REAL ZARAGOZA

Marcelino aprieta las tuercas a los capitanes

El técnico, enfadado por lo de Gerona, varió su método y no charló con toda la plantilla al inicio de la semana, como era su costumbre.

Algo hizo diferente ayer en la Ciudad Deportiva el primer entrenamiento de la semana. Marcelino, en contra de su costumbre, no inició la primera sesión con su habitual charla sobre el césped a toda la plantilla, esa en la que se analizan a grandes rasgos los errores y aciertos del partido anterior. Tampoco la hubo en el vestuario. Paredes, en sala de prensa, confirmó al mediodía lo que fue una evidencia a las 10.30. "Generalmente, todas las semanas hablamos del partido anterior en el primer entrenamiento de la semana. Pero esta vez, Marcelino no hizo ninguna reflexión y salimos a entrenar directamente".


Así fue. A las 10.30 en punto, el preparador asturiano salió de su caseta y los jugadores de la suya simultáneamente. Todos caminaron lentamente hacia los adentros del campo de entrenamientos, algunos con las manos en los bolsillos de la pantaloneta, esperando que el entrenador se arrancara en su discurso. Hubo incluso un amago de corro, como cada lunes o martes cuando nace la nueva semana laboral de la plantilla zaragocista. Pero cuando Marcelino habló fue, simplemente para, papel en mano, decir a media docena de jugadores que fueran en busca de petos verdes y a Ayala para que lo cogiera naranja. Desde el primer instante, comenzaba el trabajo. Todos a correr. Esta vez, extrañamente sin oratoria previa. "Supongo que, a lo mejor, ha considerado oportuno que hablemos otro día del partido del sábado pasado en Gerona. No ha dicho nada, pero la reflexión de lo que ocurrió la hemos hecho todos y se ha ido escuchando en las últimas horas, tanto en palabras nuestras (de los jugadores), como de Marcelino en la misma rueda de prensa que dio en el campo", insistió Paredes casi tres horas después de la curiosa imagen de primera hora de la mañana.


Marcelino está muy enfadado con sus hombres. Se halla afectado por el modo en el que se produjo la derrota en Montilivi, tal y como ya destilaron sus agrias palabras en la misma sala de prensa del estadio gerundense el sábado por la noche. De repente, el astur percibió detalles en varias piezas del equipo que le encienden las alarmas y le llevan a analizar el presente de un modo mucho más profundo de lo que preveía.


Pero ayer era día de doble cita en los campos de la Ciudad Deportiva. Por la tarde, en la segunda sesión de trabajo de la plantilla, Marcelino dio otro giro de tuerca a su manifestación interna del cabreo que porta encima desde el vergonzoso partido de Gerona. Antes de salir al césped a las 17.00, se reunió solo con los capitanes en su vestuario. Zapater, Ewerthon, Ayala, López Vallejo y Generelo, como portadores de los galones que el vestuario les ha otorgado, recibieron las consignas de su jefe técnico en representación del resto.


Sin duda, Marcelino ha utilizado las formas y los gestos para cargar de contenido estas primeras horas de la semana. La plantilla sabe desde ayer que las cosas han cambiado tras su desastre en Gerona y que, por primera vez en la temporada, su entrenador les observa desde un prisma diferente. Mucho más exigente, muchísimo más crítico, notablemente menos permisivo con la ineficacia y la insolvencia de algunos. Marcelino, sin duda, quiere que haya un antes y un después de Gerona y ayer se lo dio a entender al equipo utilizando un método jerárquico. Y, a buen seguro, el mensaje llegó a las entrañas de la caseta por lo llamativo de su silencio matinal y, sobre todo, por lo selectivo del cauce utilizado por la tarde. Si hasta Gerona todo transcurría por caminos rutinarios, tras el bochorno que padeció allí Marcelino -y todo el zaragocismo- por culpa de la actuación del equipo las cosas ya no son igual. Desde el domingo próximo ante el Castellón, se van a reclamar nuevas respuestas y rendimientos.