rally estoril-marrakech

¡Más arena!

Zagora recuperó ayer la calma después de sufrir una tormenta de arena que alteró el tritmo de la caravana. El equipo aragonés Coviar Raid culmina con éxito la competición mundialista.

El equipo aragonés Coviar Raid supera una zona pedregosa, en la jornada de ayer.
¡Más arena!
PAULO PACHECO/INTERSLIDE

"¡Más madera!". La famosa frase marxista -versión Groucho- vuelve a la escena en Marruecos, pero rebautizada por la caravana del Rally Estoril-Portimao-Marrakech: "¡Más arena, más arena!". Lo más temido por los pilotos, por los mecánicos. Y en esta prueba del Mundial de Rallys Todo Terreno no ha faltado una abundante ración. Ayer se sirvió el último plato, en la especial entre Zagora y Foum Zguid de 310 kilómetros. Otra paliza. Javier y Miguel Grasa culminaron con éxito el recorrido, cocinado con todos los ingredientes que esperan los apasionados a este deporte: undécimos tras conducir el Mitsubishi Montero durante cinco horas y nueve minutos. Marrakech esperaba después de un enlace de 310 kilómetros superando el Atlas por uno de sus puntos más altos, 2.300 metros. Luego, curvas y más curvas para llegar a la ciudad imperial donde hoy se pondrá el broche a ocho intensos y emocionantes días.

El tiempo andaba revuelto en Zagora, final de la etapa del viernes. Cuando los supervivientes de la competición descansaban en una campa, al lado del aeropuerto, de la terrible jornada, llegó lo peor. Eolo hizo acto de presencia y lanzó su furia. Una enorme nube de arena tiñó de naranja el cielo azul y se hizo el caos. El fenómeno es muy frecuente en una zona dominada por el desierto, y sorprendió a la expedición cuando la noche llamaba a la puerta. La actividad es frenética una vez que los coches y las motos se paran para ser asistidos por los artistas de la mecánica. Y con la arena golpeando sin piedad es imposible obrar. ¡Ay!, se quejan los motores. La desbandada fue total.

Siempre te encuentras a algún conocido. Javier Grasa domina el terreno, ideal para entrenar metas ambiciosas. Mohamed 'El Gordito' gestiona con profesionalidad 'La puerta del desierto', atractivo título para una película que da nombre a su negocio en Zagora, Kobe Motor. Mohamed, como otros tantos mecánicos de la avenida, se frotaba las manos. Trabajo extra. La Semana Santa es su temporada alta, cuando la temperatura permite aventurarte en el desierto. El viernes, los clientes más atractivos acudieron a su rescate. Como la escudería X-Raids que lidera José Manuel Pellicer, que tuvo que decir adiós al romper el motor. El Mitsubishi Montero lloró para terminar la etapa. El depresor del freno se rompió, tras chocar con una enorme piedra que provocó un buen susto a los hermanos Grasa. Sin frenos durante los últimos 30 kilómetros, depositaron la máquina para que Ariel Jatón y Mohamed curaran sus heridas.

"Hola amigos", saludaban con una amplia sonrisa en los hoteles de Zagora. El vivac voló y apremiaba una cama donde reposar los doloridos cuerpos. La matinal del día siguiente prometía. La calma se hizo en Zagora. Y el sol volvía a brillar con fuerza. La mole rocosa, sobre la que descansan las ruinas de una fortaleza construida por los almorávides, brillaba a las siete y media de la mañana, cuando el BMW X3CC pilotado por el ruso Leonid Novitskly, un clásico del Dakar y líder de este rally que ha atravesado el sur de Portugal y Marruecos, rugía en la línea de salida. Las motos madrugaron. El portugués Hélder Rodrigues (Yamaha) volvió a ser el más rápido.

Por detrás, el pelotón de los competidores que han encontrado en esta cita un banco de pruebas para empresas más exigentes. El equipo aragonés Coviar Raids, la única voz española en la cita mundialista, se había marcado como objetivo llegar a Marrakech, de rojo-ocre, el color natural de la tierra local. Disfrutar de la experiencia, aprender a manejarse en la mixtura de superficies que ofrece un país, protagonista en el añorado raid por excelencia. Y lo han conseguido después recorrer más de 5.000 kilómetros. Ayer, sólo faltaba rematar la semana. "Es el último día complicado. Hay que ir concentrados, tranquilos, atentos con la navegación, conservar", aconsejaba su fiel amigo Ariel Jatón antes de la partida.

310 kilómetros donde no faltaron los clásicos: pistas rápidas para acelerar; tramos de arena, agujeros y piedras traicioneras; un gran 'oued', el lago seco de Iriqui, que obliga a bajar la velocidad; dunas pequeñas que sortear con destreza y la meta, la turística Zoum Zguid. "¡Prueba superada! Hemos disfrutado muchísimo, también sufrido, pero la vivencia ha sido increíble", respiraban aliviados Javier y Miguel Grasa. Los deportistas zaragozanos se han sobrepuesto a dos retiradas y consumaban cuatro días terribles desde que pisaron Marruecos, con más de 1.200 kilómetros metidos en la cabina del coche, vividos al límite.

Todavía quedaba el enlace hasta Marrakech (310 km). Disfrutar de los oasis; admirar las 'kasbahs' que rodean Ouarzazate, la ciudad del cine; respirar el aire fresco del Atlas y saludar a los pastores y a las mujeres que aprovechan el hilo de agua para hacer la colada? La bulliciosa Marrakech aplaude a los bravos aragoneses. Hoy, la última etapa, con 70 kilómetros. Luego, gran fiesta de despedida.