JUEGOS OLÍMPICOS DE INVIERNO

Sochi toma el relevo de Vancouver con muchas incógnitas

Los malos resultados del equipo ruso en las recién clausuradas Olimpiadas y sus deficiencias organizativas ponen a la ciudad rusa Sochi en una posición delicada ante los futuros Juegos de Invierno.

El balneario ruso de Sochi (mar Negro), donde se celebrarán los Juegos Olímpicos de Invierno en 2014, toma el relevo de Vancouver con muchas dudas deportivas, organizativas y de seguridad.


"Por supuesto, esperábamos mucho más de la selección rusa. Hay que darle la vuelta a la situación y crear todas las condiciones para la participación en los Juegos Olímpicos de Sochi en 2014", aseguró Vladímir Putin, primer ministro ruso y gran aficionado al esquí.


En el plano deportivo, la olimpiada de Sochi no podía comenzar con peor pie, ya que la selección rusa obtuvo en Vancouver los peores resultados de toda su historia.


Tres oros, cinco platas y siete bronces en seis modalidades condenaron a la antaño mayor potencia invernal al undécimo puesto en el medallero, resultado considerado "vergonzoso" tanto por la prensa y por la oposición política, como por los aficionados.


El presidente ruso, Dmitri Medvédev, no se anduvo por las ramas y pidió que rueden cabezas con el fin de "modificar de forma radical la preparación de los deportistas".


Mientras el oso ruso se lamía sus heridas, Canadá, el país anfitrión en Vancouver, obtenía el primer lugar en el medallero con 26 metales, 14 de ellos de oro.


El caso es que Putin se juega su prestigio en Sochi, ya que estos Juegos son un proyecto personal lanzado por él cuando era presidente y con el que quiere devolver el orgullo a los rusos y recuperar el prestigio del país en la arena internacional.


Sochi es un lugar único en el que, según el alcalde de la ciudad, Anatoli Pajómov, uno puede bañarse en las cálidas aguas del mar Negro y media hora después ponerse los esquís para deslizarse por las montañas nevadas de la estación de Krásnaya Poliana.


Lo que ocurre es que actualmente únicamente existe una carretera que une la costa con las montañas, totalmente insuficiente para soportar el volumen de visitantes durante unos Juegos Olímpicos.


A diferencia de otras ciudades olímpicas, la subtropical Sochi tendrá que construir casi todas las instalaciones deportivas y muchas de las infraestructuras de transporte a partir de cero.


Según los expertos, la ciudad rusa necesita tender en los próximos cuatro años más de 200 kilómetros de carreteras y más de cien de vías férreas para evitar un colapso circulatorio.


Los túneles de montaña, que permitirán unir los recintos deportivos con la villa olímpica, la vía férrea de alta velocidad y la carretera de circunvalación alrededor de la ciudad son solo algunas de las obras que aún están en ciernes.


Según el plan maestro, Rusia invertirá casi 200.000 millones de rublos (6.600 millones de dólares ó 4.760 millones de euros) en los 123 proyectos olímpicos, en los que actualmente trabajan unas 14.500 personas, aunque el gasto real será mucho mayor.


El fuerte impacto de la crisis financiera espantó a muchas compañías rusas, lo que obligó a Putin a dirigirse públicamente a la clase empresarial para conminarla a invertir en los proyectos olímpicos que aún no cuentan con financiación.


En medio de la crisis, el Gobierno ruso anunció una rebaja del 15% del coste inicial de construcción de las instalaciones deportivas en Sochi, recorte que supondrá un ahorro de 300.000 millones de rublos (8.500 millones de dólares).


Putin prometió en diciembre pasado al presidente del COI, Jacques Rogge, que Rusia construiría dentro de los plazos previstos todas las instalaciones.


Las megalómanas obras en Sochi han disparado el descontento popular, ya que muchos residentes han visto expropiadas sus viviendas, y los ecologistas ya han puesto el grito en el cielo por la construcción de obras en parques nacionales y la tala de miles de hectáreas de bosques.


Greenpeace y el Fondo Mundial para la Naturaleza han dejado de cooperar con las autoridades tras denunciar que los cursos fluviales han sido contaminados y que los planes de construcción no respetan en ninguna medida el entorno natural.


Otro problema es la seguridad de la ciudad, que se encuentra en en el polvorín del Cáucaso norte ruso, región donde la violencia sectaria aún no ha podido ser sofocada por el Kremlin, y a unos 30 kilómetros de la república separatista georgiana de Abjasia.


Las autoridades rusas insisten en que la seguridad estará garantizada con el despliegue de baterías de misiles, fuerzas especiales antiterroristas y buques de guerra cerca de la costa.


Sochi, donde Putin acostumbra a esquiar, es el lugar donde descansaba el jerarca soviético, Yosif Stalin, y donde ahora pasan sus ratos libres y reciben visitas oficiales y privadas tanto el primer ministro como el presidente ruso.