El filial sigue ahí, a escasos centímetros de los puestos de 'play off', pese a los numerosos contratiempos que han azotado al equipo a lo largo de la temporada. Y quiere seguir creciendo. Con una de las peores plantillas de toda su historia, y con importantes rémoras en forma de lesiones, el Zaragoza B se ha topado con obstáculos de envergadura, cada vez más adversos, que sin embargo ha sorteado con decisión y firmeza. Su última gesta fue protagonizada el pasado miércoles, en los octavos de final de la Copa Federación, tras eliminar del torneo al Sabadell, un sólido aspirante a la categoría de plata.

Ahora, en su regreso al campeonato liguero, el filial vuelve a afrontar un reto de gran exigencia. El equipo de Emilio Larraz visita hoy el campo del Calatayud (16.00), un escenario de máxima dificultad en el presente curso. De hecho, los bilbilitanos permanencen invictos en San Íñigo, donde suman nueve victorias y dos empates. Ni siquiera el Utebo (2-0), el Sabiñánigo (1-0) y el Ejea (1-1), equipos de la zona alta, pudieron conquistar allí la victoria. Incluso el Andorra (5-2), líder destacado de la competición, recibió un duro escarmiento en su visita a Calatayud.

Gracias, entre otras cosas, a su fortaleza como local, el equipo bilbilitano opta esta temporada a los puestos de 'play off'. Su recorrido ha resultado arduo y laborioso: tras sufrir el drama de su desaparición, el club resurgió de sus cenizas en 1995. Y lo hizo con un proyecto sólido y estable; con un plan que contemplase, única y exclusivamente, el regreso del equipo a la máxima competición regional. El Calatayud logró su propósito en 2003 y, desde entonces, se ha dedicado a echar raíces en la Tercera División. Ahora, una vez asentado en la categoría, se ha fijado metas más ambiciosas.

Se trata de un conjunto enérgico, competitivo, con futbolistas de muchísima calidad. Algunos de ellos, como Suso, Acerete, Roche y Carlos Pérez, se formaron en la Ciudad Deportiva del Real Zaragoza.