REAL ZARAGOZA

Papeles cambiados (0-2)

El Real Zaragoza de Segunda División dio mejor imagen que el Sporting de Primera y sentenció el partido antes del descanso. El nivel del juego fue bastante escaso en general.

"Habrá otro más pobre y triste que yo?", se preguntaba el sabio mísero de la legendaria fábula de Calderón de la Barca. Si ese mustio protagonista fuese, figuradamente, el provisional Real Zaragoza de esta pretemporada, quien vendría detrás, mucho más pobre y triste recogiendo las hierbas que los blanquillos tiran, sería el Sporting de Gijón. Efectivamente, es posible estar, a 20 días para el inicio liguero, peor y más desorientado que el actual cuadro zaragocista: el Sporting recién ascendido a Primera lo demostró ayer en Ferrol. ¡Qué pena de partido, el de los asturianos! El Zaragoza, en su espesura y sin hacer nada del otro mundo, fue ayer capitán general en el partido más serio de la semana gallega. Superó en todo a los rojiblancos que dirige un preocupado Manolo Preciado en su regreso a la máxima categoría. Enseguida se vio que el Zaragoza era mejor equipo que el Gijón. El partido era lento, sin ritmo, cansino, pero el balón siempre fue de los blanquillos. Y eso es garantía de tranquilidad en la retaguardia, todo un alivio para este Zaragoza tan endeble de medio campo para atrás.


El Sporting fue incapaz de ligar una sola jugada de ataque. Literal, ni una sola. Según fueron pasando los minutos, los leves chizpazos de calidad de los zaragocistas (Milito fue ayer el que más aportó) advirtieron que, si llegaba el gol entre las tinieblas, iba a ser en la portería asturiana. Y los indicios se convirtieron en certezas antes de la media hora. Diego, que ya lleva 4 tantos este verano, quebró a su central y batió por alto al portero rival tras un pase diagonal de un incisivo Paredes. Y antes del descanso, Hidalgo se estrenó como goleador al cabecear un córner y puso el holgado y merecido 0-2 que resultaría definitivo. En el mundo de los ciegos, el tuerto era el rey. Y con diferencia.


El carrusel de cambios mutó para peor la segunda fase del duelo. En los primeros 45 minutos, el Sporting no llegó jamás al área blanquilla, pero los zaragocistas al menos sí que generearon media docena de ocasiones que Milito (hasta tres), Sergio Fernández y García no supieron convertir. Tras el intermedio, los gijoneses siguieron igual de negados y, esta vez, el Zaragoza les secundó la postura y cayó en picado, sin llegar a tirar a puerta de ahí al final.


Los aragoneses terminaron los últimos 5 minutos con nueve hombres por las lesiones de Gabi (a falta de un cuarto de hora) y de Ewerthon cuando Marcelino ya había hecho todos los cambios. Así, surgió un ensayo espontáneo para aprender a jugar en inferioridad. El equipo se metió atrás y aguantó bien los últimos coletazos de un Gijón que con Bilic, Matabuena y Morán fue algo más consistente. En el Zaragoza, todo sigue igual. Regular tirando a mal.