Fórmula 1

La carrera de los cuchillos largos

La polémica victoria de Vettel en el GP de Malasia ha abierto la caja de los truenos en Red Bull y Alonso es quien más beneficio.

Vettel en el podio, tras el GP de Malasia
La carrera de los cuchillos largos
EFE/AHMAD YUSNI

Mark Webber y Sebastian Vettel no eran amigos íntimos. Ni lo han sido nunca. Aparte de una pequeña brecha generacional, el australiano y el alemán han tenido sonoros desencuentros desde que sus caminos confluyeron en la temporada 2009. Por un lado, estaba el piloto veterano, heredado de la estructura Jaguar y que, pese a que no encajaba del todo en la filosofía de Dietrich Mateschitz, se podía aceptar como un buen complemento. Por el otro, el primer campeón fabricado a los pechos de la 'madre Red Bull'. Sebastian Vettel es el paradigma, la excepción que confirma la regla, el culmen al que todos los pilotos de la inmensa cantera que controla Helmut Marko quieren llegar.


Lo vivido y escuchado en la carrera del Gran Premio de Malasia ha sido la explosión definitiva de una relación más que forzada. Ni Mark Webber congenia con Sebastian Vettel, ni Sebastian Vettel quiere congeniar con Mark Webber. Al primero le han obligado a aceptar su papel de escudero, escondido bajo un mantra que ya nadie cree: el de la igualdad de oportunidades entre los compañeros de Red Bull. El segundo no solo se sabe superior -y posiblemente lo sea- que su compañero, sino que además exige que el 'statu quo' se mantenga así. «Quitadle de en medio», exigía Vettel a voces por la radio, ante la estupefacción de sus propios jefes y del propio Webber.


El primer encontronazo serio y público -no siempre ha habido una oportuna cámara y un oportuno micrófono- se produjo en 2010. En el GP de Turquía de aquel año, Webber se encaminaba indefectiblemente hacia la victoria, con Vettel por detrás. El australiano se sabía vencedor, y desde boxes dejaron claro que nada debía cambiar. Sin embargo, el germano se obsesionó con la victoria y se acabó llevando por delante a su compañero. De un doblete prácticamente asegurado, a un cero absoluto. Mes y medio después, en el GP de Gran Bretaña, las aguas no se habían calmado.


Webber no olvidaba cómo su compañero le había dejado sin la tercera victoria consecutiva del año y, tras las dos decepcionantes carreras en Canadá (quinto) y en Europa (abandonó, con vuelo incluido, en el circuito urbano de Valencia), se llevó el triunfo en Silverstone. Su «no está mal para el piloto número dos» con el que celebró el primer puesto tuvo un sabor de reto directo hacia sus jefes.


Ese mismo año, Vettel se llevaría el campeonato en la famosa, y de nefasto recuerdo para los españoles, prueba de Abu Dabi. Aquel día, Mark Webber, que tuvo un toque en las primeras vueltas, ejerció de cebo para Fernando Alonso... pese a que tenía opciones de proclamarse campeón.


«Le protegerán, como siempre»


El año 2010 se cerró con ese runrún en la mente de todos, pero tras el paseo marcial de 2011, parecía que las aguas habían vuelto a su cauce. Webber no obtuvo resultados como para apretar las tuercas a su compañero, y en Red Bull estaban encantados de ver sistemáticamente a Vettel por delante.


Helmut Marko tenía a su alumno predilecto sacando matrículas de honor carrera tras carrera. La campaña 2012, la más sufrida de las tres del ciclo exitoso de Vettel, se salvó con similares sensaciones. Ya en ese año Webber fue tentado por Ferrari para acompañar a su buen amigo Alonso, pero decidió quedarse en Red Bull. Al fin y al cabo, si había ganado carreras, era gracias a ellos, y para seguir siendo escudero en feudo nuevo, prefería quedarse en castillo conocido.


Sin embargo, solo ha habido que esperar dos carreras de este 2013 para que todo lo que se había escondido bajo las alfombras acabara saliendo a la luz. «Le protegerán, como siempre», se quejaba amargamente un Mark Webber que ya no se calla. Ya está muy mayor para seguir riéndole las gracias a su compañero, cuyas disculpas llegaron demasiado tarde.


Por mucho que pida perdón, la victoria seguirá siendo suya y no de su compañero, tal y como habían decidido en su equipo desde boxes. «Desafortunadamente, los intereses de los pilotos pueden entrar a veces en conflicto con los del equipo», decía Christian Horner, jefe de la escudería Red Bull y ahora encargado de lidiar con semejantes toros.


Beneficio para Alonso


Como en todas las guerras, ya se han hecho bandos. Por un lado, los menos, están los que creen que Sebastian Vettel hizo bien en saltarse las órdenes de equipo. Enfrente están los que apoyan y entienden el enfado de Mark Webber. En este lado está, por ejemplo, David Coulthard, comentarista de televisión y expiloto de Red Bull, que escribe una columna en la web de la BBC tras cada gran premio. En ella, el escocés -asociado aún a la escudería de las bebidas energéticas- afirma que Webber se merecía la victoria y que Vettel debería aprender de sus errores.


En las próximas semanas están previstas varias reuniones en Milton Keynes, sede del equipo, entre Sebastian Vettel, Mark Webber y sus jefes. No sería la primera vez que la pelea entre los dos pilotos acaba arruinando las posibilidades de una escudería campeona.


El precedente más cercano lo tenemos en McLaren en 2007, cuando Kimi Räikkönen se llevó el título favorecido por la pelea entre Fernando Alonso y Lewis Hamilton, que acabó desembocando en la abrupta salida del español. Y es, precisamente, el asturiano el que más beneficio le puede sacar a este conflicto. Él sabe bien que, para pelear por un campeonato, es necesaria la unión perfecta de todos los eslabones de una escudería, y por ello confía en que esto no sea sino el primer capítulo de un largo culebrón, del que espera sacar réditos suficientes para alzarse con su ansiado tercer título mundial.