zaragoza/huesca. Son palabras de Sebastián Álvaro, coordinador sobre el terreno del intento de rescate de Óscar Pérez. De alguna manera resume el estado de ánimo de todas las personas que se involucraron en el objetivo: escaladores españoles y norteamericanos, porteradores de altura y simples porteadores de campo base. "Lamento no haber podido llevaros a Óscar de vuelta a casa - dice con dolor y pesadumbre Sebastián Álvaro-. Lo siento en el alma. Pero no ha podido ser. La montaña no quiso. Ha sido una semana muy dura para todos nosotros".

Sebastián Álvaro no sólo se refiere al cansancio físico que acumuló el equipo de rescate en sus trabajos por las paredes casi verticales del Latok II. Hace alusión también al estrés mental provocado por el caso, particularmente manifiesto en Álvaro Novellón, compañero de cordada de Óscar Pérez. Todos sabían que había arriba un compañero herido y que trabajaban al límite, contra el reloj. En este sentido, Sebastián Álvaro, en manifestaciones públicas, reconoció ayer que se había perdido tiempo por la inicial negativa de Pakistán a levantar vuelos de helicópteros hacia el campo base del Latok II.

La contrariedad también era apreciable en las últimas horas en los rotros de Fabricio Zangrilli y Chris Szymiec, montañeros estadounidenses que se encontraban en la zona. Ambos acudieron voluntarios al rescate del español. Zangrilli, que regresaba del K2, dejó en las paredes del Latok II hasta la última gota de energía. Su desgaste físico fue el primer anuncio claro de que la tarea iba a ser más complicada de lo inicialmente previsto en las reuniones mantenidas en Skardú.

Manolo Bara, presidente de Peña Guara, club al que pertenecía Óscar Pérez, reconocía ayer que los miembros del equipo de rescate "están rotos. Lo están tanto en un plano físico como en un plano anímico". Son las secuelas que les ha dejado la frustración de no haber podido llegar hasta la repisa de Óscar.