REAL ZARAGOZA

Poschner presenta la dimisión a Agapito

El director general abandona el Real Zaragoza de forma irrevocable por voluntad propia. El alemán, que llegó al club hace diez meses, ha terminado enfrentado con el resto de ejecutivos al no compartir los métodos de trabajo que rigen en la SAD.

Gerhard Poschner dialoga con Agapito Iglesias en el palco de La Romareda cuando su relación personal aún no se había roto.
Poschner presenta la dimisión a Agapito
J. M. MARCO

Estaba cantado, se podía adivinar desde hace muchas semanas. Y ya es una realidad. Gerhard Poschner ha presentado, por voluntad propia y de manera irrevocable, su dimisión como director general del Real Zaragoza a través de un buró-fax enviado anoche a Agapito Iglesias, el presidente y máximo accionista del la SAD.De este modo, el ejecutivo alemán pone punto final a una breve andadura como número 2 del organigrama directivo de la entidad blanquilla que comenzó a primeros de agosto, en plena pretemporada, y que se ha quedado a unos días de cumplir los diez meses de estancia como responsable gerencial de la compañía.

Poschner no quiso hacer declaraciones a última hora de ayer, aunque sí reconoció la veracidad de la noticia. El germano ha estado madurando con calma en las últimas fechas cuál era la salida más conveniente a su incómoda y desagradable situación personal dentro del club, donde el resto de ejecutivos (incluido Agapito) le han hecho el vacío por completo desde hace más de un mes. Al final, ha decidido tomar la iniciativa y ser él quien ponga fin a la relación laboral que le ha unido al Zaragoza.

El aterrizaje de Poschner en el Real Zaragoza como mano derecha de Agapito Iglesias levantó polémica desde su misma consumación. El alemán, de nulo pasado zaragocista, llegó sin ninguna experiencia directiva a un cargo de altísima dirección procedente del mundo de la representación de futbolistas. De hecho, su vínculo con el Real Zaragoza se produjo cuando, apoderando a Ewerthon, se fraguó el fichaje del brasileño procedente del Borussia Dortmund alemán, aún con Soláns al mando.

En los primeros meses, Poschner asumió el máximo poder en cuestión de fichajes, traspasos y cesiones, desplazando a un incipiente Antonio Prieto -el director deportivo- que acababa de ser ascendido dos meses antes por Agapito en el escalafón directivo por encima del secretario técnico, Pedro Herrera. El máximo accionista (entonces aún no era presidente, ya que aún continuaba Bandrés) volcó toda su confianza en el teutón, de quien siempre destacó su "amplio conocimiento de todos los mercados futbolísticos" y su "facilidad para hablar varios idiomas".

Una profunda amistad

Agapito y Poschner, como así reconocieron en diversas ocasiones ambos, habían establecido una estrecha amistad personal -incluso de índole familiar- a través de las diferentes operaciones en las que Pochi -así conocen y llaman los amigos al alemán- intermedió en nombre del Real Zaragoza en los años precedentes (las de Ricardo Oliveira con el Milan y el Betis fueron las más importantes). De ese roce personal, poco a poco fue surgiendo la idea de que, un día, Poschner pudiera llegar a ocupar el puesto que ha tenido en el cuadro de mando del Real Zaragoza hasta hoy mismo. Y así sucedió.

La irrupción de Poschner puso en guardia de inmediato, no solo a Prieto, el principal desplazado con su contratación sorpresa, sino sobre todo a Pedro Herrera, el incombustible secretario técnico que acumula ya 18 años de vinculación con el Real Zaragoza al frente de las contrataciones desde su perenne cargo.

El conflicto que se abrió de inmediato con Marcelino, el entrenador, a causa de la mala marcha del equipo, vino a unir postizamente en un mismo frente a todos los dirigentes y ejecutivos de la entidad hasta que se llevó a cabo la destitución del técnico astur a mitad de diciembre. Pero, a partir de ahí, sobre todo con la apertura del mercado de enero y la necesidad de fichar un gran número de refuerzos para intentar evitar el descenso (al final fueron siete), las grietas, las diferencias personales y las zancadillas pasaron a primer plano en los despachos de la sede zaragocista. Poschner trabajó con unos criterios muy concretos, basados siempre en criterios empresariales que tuvieran siempre al Real Zaragoza por encima de cualquier interés, y se encontró con maniobras y circunstancias extrañas por parte de sus propios compañeros de la SAD que, primero advirtió a Agapito y, después, intentó combatir.

La relación con Herrera y Prieto se resquebrajó por completo y, lo más importante, obligó a Agapito a definir en qué lado de la guerra interna se ubicaba. Si con su amigo y mano derecha desde que él mismo lo trajo en agosto, Gerhard Poschner, o con Herrera y Prieto (este, había comenzado la temporada en una posición cercana a Marcelino y lejana de Herrera, ubicación que mutó cuando el entrenador fue despedido).

Un desagradable desenlace

Durante febrero y marzo, Agapito navegó entre dos aguas. Pero el mecanismo interno que rige el actual Real Zaragoza fue atornillando al máximo dirigente blanquillo paso a paso al bando de Herrera y Prieto, llegando a finales de abril con el saludo prácticamente retirado al, en tiempos no lejanos, íntimo Poschner.

La salida del director general salpica de nuevo la tortuosa trayectoria de Agapito al frente de la SAD zaragocista, cuyas riendas tomó relevando a Alfonso Soláns hace ahora mismo cuatro años. Al margen de la larga lista de entrenadores que han pasado por la caseta con sus respectivos cuadros técnicos (Víctor Fernández, Ander Garitano, Javier Irureta, Manolo Villanova, Marcelino García Toral y José Aurelio Gay, este último con su futuro aún en el aire), y del más de un centenar de operaciones relativas a fichajes, traspasos y cesiones de futbolistas, hay que añadir las máculas de las sonoras dimisiones del anterior director deportivo (Miguel Pardeza), del anterior presidente ejecutivo (Eduardo Bandrés) y de los seis consejeros del anterior Consejo de Administración (Juan Fabre, Manuel Teruel, Fernando Zamora, Agustín Ubieto, José Luis Melero y José María Serrano), por citar las figuras más emblemáticas de su proyecto que se han ido quedando por el camino de forma conflictiva.