XEREZ, 3 - ZARAGOZA, 2

Salvación vía radio

El Zaragoza logró la permanencia gracias a los fallos del Málaga y el Tenerife, tras perder ante el colista en un penoso partido. La falta de tensión del equipo aragonés derivó en una triste imagen en Jerez.

Roberto se lamenta dentro de la portería tras encajar un gol del Xerez.
Salvación vía radio
EFE

 Ya estamos oficialmente en Primera División. Las matemáticas dicen por fin que el Real Zaragoza no va a ser, con rotunda seguridad, uno de los tres que el próximo fin de semana se vaya a Segunda División. Respiremos hondo, miremos al cielo, perdamos la mirada en el horizonte y démonos con un canto en los dientes (esto último, mejor metafóricamente) por haber salvado una situación límite, el descenso, que podría haber sido catastrófica de haberse consumado.El Real Zaragoza salió anoche de Chapín con la permanencia bajo el brazo pese a firmar uno de los partidos más lamentables de la temporada en todas las facetas del juego. Partido que, por supuesto, perdió. Duelo que, por culpa de su actitud, resultó lamentable de ver para un zaragocismo que todavía soñaba con obtener un maquillaje postrero en la clasificación que dejase para la historia una posición muy por encima del padecimiento que se ha vivido durante nueve meses.

El Xerez, colista durante todo el año, llega así vivo a la última jornada. Los andaluces fueron mejores que el cuadro blanquillo durante toda la noche. A base de casta, mediante sus poquitas virtudes, a través de la fe, el esfuerzo y la intención. Características que, en ningún caso, esgrimieron los zaragocistas a lo largo del envite.

José Aurelio Gay, además de sincero en sus declaraciones y firme en sus decisiones como entrenador, ya sean acertadas o erradas, es un tipo con olfato. Ha sido cocinero antes que fraile y, de fútbol y vestuarios, sabe latín.

El viernes, cuando Agapito ordenó de manera unilateral que a Jerez viajase toda la plantilla y planificó -junto con la jarcia de ejecutivos que le acompañan últimamente hasta al baño- una noche de juerga en Sevilla para celebrar la permanencia del Real Zaragoza en Primera División, Gay torció el morro. El técnico, que se está ganando su prestigio en la elite, que se está dejando la piel en cada gesto y en cada choque en su debut entre los mejores, quería ganar anoche en Chapín. Pidió a los chicos que, por una vez, fuesen capaces de enlazar una tercera victoria consecutiva en esta Liga tan deficiente que va a concluir el cuadro blanquillo en unos días. Pero sin ganas, es imposible jugar al fútbol. Y anoche, en Jerez, el Real Zaragoza mostró muy pocas dosis de ese género.

La derrota final fue por 3-2. Ajustada a simple vista y con muchos goles. Pero ese marcador final no refleja la verdadera intrahistoria del encuentro. El Xerez mereció más diferencia en el tanteador y el Real Zaragoza, un día más, obtuvo un porcentaje de acierto ante la portería de Renan muy por encima de lo normal para la calidad y el número de ocasiones que supo y pudo generar ante el marco jerezano.

El primer tiempo, por ejemplo, acabó 1-0. Pero bien pudo hacerlo 3-0 sin que nadie se hubiera extrañado lo más mínimo. ¿Por qué no fue así? Por la misma razón de las últimas catorce semanas: Roberto Jiménez, el portero que ha colaborado decisivamente a la salvación del Real Zaragoza y que, definitivamente, merece un monumento para la posteridad.

Cierto es que en ese primer gol de los azulones, anotado sin querer por el lateral Francis en un centro-chut que se envenenó de mala manera hasta acabar entrando por la escuadra del segundo palo, Roberto pudo haber hecho más. Pero antes, el arquero ya había sacado un mano a mano ante Alustiza nada más comenzar el partido y, después, rubricó un paradón bajo palos a cabezazo de Orellana que acabó con la pelota en el larguero cuando el gol estaba hecho. Durante esa primera mitad, no hubo noticias del Zaragoza en el área azulina. Un tirito de Colunga al inicio y otro de Gabi por encima del travesaño antes del intermedio. Todo de lejos, sin ligar jugadas en combinación. Como siempre, vamos.

La sensación durante el tiempo de descanso era de desazón desde el prisma del zaragocismo. No había por dónde agarrar la imagen que el equipo dio durante esos incalificables 45 minutos. Simultáneamente, el ambiente en la grada se calentaba al saber que los resultados de los demás rivales de la cola daban vida al Xerez de cara a la última jornada si era capaz de ganar al Zaragoza.

Quizá por eso, la segunda mitad se volvió loca de repente una vez que Ander Herrera logró el 1-1 en un disparo raso desde la frontal del área (desde lejos otra vez, porque el equipo no supo nunca llegar al área con solvencia). El Xerez salió de la caseta con la intención de aguantar el 1-0 hasta el final si el Zaragoza no le forzaba. Y así, con ritmo cansino pero nervioso, transcurrieron los primeros 20 minutos de la reanudación. Los locales contemporizaban y los visitantes no lograban meterse en vereda. Lafita y Colunga dieron alguna muestra de vida, pero insuficiente para pensar que algo iba a cambiar de manera radical.

Y, en esas, Herrera aprovechó una contra de Lafita para, raso y colocado, batir a Renan desde 25 metros. De lo que pareció una señal de resurgimiento zaragocista se pasó, en apenas un minuto, a la reacción letal del colista. El Xerez, que ya había avisado en un mano a mano de Armenteros que Roberto, otra vez, salvó en un paradón marca de la casa, hizo el 2-1 en un desajuste de los centrales. Y, sin tiempo para que el Zaragoza volviera a reaccionar, llegó el 3-1 en otro error mayúsculo de marcaje a la salida de un córner tras otro balón colgado.

En medio de la locura en el graderío (¡Sí, sí, sí, lo vamos a conseguir!, gritó Chapín con esperanza), Gabi, en una acción tan improvisada como desesperada, se inventó un derechazo desde 30 metros que se coló por la escuadra y supuso el 3-2. El frenesí en el que convirtio el Xerez ese tramo del partido a base de coraje y fe en sus posibilidades patrocinó la consecución de cuatro goles en tan solo 8 minutos (del 66 al 74).

En el desorden, salió beneficiado y ganador final quien más lo buscó, quien más expuso, quien más lo mereció. Si uno repasa someramente las ocasiones claras de gol que hubo anoche en Chapín, se da cuenta que el Zaragoza encajó 3 tantos como pudo haber encajado el doble de no mediar Roberto y el larguero. Y eso, ante un equipo como el Xerez, no requiere más explicaciones para describir el pelaje del fútbol que desarrollo el equipo zaragozano.

No habrá edulcorante en la clasificación final. Al final, los numeros no los supo cuadrar anoche el Zaragoza. El arqueo le llegó por radio. Menos mal que así también servía. Alea jacta est.