CAI BALONCESTO

Nuevo roll para el mismo DP

El pívot se muestra satisfecho a pesar de la pérdida de protagonismo e incide en que lo "importante es que el equipo siga ganando"

Si en el Palacio de Buckingham el compromiso deportivo sumase méritos, Darren Phillip estaría atusándose el traje para ir a la ceremonia en la que se le impusiese la condición de Caballero de la Real Orden Británica. Unido a otros tantas personalidades del país del té, en su caso el repetidísimo 'God save the Queen' sería una oda al CAI Zaragoza.


Su cara no ha cambiado. Expresiva como siempre, capaz de arrancar la más profusa de las sonrisas y provocar el respeto en cualquier terrícola. Su blanca dentadura le delata, no hace más que dar fe de su alegría por el transcurso del devenir de la plantilla en las últimas semanas, a pesar del cambio de rol que le está tocando protagonizar en su regreso a la ACB. "Yo no tengo ningún problema en estar en el duodécimo puesto de la rotación si el equipo sigue ganando", aclara Darren Phillip. Haciendo gala de la impactante cordura dentro de ese cascarón de locura que le rodea, acepta el banquillo como una obligación y no como un castigo.


El respeto que se ha labrado con sus constantes guiños a la afición y por su entrega con el equipo le deja como una voz autorizada dentro del vestuario para analizar los últimos avances de su equipo de los que pueden estar "satisfechos". "Aún así todavía queda mucho para lograr el plan de la permanencia", avisa el interior. "El partido frente a Canarias no solo es importante porque van líderes, sino porque la liga está demostrando que es vital ganar fuera para mantenerse", matiza. Sus atolondradas palabras son francas como las de cualquier 'sir' británico. "Tuve un nivel aceptable frente a Manresa", contesta en referencia a su mejora del pasado fin de semana aunque asegura que le falta "chispa". "Mi problema es que este año no hay muchos minutos, y si además falta chispa a mi juego, ya sabemos lo que pasa".


Que Larry Lewis esté protagonizando una segunda juventud en lo que a colarlas por el aro se refiere, le presenta un reto. "Ahora no puedo sacarle de la pista. Necesito coger minutos y seguro que lograre un buen nivel de juego", explica. DP, sin embargo, no ve con malos ojos formar esporádicamente pareja de baile con el norteamericano. "Es una buena opción, ya que podemos dar más velocidad al juego de ataque. Nos conocemos bien, sé lo que le gusta y, aunque es imposible que sea durante los cuarenta minutos, podemos sacar momentos importantes adelante".


Si su sonrisa es la mejor foto del sentimiento del CAI, su voz está siendo uno de los sonidos del equipo zaragozano. Sus desgañitados gritos, que incluyen algún que otro exabrupto lejano del pulcro lenguaje nobiliario, son su mejor vitamina para espolear a sus compañeros en entrenamientos y partidos. DP no ha parado de vociferar desde que aterrizó en Zaragoza dos veranos atrás, y lo hará desde el círculo central de la pista, así como al fondo del banquillo. "Lo seguiré haciendo si esto ayuda al equipo. Es importante porque a todos les anima y les motiva ver a un compañero animándole a gritos", afirma.


En la peculiar operación de repartir minutos de juego, su técnico ha montado una derivada a costa de los minutos de Garcés que la solución, de momento, es mantener las posaderas del panameño pegadas al banco. "Rubén está trabajando bien y él es muy muy bueno y es muy listo . Es imposible tener a los doce en buen momento toda la temporada", justifica.


Su pasaporte, de origen londinese, se forjó al aire de las canchas de Brooklyn. Es lo único que falta para ver lo poco inglés que resulta DP. Ahora en Zaragoza ha permutado un comportamiento digno de un 'sir' británico con el carácter de 'sheriff' en el vestuario.