CÁDIZ 0 - 0 HUESCA

Sumar jugando mal

La Sociedad Deportiva Huesca, lejos de su mejor nivel, logró un meritorio empate ante el Cádiz en el Ramón de Carranza.

Sumar jugando mal
Sumar jugando mal
ÁREA 11

El Huesca jugó mal, no tuvo presencia en el área contraria, pero como estuvo medianamente bien en defensa se llevó un punto que le permite mantener la distancia con el Cádiz y no volver a la zona en la que quema la hoguera. Y eso que entre cánticos y chirigotas, el Cádiz salió como si fuera carnaval, a jugar la final de las finales. Por eso en tres minutos se presentó ante Doblas.


Las bajas en el cuadro oscense han tenido toda la semana a Calderón haciendo mil dibujos y tirando folios a la papelera. Cuando todo indicaba que Chechu Dorado haría de lateral provisional, el míster gaditano optó por no moverlo del eje de la zaga y darle el flanco izquierdo a Carlos De la Vega. El galimatías lo resolvió con Helguera de central junto al cordobés y con Paco Borrego haciendo pareja en la medular con Sorribas.


A Calderón no terminaba de convencerle lo poco que le duraba la pelota al Huesca en los pies, así que sacó a Sastre de un exilio infructuoso en la banda y lo situó en el centro. Eso motivó que Iriome cayera a la derecha y fuera Camacho el que ejerciera de nueve. Lo que le faltaba al todoterreno aragonés, al que únicamente le queda jugar de guardameta. Cuidado Doblas que todo puede pasar. Y a todo esto Moisés en el banquillo, viendo toda suerte de filigranas tácticas o soluciones de urgencia sobre el tapiz,.


La primera parte expiró con la primera tarjeta amarilla de la temporada del dandy Dorado, en una falta que tenía que hacer por necesidad. La acción otorgó un libre directo por cuya autoría pujaron Enrique y Erice. Al final lanzó el primero blando e inocente, regalando la pelota a las brigadas amarillas, mucho más calladas que en el cuarto de hora inicial.


El Huesca había cumplido su primer objetivo: mantener la portería a cero y que al Cádiz se le fuera de la cabeza esa corriente mágica que transmite el debut de un entrenador, que debe ser mayor cuando se trata de Víctor Espárrago, ídolo de masas.

La segunda mitad nació tan anodina como había muerto la primera, aunque el Cádiz renovó bríos tras la arenga de Espárrago y, sobre todo, con el fervor de una grada amarilla. A base de arreones puntuales, con fútbol más vertical que elaborado, el Cádiz metía al Huesca en la cueva y lo cosía a centros envenenados, que morían sin hacer sangre porque no aparecía ninguna cabeza justiciera.


El Huesca se instaló demasiados minutos en la complacencia porque percibía el peligro del Cádiz como llevadero. Los bombeos son soportables si no son continuos. Siempre dejan margen para que uno se estire. Y eso es lo que hizo poco a poco el equipo azulgrana. Calderón quiso que sus jugadores se asomaran en campo contrario con la inclusión de Vicente Pascual y Gallardo. Este último estuvo a punto de liarla gorda tras un recorte dentro del área al que después no dio continuidad con un pase atrás que hubiera sido letal.


El míster gaditano quemó sus naves metiendo a Moisés los últimos veinte minutos. Era la forma de preocupar a sus centrales y dar vida a los hombres de segunda línea. Había otro tono más esperanzador. Más competición de igual a igual.

Y aunque a los puntos los locales pensarán que debieron de ganar, el marcador se quedó inmaculado porque la falta de picardía donde se cuece lo importante fue el talón de Aquiles de unos y otros.

 

Ficha

Cádiz Casilla; Cristian, Silva, Fragoso, Cifuentes, Erice, Ormazábal, Enrique, López Silva _(Caballero, 83), Fran Cortés (Nano, 53) y Toedtli.

Huesca Doblas; Robert, De la Vega, Dorado, Borrego, Sorribas (Moisés, 70), Helguera, Sastre (Gallardo, 64), Camacho, Mikel Rico e Iriome (Vicente Pascual, 64).

Árbitro: Lizondo Cortés (Comité Valenciano). Amonestó a Sorribas, Dorado, Erice, Gallardo y a De la Vega, a éste en dos ocasiones, por lo que fue expulsado en el minuto 90.