NÁSTIC, 1- HUESCA, 1

Punto enorme

El Huesca contuvo bien al Nástic y tuvo el mérito de empatar, tras el gol del equipo catalán. Roberto se confirma como ariete de plata: lleva anotados dos goles en dos partidos.

Otro punto de esfuerzo y humildad. Valioso empate postrero. Resultado que confirma y agranda. El Huesca se valió de la psicosis de los últimos cinco minutos que acogota al Nástic para quitarle dos puntos y llevarse uno. En un partido áspero y de escasas ocasiones, los de Calderón pescaron junto al mar.


El encuentro empezó anestesiado, con una lentitud exasperante, como si ambos equipos se hubieran puesto de acuerdo para observarse durante un rato con un pacto de no agresión. Al Huesca no le estorbaba la tregua y entró con gusto en esa dinámica de juego cansino.


Esa parsimonia siempre beneficia al conjunto visitante, menos obligado por naturaleza. Además el Nástic tampoco daba miedo, torpe en la construcción e hipotecado en los balones largos a Moisés, en la esperanza de que allí nacieran segundas jugadas.


Eran minutos propicios para que los de Calderón se empezaran a creer que podían mandar en el partido, que tenían suficiente manejo del balón para convertirlo en peligro y no conformarse con sentirse cómodos sobre el césped. Con ese pensamiento, una combinación por la banda derecha permitió un pase de la muerte para Roberto, en posición franca para marcar. El delantero cayó en el momento del remate, dejando la duda de si tenían razón al reclamar pena máxima.


La tarde seguía gelatinosa. El Nástic seguía vendiendo su suerte a Moisés, bien amarrado por Corona y Dorado, y sólo amenazaba con las llegadas del senegalés Diop. El Huesca parecía satisfecho con el tratado de paz y dejaba que pasaran los minutos sin mostrar especial interés en presentarse ante Rubén.

Mayor ambición


El ensayo de la primera parte dio paso tras el descanso al fútbol de 140 pulsaciones. Las que puso Rubén en la afición del Huesca cuando conectó una volea a la que el otro Rubén respondió de forma espléndida. Fue el paradón de la tarde y quizá de la jornada.


Sin embargo, fue el Nástic el que marcó. Un rechace de la defensa quedó franco para que Redondo batiese a Eduardo. No había más remedio que irse arriba. Y ahí apareció Roberto, con la intuición para desmarcarse rozando el fuera de juego, con la habilidad para poner la puntera donde resultara mortífera. Segundo partido y segundo gol. La adaptación a la categoría se demuestra con hechos. Y Roberto ya es de plata. Como el Huesca.