REAL ZARAGOZA

Se agota el oxígeno

Una derrota el sábado ante el Barcelona puede desencadenar una reacción de Agapito Iglesias de imposible pronóstico. El grado de incandescencia de la respuesta del público de La Romareda, factor clave.

José Aurelio Gay, en La Romareda
Se agota el oxígeno
T. GALáN/APG

Silencio monástico. La jornada de ayer lunes transcurrió dentro de un solemne vacío de noticias procedentes del seno del club. Nadie rechista. Todos se miran, como en el mus, por si alguno se atreve a hacer alguna seña al de enfrente. Pero, por el momento, cejas, ojos, labios y lengua están quietos. El ambiente interno se corta con tijera mientras se intenta oir a través de los tabiques del despacho de Agapito Iglesias alguna palabra, ruido o similar que pueda dar alguna pista de por dónde va a romper el volcán.


Todos los ejecutivos y empleados de la SAD asumen que el actual statu quo de la entidad tiene fecha de caducidad a corto plazo. Que Agapito no puede aguantar el tirón hasta mayo sin mover piezas, sin tunear la fachada de su proyecto lo suficiente como para que desde fuera se vea que algo cambia en el tinglao que, desde hace cuatro años, se ha convertido el Real Zaragoza.


Antonio Prieto y Pedro Herrera, los responsables máximos del área deportiva, los padres ideológicos y manufacturadores principales del actual equipo, están advertidos desde hace días de que su futuro va ligado en buena medida al de Gay y Nayim, las cabezas visibles del cuerpo técnico. Estos, pese a la ratificación pública de Agapito en la estruendosa rueda de prensa que el accionista soriano protagonizó hace dos semanas, tienen asumido que el fútbol tiene unas leyes no escritas que, en la inmensa mayoría de los casos, acaban siendo dogmas cumplidos a rajatabla. Y que, por tanto, si no llegan las victorias de inmediato, va a resultar imposible aguantar al mando del vestuario indefinidamente.


A todos, a Agapito, a Prieto, a Herrera, a Gay, a Nayim, al equipo, a los ejecutivos y empleados, el oxígeno se les acaba. El ambiente dentro del club y, por supuesto, en la burbuja exterior del zaragocismo, es cada vez más irrespirable, más tenso, más negativo.


Agapito está, por el momento, cautivo de sus palabras recientes en las que ratificó a Gay hasta final de temporada sucediera lo que sucediera (con ese matiz posterior en el que afirmaba que, si en enero las cosas no iban bien, igual había que replantear semejante acto de fe en el técnico madrileño). Destituir ahora al entrenador rozaría el ridículo. Tendría una imposible explicación cabal. Rayaría con el absurdo. Pero también, dentro de la SAD, se sabe que estas premisas no son habitualmente impedimento moral para que Agapito tome la calle de enmedio y diga Diego donde hace nada dijo digo. Jurisprudencia al respecto hay suficiente en la historia reciente de este negociado.


Tras la derrota de Bilbao -de nuevo dolorosísima por las formas y la imagen exportadas por el equipo- y lo que se viene encima en las próximas semanas (Barça, Valencia, Mallorca, Sevilla y, poco más adelante, Real Madrid o Villarreal), la desazón comienza a brotar por todos los poros de quienes tienen cargos de responsabilidad en la compañía Real Zaragoza SAD.


Pintan bastos. Muchos bastos. Todos los bastos del mundo porque el equipo se ha quedado ya como colista en solitario y la primera victoria no llega. Con el paso de las jornadas y la disputa de partidos, el balance de puntos empieza a tener un significado y a marcar tendencias. 3 de 21 es la cosecha blanquilla hoy. Una catástrofe histórica a estas alturas, mucho más al observar que este fruto se ha consumado despues de haber sido incapaces de doblegar a rivales como el Deportivo, el Málaga, el Racing, el Hércules o el Sporting. La distancia con la orilla de la permanencia, paso a paso, va a ir abriendo brecha y va a generar mayores vértigos de no mediar un milagro en el que ya nadie confía.


Pendientes de La Romareda

El partido del sábado ante el Barcelona en La Romareda (18.00) ha adquirido ya valor de fiel termómetro para Agapito. De lo que suceda sobre el césped ante el supercampeón azulgrana y de lo que acontezca en el graderío antes, durante y después del choque, va a depender en gran medida la puesta en marcha del molinillo que el dirigente zaragocista tiene hasta ahora con el interruptor de corriente apagado.


Una nueva derrota lacerante (se teme como a una tronada la visita de los culés) y el grado de incandescencia que pueda adquirir la respuesta del público contra el palco se asumen como detonantes de decisiones hasta ahora aletargadas en espera de una reacción del equipo que ni llega ni parece asomar en el horizonte próximo.


Ayer, Gay se fue a Madrid, como hace en cada fiesta semanal, para pasar unas horas con su familia. Nayim, Solana, Cabellud, todos desconectaron de la realidad por unas horas. Nadie provocó reunión alguna y todo se rumió en privado. O sea, como ha sido hasta ahora, semana a semana, desde que arrancó la Liga (sinónimo de calvario en este caso). La rutina sigue vigente y hoy todos volverán a los entrenamientos. Pero en sus cabezas está presente que, o llega un triunfo ya mismo, o la tensa calma vigente va a terminarse.