REAL ZARAGOZA

Motivos para una leve sonrisa

El empate en Alcorcón arrojó varios bautismos que sirven para iluminar, aunque sea de manera tenue, el oscuro presente zaragocista.

Imagen de uno de los últimos partidos del Zaragoza
Partido Real Zaragoza - Mallorca_3
GUILLERMO MESTRE

Javier Aguirre viajó hasta Alcorcón con la esperanza pública de que el enfrentamiento en Copa sirviese como una pequeña “resurrección” a un grupo muy mermado en lo moral tras los últimos resultados ligueros. Lograr una victoria que frenase la penosa racha de resultados en la que está inmersa el equipo, o por lo menos ofrecer una imagen de dominio , hubiera sido el remedio más eficaz ante la falta de confianza que parece arrasar con los integrantes de la plantilla zaragocista. Dos supuestos ideales que, al final, no se pudieron dar en Santo Domingo.


El Real Zaragoza no perdió, es cierto. Sin embargo, el empate a uno, buen resultado si lo que se buscase es pasar la eliminatoria a toda costa, se produjo con una cierta sensación de superioridad ejercida por el conjunto local. Algo explicable teniendo en cuenta el mayor empaque del cuadro madrileño respecto al pequeño banco de pruebas que utilizó el técnico mexicano para poder ver a los menos habituales desenvolverse en fuego real. Un test del que se puede sacar las únicas conclusiones positivas, o al menos algo ilusionantes, de los últimos días en la entidad blanquilla.


No hay duda de que el gran protagonista del choque fue Jorge Ortí. El delantero canterano jugó su primer partido como titular en el primer equipo y cumplió con el reto marcando el único tanto de los aragoneses. Su bautismo goleador se produjo en el minuto seis de partido, tras recoger un pase de Edu Oriol en la primera ocasión que supieron fabricar los visitantes. Así, el ariete, se plantó frente Moreno y, tranquilo, con una precoz naturalidad a sus 18 años, cruzó el esférico hasta mandarlo al fondo de las redes.


Gracias a este remate, el zaragozano demostró que posee de una certera definición que le permite ser buscado en momentos puntuales del encuentro. Producto de su juventud, hasta la fecha, las apariciones del punta se quedaban en un derroche de energía e ilusión que, rara vez, tenían su premio en forma de ocasión. Jorge Ortí es mucho más que un jugador que se desfonda en la presión al rival cada vez que pisa el césped. Una característica necesaria para un conjunto que, en las últimas fechas, depende en exceso de la inspiración de su estrella, Hélder Postiga, la cual acumula cuatro partidos sin marcar, y por ende todo el equipo.


La otra iniciación de calado en la noche fue la llevada a cabo por Ramiro Mayor. Sin ser un habitual en los entrenamientos del primer equipo, el central ha conseguido cumplir su sueño de debutar con el equipo debido a la plaga de lesiones que asolan la línea defensiva. Para que el zaguero saltara al verde de Santo Domingo se tuvieron que lesionar Pinter en la previa, que fue cubierto por Paredes, y Mateos durante el partido. Puede que fuera la última opción de Aguirre aunque, a tenor de lo demostrado, no la peor.


Es evidente que la adaptación a un equipo de élite requiere de mesura y paciencia. Dos bienes de los que, probablemente, el Real Zaragoza carezca debido a su situación actual. Pero, por lo visto, no se puede decir que Ramiro empeore lo mostrado hasta ahora en la zona defensiva. Nivel que, como corresponde al equipo más goleado de Primera División, suele ser bastante bajo. Es cierto que, en el tanto amarillo, Mayor estuvo algo descolocado. Un desajuste comprensible teniendo en cuenta que acababa de salir a jugar su primer partido con unos compañeros con los que, incluso, no suele entrenar. Sin embargo, el joven se repuso del mazazo y, conforme el reloj fue devorando los minutos, se afianzó sobre el campo hasta desarrollar una actuación de corte sólido y expeditivo.


La actuación de los dos canteranos es, sin duda, la mayor chispa de esperanza que el cuadro aragonés se llevó de Alcorcón. Mejor que el resultado o el hecho aislado de romper la serie de cuatro encuentros sin marcar. Siempre se suele decir que todo tiempo de crisis lo es también de oportunidades, algo de lo que Javier Aguirre ya ha debido tomar nota.