LA DESÉRTICA DESDE DENTRO

«No sé qué tiene esta carrera, pero cada año que la corro me enamora más»

El corredor zaragozano Alfonso García relata su aventura en la carrera Desértica de Belchite. «Serán los paisajes espectaculares. Será la organización siempre perfecta. Será el agradable ambiente que siempre se respira, pero el caso es que me encanta y espero ávido que llegue julio para disfrutarla».

Alfonso García durante la Desértica de Belchite.
«No sé qué tiene esta carrera, pero cada año que la corro me enamora más»
A. F.

Este año teníamos algo extremo de verdad. 44k nos esperaban por delante en la línea de salida de Belchite. Aunque a las 8.30 la temperatura no era tan alta como los días anteriores, durante la noche habíamos tenido tormentas, por lo que el grado de humedad era bastante elevado. Definitivamente había decidido salir con mochila, con un camel de 1 litro de agua congelada y cuatro Powergel.


Y a la hora indicada nos ponemos en marcha. Estos primeros 20k son territorio desconocido, y lo que se intuía en el perfil no se parece a lo que realmente hemos tenido. Salgo con un tiempo objetivo en la cabeza de 4 horas para intentar coger un ritmo crucero constante. Y en esas me he puesto. Los primeros 8k pican hacia abajo, por pistas anchas y fáciles y con el día todavía relativamente fresco. Veo más o menos que rondo el puesto 15, con un grupo de cabeza de tres que se ha ido por delante, otro de cuatro – cinco unidades siguiéndoles y después un reguero de corredores sueltos. A partir del 9 el terreno cambia. Empieza a picar hacia arriba y las anchas pistas se transforman en caminos más técnicos de piedra suelta y cierto desnivel. Me parece una parte ciertamente bonita, bastante distinta a lo acostumbrado otros años, con el ascenso a un vértice geodésico, descenso entre paredes y unas cuantas subidas y bajadas.


En la subida al vértice, k12 me he encontrado algo flojo, las piernas no respondías mucho y me he tomado el primer Powergel. Como siempre, me ha sentado de maravilla y en el trayecto hasta La Puebla de Albortón las zapas han empezado a volar, adelantando a seis corredores. Aquí estaba el segundo avituallamiento, y como siempre dos botellas de agua: una y media para ducharme y la media restante para beber. El tiempo de paso es 1h50 para 22k. Dejamos atrás las casas y empezamos el tramo de cresteo, recuperando nuevamente el de hace unos años, más largo, técnico y empinado. Aprovecho la subida para avanzar tres posiciones más, iniciando el complicado descenso en sexta posición. Justo cuando termino el descenso oigo el cohete que da la salida a la prueba corta de 25k. Desde ahora ya el recorrido es común, por lo que supongo que me alcanzarán unidades de esta otra prueba.


Entramos en el tramo de la foz de Zafrané. Sin duda el más bonito de todo el recorrido, pero también el que más se atraganta todos los años. Realmente no sé porqué, pero es hacia arriba y siempre me atranco. Esta vez no podía ser menos, y se me hace larguísimo atravesarlo. Entretanto me tomo otro Powergel, k25, llego a la cantera de piedra, k30, y a unos 500 mts llevo a otro corredor que parece que va justillo. Lo alcanzo en el 32, compartimos unos metros y meto el cazo hasta el fondo. En un cruce, en vez de fijarme en las marcas sigo recto, bastante encebollado, y avanzo sin darme cuenta de que es el camino equivocado. Tardo unos 1500 metros en enterarme, y dar la vuelta bastante cabreado. Me he chupado casi tres kilómetros más, casi 15’ cuando ya el terreno que quedaba era totalmente favorable y me sentía muy bien. No sé cuántos me habrán adelantado, pero me ofusco y cometo el segundo error del día, tirar a saco intentando recuperar el tiempo perdido.


Mal, muy mal, porque cuando cojo la interminable línea blanca de la antigua vía del tren me encuentro fundido. El camel me lo he pimplado entero, y en el avituallamiento del k38 (hablo de kms de perfil)me tomo mi tiempo. Una buena ducha con manguera, me siento en una caja para rellenar el camel y tomarme otro Powerbar y para adelante. Los dos kilómetros hasta el 40 se me empiezan a hacer largos. Me he vaciado mucho y lo notan mis piernas y, sobre todo, mis gemelos. Esto último me extraña un poquito, porque si algo he hecho ha sido beber agua como un camello… Vuelvo a beber en este avituallamiento.


Sólo quedan 4 pero son esos cuatro en los que se bordea el pueblo y parece que no se llega nunca. El camino se me hace muy eterno. Los kilómetros se estiran como si fueran de goma y no voy, no voy nada. Toca andar. Una vez, dos veces, tres veces… hasta que por fin piso asfalto con los ecos de la megafonía. En la última recta me da un latigazo el gemelo y tengo que parar a estirar. Giro a la derecha y entrada en meta en 4h02’ que era el tiempo previsto, pero que después de cómo se habían desarrollado los dos primeros tercios, hubiera sido bastante más bajo seguro. Posición final, 9º. Esto sí me ha sorprendido, porque creía que había bajado más posiciones durante mi “excursión”.