Homenaje

El ejemplo de los deportistas paralímpicos

 Los tiempos pesimistas que nos toca vivir no permiten especiales alegrías. Y eso lo dice alguien que, aparentemente, no tiene las dificultades físicas que tienen los atletas paralímpicos que han participado en los Juegos de Londres. Este aspecto nos debería de hacer reflexionar cada mañana. Las caras de satisfacción de cada uno de ellos, es una lección de saber estar en estos momentos en que cada uno de nosotros se queja de lo mal que están las cosas. Ellos sin embargo, que lo siguen teniendo muy complicado, no han dado ni un solo paso atrás, al contrario. Eso es lo que hay que poner en valor de todos y cada uno de ellos, de los que han conseguido subir al podium y de los que simplemente han competido. Para mí tienen el mismo valor.


Por centrarnos en los nuestros, decir que hay que valorar muy positivamente la medalla de bronce de Jorge Cardona en la competición de tenis de mesa por equipos. Hablar del arrojo y capacidad de superación de Javier Hernández es difícil porque supera todo lo imaginable. Hace, como quien dice, cuatro días ni conocía el medio en el que ha estado enfrascado día a día en los últimos tres años. El resultado ha sido magnífico. Ha demostrado que todo es posible, absolutamente todo. Simplemente hay que proponérselo, aún cuando su competición no ha sido igual para todos y eso le ha restado opciones de Medalla, sin duda.


Teresa Perales merece un apartado especial. No ha hecho otra cosa diferente a las que nos tenía acostumbrados. Como ella dice, iba cada cuatro años y volvía con las medallas previstas. Es decir, en tres participaciones paralímpicas había conseguido 16 medallas, un extraordinario promedio y en esta ocasión no hizo más que mantener su objetivo.


Que es lo que la ha hecho, si cabe, más grande esta vez. Sin duda, que se ha hecho justicia a su calidad como deportista y fundamentalmente como persona. A sus 36 años, sigue siendo capaz de sacrificarse cada día por seguir soñando con una Medalla más. No es fácil mantener un ritmo de 6 horas diarias de entrenamiento. Eso está reservado a los más grandes y ella lleva demostrándolo bastantes años. Además, ha sido capaz de superarse en cada prueba y en todas y cada una de ellas ha mostrado su capacidad de sufrimiento hasta la extenuación y para eso solamente están capacitados los deportistas comprometidos. Finalmente, ha sabido compaginar perfectamente su labor como madre y deportista de élite a la vez y a eso solamente están dispuestas un reducido número de personas en este duro mundo del deporte. Con seguridad, alguna vez habrá sentido la necesidad de renunciar a tanto esfuerzo, pero siempre ha podido su fuerza de voluntad.


A todo esto se une que la mujer no está siendo bien tratada en el deporte español. La capacidad de sufrimiento, sin duda, se debe de multiplicar para que le reconozcan sus méritos y a Teresa le ha llegado el momento. Solamente nos queda la difícil tarea de mantener el compromiso de que no se quede únicamente en la admiración a unas personas que lo tienen mucho más difícil que los demás porque, de momento, la sociedad solo reconoce sus méritos de vez en cuando.


Los aragoneses debemos de sentirnos felices y orgullosos de tener una referencia, un ejemplo. Ahora nos debemos de ocupar y preocupar para que en nuestra sociedad cada vez exista menos aislamiento hacia estas personas que han demostrado, con creces, que están capacitadas igual que las demás. Sería un magnífico gesto que no nos quedásemos solo con el éxito deportivo y fuésemos capaces de ayudarles a vencer la soledad y el vacío social que, con seguridad, sienten en algún momento del día.


Teresa Perales es la abanderada de todos y con ella cualquiera que sea capaz de mostrarnos, con su esfuerzo diario, que somos iguales, que no hay diferencias. Sería deseable que no se quedase en un gesto puntual. Hagámosles las cosas fáciles siempre.