Blog La voz de mi amo

por Matías Uribe

OSASUNA 0 - 0 ZARAGOZA

Máxima aspiración

El Real Zaragoza logró empatar en Pamplona en un incalificable duelo en el que apenas chutó a puerta. Osasuna perdonó varios goles.

Máxima aspiración
Máxima aspiración

El éxito fue total. El 0-0 que reflejaba el marcador del estadio al término del partido es, ahora mismo, la máxima aspiración del Real Zaragoza en la mayor parte de los choques que afronta, por no decir en todos. Sin ninguna mordiente arriba, el único resquicio que le queda a Aguirre mientras no pueda modificar la plantilla es meter al equipo atrás y defender como Dios le asista. Así, alcanzar ayer el final del encuentro con el 0-0 inicial supo a gloria dado que la derrota merodeó la cabeza de los zaragocistas durante todo el envite.

La imagen de los blanquillos fue, como ya es habitual este año, lamentable en términos futbolísticos. Incapaces de hilvanar una sola jugada durante los 90 minutos, sin aptitudes para combinar cinco veces seguidas con sentido, romos en los pelotazos a las inmediaciones del área osasunista (lo de pisar de verdad la parcela de Ricardo se contó con los dedos de una mano en hora y media). No hay más cera que la que arde.

La misión era defender a ultranza el marco de Franco y, por lo tanto, el puntito extraído del viejo Sadar hay que reconocerlo como un acierto global de este rácano y deficiente equipo zaragocista. Ahí, en esa faceta destructora, estuvieron atinados las más de las veces. Y, cuando no fue así, los rematadores navarros ayudaron disparando fuera de los tres palos para evitar el disgusto final de una afición que, a buen seguro, sintió malestar, un poquito de bochorno y unas dosis de vergüenza viendo el techo tan bajito que es capaz de dar el actual bloque blanquillo.

Un disparo de alevín de Sinama-Pongolle en el minuto 1 de partido (la primera jugada) que detuvo Ricardo sin problema alguno acabaría quedando en la estadística como el único tiro a puerta del Zaragoza en toda la tarde. Definitorio. Si hay que hilar más fino, se debe añadir otro chut de Jorge López en el 91 (la última acción del partido, en este caso) que se marchó fuera de rosca y otro de Lafita minutos antes (en el 63) que salió alto. Y nada más en la producción ofensiva.

Enfrente, los osasunistas perdonaron la vida al Zaragoza, especialmente en la primera parte. Su poderío en el juego aéreo, con 15 córners botados y al menos 6 faltas volcadas al área desde el cielo, no encontró premio. Soriano pudo apuntillar a sus ex en dos cabezazos a bocajarro. El primero lo sacó sobre la línea Ponzio y el segundo salió rozando el larguero. Otro viejo amigo, Sergio, también remató con la testa un saque de esquina y fue Franco el que rechazó a centímetros del gol. Nekounam repitió acción y, de nuevo Ponzio (el hombre que cubría siempre el palo derecho), evitó el tanto local bajo el travesaño. Cada pelota llovida a plomo sobre el área fue un suplicio para los zaragocistas hasta el descanso.

Por fortuna, en la segunda parte el Osasuna perdió fuelle. Eso alivió la vida a los zagueros de Aguirre, pero nada más. Porque los centrocampistas y las piezas con obligaciones ofensivas fueron una calamidad permanente y no supieron aprovechar jamás la falta de tino y el desasosiego que se apoderó de los rojillos. Aun así, de entre las miserias colectivas de unos y otros, los de Camacho todavía encontraron un último resquicio para haber podido dar forma a una victoria que, a todas luces, habría parecido justa. Lolo, solo ante Franco, cabeceó de nuevo una falta lateral, pero, con todo a favor y el portero vendido, puso el balón por encima del larguero. Faltaban solo 13 minutos y el Zaragoza se dio cuenta en ese instante de que, el puntito buscado, no se iba a escapar salvo castastrófica actuación individual de alguno de los pupilos del locuaz entrenador mexicano.

Ayer, para que no hubiese dudas de que el logro estaba al alcance de la mano, hasta el arbitraje volvió a ser excelente desde el prisma zaragocista. Mateu Lahoz, el valenciano al que le gusta dejar jugar y pitar poco, desquició a los osasunistas que, a la antigua usanza, pidieron penaltis y faltas al borde del área cuando sus artes ya no les daban para más, acciones que el colegiado no señaló. Hay un problema. Sumar de uno en uno cuando uno es colista, no sirve. Que alguien haga algo.