OPINIÓN

Nombres propios

El afán de simplificar ha querido reducir los grandes favoritos de este Mundial a dos: España y Brasil; pero hay más, el campeonato es mucho más rico y tiene otros matices.


Todos los que fueron a lo largo de la historia campeones del mundo están en Sudáfrica. Además se trata de un torneo que suelen ganar los mismos o, por decirlo de otra forma, hay muy pocas variaciones en el grupo de las grandes selecciones. En las tres últimas décadas los finalistas han salido de un grupo selecto: Brasil, Alemania, Argentina, Italia y Francia.

Esta vez la novedad es que España, que nunca hizo nada importante en una cita mundialista, está en los pronósticos entre ellas e, incluso, mejor colocada que muchas. Es la primera vez que tiene posibilidades reales de optar al título. En las anteriores ocasiones se trataba solo del deseo de los aficionados de ver triunfar a su equipo y de la magnificación que realizaban algunos medios de comunicación.


Llega avalada por una trayectoria magnífica, rubricada con el Campeonato de Europa, en la que solo ha perdido uno de sus últimos 50 partidos y ha ganado 46 de ellos. Además, justo es reconocerlo, es la que mejor fútbol hace, aunque esto por sí solo no garantiza ganar el título.


Dunga ha construido un Brasil fuerte y pragmático. No ha buscado el tópico del jogo bonito, sino que ha apostado por el músculo. Tiene equilibrio, una defensa segura, mucha velocidad y talento arriba. Argentina tiene los mejores delanteros –Messí, Tevez, Milito, Higuaín, Agüero-, una defensa que plantea dudas y a Maradona en el banquillo, que todavía no ha dado con el modelo.

Alemania e Italia saben competir y sufrir. Manejan los detalles y cometen pocos errores. Suelen ir a más conforme avanza la competición. Habrá que ver hasta qué punto ha cambiado Capello a Inglaterra. Se ha empeñado en convertir a un grupo de muy buenos jugadores en una selección creíble. De esos seis equipos debe salir el campeón y también el finalista. ¿Y la revelación? Esperemos que lleve nombre africano.