Reto deportivo, cumplido pero el solidario continúa

Los cuatro deportistas oscenses que han llevado a cabo el reto 'Gr-11 en 11' de cruzar el Pirineo en solo once etapas, echan la vista atrás después de varios días de descanso ya en casa y hablan de una experiencia “fantástica”. Una vez se han quitado las zapatillas, la satisfacción de haber cumplido su propósito parece maquillar el sufrimiento de las duras once jornadas de horas y horas corriendo por la montaña. De hecho, aseguran que los peores recuerdos casi desaparecen al contemplar la repercusión que ha tenido el reto en su faceta solidaria, que ha permitido recaudar hasta el momento 25.000 euros mediante donaciones, que se destinarán a la Asociación Española Contra el Cáncer para proyectos de investigación.

“Estamos muy contentos, tanto a nivel deportivo como a nivel solidario, ya que la respuesta ha sido enorme, y hemos visto que ha tenido mucha repercusión, que la gente nos iba siguiendo y mandando apoyos”, explica Óscar Plasín, que componía la expedición junto a Miguel Ángel Melet, Javier Lorente y Toño Laguarta, pertenecientes todos al club Peña de Guara.

Todavía está abierta la posibilidad de colaborar con su propósito, bien a través de donaciones en la página web gr11en11.org, como con la compra de camisetas, también a través del mismo portal. “Nuestra ilusión es llegar a los 30.000 euros recaudados”, dice Pasín. Por el momento, son 25.000, aunque hasta el próximo día 30 de septiembre se podrá seguir participando.

Volviendo a la experiencia de recorrer los casi 800 kilómetros que separan el cabo de Creus en el mar Mediterráneo del de Higuer en el Cantábrico, recorriendo todo el Pirineo a pie, con los consiguientes 47.500 kilómetros de desnivel, Plasín señal a las condiciones atmosféricas que se han encontrado como uno de los grandes lastres en su reto. “La primera jornada tuvimos temperaturas altísimas, de casi 35 grados, y una gran humedad, que nos dejó extenuados. Además, recorrimos algún kilómetro más de los que teníamos planeados, lo que nos restó tiempo de descanso”, dice.

Y si el calor fue el principal enemigo en esa jornada inicial, la lluvia les sorprendió las siguientes. “Después tuvimos cuatro días de tormenta tras tormenta, de no parar de llover desde que empezábamos hasta el final de la etapa”. Por ello, estos primeros cinco días, que esperaba acometer como “de transición” al estar más descansados y tener un menor desnivel la parte catalana, acabó castigándoles más de lo que pensaban.

Aunque la etapa más dura y en la que los problemas físicos solo dejaron a Plasín terminar fue la que unía Espot con el refugio de Estós, en Benasque, de 76 kilómetros y 5.300 metros de desnivel, en su sexta jornada. “Mis compañeros iban lesionados y fueron abandonando según avanzábamos. En la mitad de la etapa me tuve que quedar solo y fue muy duro. Recuerdo ir llorando y sin ganas. Finalmente, el hermano de Javier Lorente, Pepe, me acompañó en el último tramo y consiguió que terminara”, relata Plasín.

Después de estas duras y maratonianas jornadas, lograban recuperarse en muchos casos gracias al apoyo que recibían en los lugares donde pernoctaban. “Nos hemos sentido muy bien recibidos en todos los sitios, pero en las etapas en Aragón especialmente. Al llegar a Sallent de Gállego nos estaban esperando a modo de fiesta sorpresa nuestros amigos y familiares, además de miembros del club y de la Asociación Española contra el Cáncer. Esto nos dio mucha fuerza para afrontar las últimas etapas”.

Por eso, llegar al cabo de Higuer fue una de las mayores mezclas de sentimientos para estos oscenses, que mezclaban la emoción con la satisfacción y el inevitable agotamiento físico. Ahora, solo piensan en descansar, en conseguir cerrar su reto con la mayor recaudación posible y en pasar tiempo con sus familias. “Yo personalmente me había centrado mucho en los entrenamientos y en la preparación para estos días, dejando mucho de lado todo lo demás. Creo que toca volver un poco a la normalidad”, concluye Óscar Plasín.