Isostar Desert Marathon

Dos amigos contra el desierto

Carlos y Víctor son dos zaragozanos a los que los retos en forma de carreras de larga distancia les hace salir a correr ya sea por asfalto, tierra o el desierto de Monegros.

Carlos (i) antes de comenzar una carrera
Los dos amigos antes de comenzar la prueba

La carrera contra el desierto. Las dunas, uno mismo y un centenar de corredores. La Isostar Marathon Desert experiencia única para aquella persona a la que le gustan las aventuras.


Carlos Hernández y Víctor Martínez son de esas personas. Más de 100 kilómetros y el calor abrasador del desierto de los Monegros fueron otro reto más de estos dos aragoneses que se atreven con todos las carreras extremas, ya sean maratones, ultramaratones o carreras de supervivencia.


No son deportistas de élite ni “tienen cuerpo para correr estas distancias” sin embargo, gracias a una planificación de lo más empresarial son capaces de abordar estas carreras. “El invierno pasado hicimos un 'planning' para decidir en qué carreras competir, como si fuese una empresa”, explica Carlos.


Los dos son empresarios y a parte de las finanzas también se están empezando a acostumbrar a otras difíciles empresas. “No hace falta irse al desierto del Gobi para participar en una prueba de autosuficiencia”, explica Víctor. Y es que correr más de 100 kilómetros con una mochila con comida, geles, sales y una brújula no es fácil. 6 kilos en la espalda y un desierto al frente.

'Whasapear' en mitad de la carrera

La soledad en una prueba de las características de la Isostar Desert Marathon durante las horas que dura la competición -más de 15 horas para los corredores amateur- obliga al corredor a mantener una gran fuerza mental. Sin embargo, las nuevas tecnologías consiguen que hasta en el mitad del desierto la soledad sea algo menor. “Estás tú solo y el desierto, pero cada cierto tiempo mandaba mensajes a mi familia para contar cómo estaba”, explica Carlos. Sus amigos y familiares seguían de esta forma casi 'in situ' la evolución de la prueba.


Lo que parece seguro es que los entrenamiento por las Planas de María surge su efecto. “Nos toman por locos cuando nos ven salir de noche con mallas 'paqueteras' y casco de minero a correr”, explica riendo Carlos. Sin embargo, el entrenamiento físico y mental es fundamental para terminar una carrera donde más del 40% de los corredores tuvieron que abandonar.


“Tienes que saber a lo que vas”, explica Víctor, “si no, estás condenado al abandono”, prosigue. Y es que el sufrimiento del corredor en estas carreras es máximo. “No se comienza a disfrutar hasta que no ves que estás a 10 kilómetros y que vas a conseguir terminarla”, afirma.


Reto personal

Carlos empezó a correr tras dejar de fumar y para evadirse de sus problemas. Una dura enfermedad en la familia y el estrés de la empresa hacían necesaria una “evasión emocional”.


“Hablé con Víctor y me contó que hacía pruebas de 100 kilómetros, me pregunté por qué yo no podía hacerlo”, explica. Desde ese momento comenzó a correr con su amigo y vecino, y juntos han competido en la ultramaratón de Rota y en distintas carreras por el resto de España.


Sin patrocinios

“Lo pagamos todo de nuestro bolsillo. Es una muestra más de que no somos profesionales, ni mucho menos”, dice Carlos. Aún así han quedado en la parte media de la clasificación de la Isostar Desert Marathon. Sin embargo, este aventurero dúo prepara a conciencia la carrera física, mental y económicamente. "He tenido que asistir a una reunión y ocultar el dolor de pies que tenía debido a las ampollas de la prueba. Porque al día siguiente hay que ir a trabajar", admite. 


Los próximos retos serán las maratones de Zaragoza, Valencia y San Sebastián. Pero sin duda hay una meta que brilla con más fuerzas. “Queremos hacer la maratón Des Sables”.