¡Peligro, Chupete!

el protagonista Humberto Suazo debuta en La Romareda con el revólver cargado y todos los focos apuntándole. Sus esperados goles construyen el argumento central de la salvación del Real Zaragoza.

Humberto Suazo se entrena con el Zaragoza.
¡Peligro, Chupete!
efe

Al fútbol siempre se le busca un salvador cuando las penas, los apuros y los agobios penetran por la ventana. El Real Zaragoza sabe de eso en los últimos tiempos, siempre que el gol le ha esquivado en el primer tramo de competición dejando su ataque árido, vacío de depredadores y números agradables. Recuerden los regresos, por ejemplo, de Esnáider, Milosevic o Dani, todos ellos recuperados en su día como soluciones de urgencia para una delantera desafilada.

 

Ese hombre, ese remedio, ese salvador, se llama ahora Humberto Suazo, el 'Chupete', un apodo de significado cándido e inofensivo que asociado al delantero chileno suena a arma mortal, a ruido de goles, redes rotas y defensas abiertas en canal.

 

La Romareda descubre hoy a Suazo y espera hacer lo mismo con sus goles. Aunque Suazo renuncia a su misión salvadora, el zaragocismo ha convertido al 'Chupete' en un clavo ardiendo, en el alimento básico de la salvación. Uno de los axiomas de la permanencia se sustenta en el gol, en la posesión de un ariete despiadado. En Zaragoza, el último descenso, subrayó que eso no es suficiente. Ni Oliveira ni Diego Milito pudieron contrarrestar una pobreza defensiva que aún pervive. Ahora el Zaragoza carece de lo uno y de lo otro, de pólvora y cemento.

 

A expensas de cicatrizar la defensa, el Real Zaragoza ya tiene a Suazo, el chileno de la estadística brutal. Las 154 celebraciones de gol en los 222 partidos que ha jugado en los últimos seis años elevan a Suazo a la categoría de goleador compulsivo. Eso sin el recuento de los goles con Chile, la selección de mejores modos, la más aterciopelada del momento en Sudamérica, pese a su apariencia ruda.

 

Pie de martillo

Esa pulsión goleadora es la que se mira con esperanza y ansia desde la grada de La Romareda e incluso desde su palco de dirigentes y autoridades. Con Suazo uno puede ilusionarse de dos maneras: o indagando en su currículo de goles cobrados y víctimas lamentándose, o escuchando el sonido de su pie de martillo.

 

Durante la semana, la Ciudad Deportiva ha sonado a sus impactos al balón. Le pega con cruda violencia, duro y sin importarle el lado, con la derecha o la izquierda, en el área o desde fuera, en carrera o en estático, desde una falta o en un rechace, pero siempre duro, sabiéndole pegar. Así, disparando, ha vivido sus primeros días en Zaragoza, tiempo empleado también para empaparse de las doctrinas tácticas de José Aurelio Gay. A Suazo nada le ha parecido extraño de la forma y los modos del Zaragoza. Jugará como principal referencia de ataque, flanqueado por dos extremos, en una delantera de tres, tal y como lo hace con el Chile programado por Marcelo Bielsa. Como en su selección, el 'Chupete' deberá inaugurar la zona de presión, hostigar la salida rival y descifrar velozmente los espacios abiertos.

 

Lo hará con ese cuerpo de tronco corto y ensanchado, de goleador de bolsillo, con su 1,72 de estatura y en permanente batalla con los 80 kilos de peso, con su rostro marcado por la huella mapuche, pétreo y bonachón a la vez. Así es el goleador que ha conquistado Chile y México, el nuevo pistolero de La Romareda, el chico que fue rebelde antes que ídolo, el amante del chocolate y las patatas fritas, el barrilete de los Andes, de quien se dice que "es como un niño, muy bueno, de buen corazón", quien salió de la calle para convertirse en héroe chileno, quien reconoce "haber marcado los goles que siempre soñó"? Seguro que a Suazo aún le faltan sueños por cumplir.