilómetros a la redonda de la capital barcelonesa. La celebración del Gran Premio de Fórmula 1 en el vecino circuito de Montmeló este fin de semana ha traído hasta el corazón de Cataluña a las miles y miles de personas que arrastra tras de sí el circo de las carreras de coches. Italianos, franceses, alemanes, belgas, ingleses…


Por ejemplo, en El Montanyà está alojada la escudería Williams, vestidos todos llamativamente con unos polos y chándales azules debidamente xerigrafiados que no pasan desapercibidos ni a oscuras.


Más estruendosa, si cabe, es la presencia de varias de las azafatas que, paraguas-sombrilla en mano y con la publicidad a cuestas, forman parte indisoluble de todos los grandes premios del mundo del motor en las parrillas de salida, boxes y zonas vip. También ellas están alojadas en este hotel.


Aislarse requerirá por lo tanto una redundancia en el ejercicio de la búsqueda de soledad: no sirve simplemente con estar caminando o conversando en los lugares comunes del hotel. Los zaragocistas, si quieren estar solos de verdad y evitar el ir y venir de sus vecinos de instalación, deberán escudriñar lugares y rincones más escorados dentro de este magno complejo rodeado de chalets y casitas de lujo en medio de los bosques de pinos, abetos y hayas que predominan a esta altitud, alrededor de 700 metros sobre el nivel del mar.


El hotel ocupa una vasta extensión de terreno. Tiene dos edificios de habitaciones, con sus correspondientes dos recepciones por separado. También hay otra zona de bungalós y hasta un ala de apartamentos. Es probable que aquí haya más gente este fin de semana que los que tienen censados el 25% de las poblaciones de Aragón. Todo está lleno. Pero también lo está en la localidad de Seva, municipio al que pertenece El Montanyà; y en Vic, a 15 kilómetros; y en Tona; y en Centelles… Todo repleto de visitantes y turistas pensando en Montmeló. El Zaragoza es pues un elemento extraño entre tanto enamorado de los bólidos. La expedición zaragozana conforma el único y reducido grupo con cara de balón.


La saturación de clientes ha obligado a la dirección del hotel a separar al grupo del Real Zaragoza entre los dos bloques de dormitorios. No caben juntos, lo que es un inconveniente añadido a esta miniconcentracion barcelonesa. Jugadores y fisios están en un ala, y técnicos, médico, utilleros y demás, a 400 metros de distancia.


En este marco va a preparar el Zaragoza su siguiente final, la del Espanyol en Montjuic. Un lugar ideal si no estuviera tan atestado de gente. Al menos, son todos desconocidos. Habrá que ver cómo son de atosigantes en las próximas horas.