CAI ZARAGOZA

Tendrá que ser en casa

El CAI Zaragoza no pudo lograrlo en Palma de Mallorca. El Palma Aqua Mágica venció por 77 a 72 a los de Curro Segura que tratarán de conseguir el ascenso el próximo viernes en el Príncipe Felipe.

Cuando todo apuntaba a que el CAI ayer mismo sería equipo de ACB se unieron un cúmulo de circunstancias tanto deportivas como extradeportivas para que el equipo aragonés, y el club entero, volviera a quedarse con la miel en los labios. Cuesta creer que el ascenso no haya llegado todavía, pero es así. El conjunto falló en Palma, desaprovechó el primer 'match-ball' de que disponía y tendrá que asegurar su objetivo en otra ocasión. Esa segunda bola de partido será en casa y ante el colista, y esa sí que no se puede desperdiciar. A pesar de que la elite sigue estando en su mano, la desilusión llenó ayer a la extensa expedición rojilla que se desplazó hasta la isla. Jugadores, técnicos, familiares, consejeros, patrocinadores... Todos pasaron de estar invitados a una gran fiesta a salir del Palma Arena con los rostros serios, alguna lágrima a punto de saltar de los ojos y la moral algo tocada. Eso es precisamente lo que toca cambiar, el estado anímico, ya que siendo realistas solo falta ganar un partido y siguen quedando dos jornadas. El ascenso, casi como si estuviera escrito para que la celebración fuera más intensa, tendrá que ser en casa.


¿Cómo puede ocurrir algo así? Esa pregunta se la hará mucha gente. Pues ocurrió porque los astros le dieron la espalda una vez más al CAI y conjuntaron una serie de situaciones que provocaron una inesperada derrota. Para empezar, el CAI completó uno de los peores partidos de la temporada, incluso me atrevería a decir que el peor. Después, el equipo se topó con un rival extramotivado y que supo jugar sus bazas, las de golpear duro desde el principio para aprovecharse de la permisividad arbitral en momentos posteriores y decisivos. Pero además, el nefasto encuentro de los de Curro Segura, demasiado tensos y cargados de nervios, arrastró unos porcentajes de acierto impropios del líder de la LEB, que culminaron con una serie horrorosa desde la línea de tiros libres (17 fallos).


Así se podría resumir la parte deportiva, que a fin de cuentas es la que decide los resultados y los partidos. Pero el grave error cometido ayer en Mallorca también tiene su parte extradeportiva. Y es que el CAI vio el ascenso hecho y en ningún momento se puso en duda que se lograría ayer. Quizá por ello la celebración estaba preparada, las camisetas conmemorativas de la victoria final estaban listas en una maleta que nerviosa se paseaba por dentro del pabellón, la recepción en el Ayuntamiento tenía hora prevista y la fiesta aguardaba a que sonara el bocinazo final.


Pero para que todo eso se produzca hay que ganarlo en la cancha y anoche el equipo zaragozano no dio la talla. Es así, el CAI ayer no demostró que es el mejor equipo de la LEB y que merece un puesto entre los grandes.


Se podría decir que se vendió la piel del oso antes de cazarlo, pero a lo mejor es excesivo, aunque sí que es cierto que estaba a punto de cerrarse esa venta. Errores del pasado que vuelven a asomar peligrosamente por la actualidad del equipo.


La filosofía que ha llevado al cuadro rojillo donde está no se vio en Palma por ningún lado. Eso que técnicos, jugadores y mandatarios se han cansado de repetir, aquello del ir "partido a partido, paso a paso y sin pensar más allá" no se mantuvo en esta jornada y eso es lo que provoca tropiezos así de sorprendentes ante un rival que además de ser sensiblemente inferior a los rojillos apenas pudo contar en el partido con hombres importantes como Kornegay (lesionado) y Schutte (castigado por las faltas).


Los más optimistas y, sobre todo, los que no pudieron estar ayer viendo el encuentro pensarán que no hay mal que por bien no venga, ya que el ascenso se puede vivir ahora en casa y ante su afición. Sin embargo, y aunque sea cierto, lo vivido ante los baleares debe ser un toque de atención o una cura de humildad, cada uno que lo llame como quiera.


Ya son tantas las ocasiones en la que los rojillos han acariciado la ACB que da miedo el enumerarlas. El quinto partido de Granada, el quinto en casa ante Murcia, cuarto y quinto ante León, el triple imposible de Schraeder y ahora un tropiezo inesperado en Palma. ¿Quién da más?


Es el momento de decir basta, de acabar con el gafe que arrastra a este club y pensar única y exclusivamente en el encuentro del viernes ante el Hospitalet. Primero contra último y en un Príncipe Felipe que tiene que ser una auténtica olla a presión. La fiesta se reserva para casa, pero para conseguir la entrada es necesario un triunfo más. No caben más errores.