SD HUESCA 0-NUMANCIA 0

Lastrados por falta de gol

El Huesca sigue sin ganar en casa y, aunque volvió a merecer la victoria, arrastra una rémora de tres puntos en cinco partidos disputados.

Onésimo da instrucciones a Jokin Esparza.
Lastrados por falta de gol
RAFAEL GOBANTES

No hay manera de ganar un partido en El Alcoraz. La falta de puntería se ha convertido en un mal endémico que, además, lastra la progresión que ha experimentado el Huesca en las últimas semanas. Ya son cinco partidos sin lograrse la victoria, tres puntos de quince posibles, un gol y la certeza de que los azulgrana merecen más, mucho más. La crueldad de los números, para más inri, deja ahora a los de Onésimo a un solo punto del descenso. Ver para creer. Y peor habría ido la tarde si el Numancia aprovecha el penalti que se inventó Pérez Montero. Los oscenses lo intentaron de todas las formas posibles, pero acabaron sometidos a la maldición de la que se han logrado zafar a domicilio. Jugando así, muy pronto tiene que llegar la primera alegría. Y es necesaria.


La teoría apuntaba a un duelo de iguales o, al menos, de dos equipos con estilos parejos. La realidad hizo añicos el espejo. Los azulgrana se empeñaron más. No menos de cinco o seis llegadas claras en la primera parte y otras tantas en la segunda. El Numancia no pudo, o no quiso, asomarse a la ventana de Andrés. Habrá versiones para todos los gustos; unos dirán que vino a resguardarse de la lluvia y otros, que la solidez defensiva del Huesca guillotinó las ambiciones de los de Unzué. Quizá la verdad esté más cerca de la segunda aseveración.


Los oscenses repitieron el ideario de las últimas semanas. Estaba por verse si, de una vez por todas, se iba a responder en El Alcoraz con la autoridad de Chapín y el Mini Estadi. Por partes. Sujetando al equipo visitante de brazos y piernas, el Huesca pudo robar y salir a la contra con hambre, con la voracidad de no haberse ganado todavía en el Camino del Cocorón. Quizá el Numancia tuvo más la bola, pero esta emitía ronquidos cuando se movía de futbolista a futbolista blanquillo.


Donde los azulgrana deben gobernar los partidos, ayer se tuvo más peso en el área contraria. Más que nunca. Tras los minutos que el tópico establece como de tanteo, el 'ex' Eduardo Navarro comenzó a sudar. Sería el destacado en los suyos. Primero, con un envío de Gilvan desde la derecha que Bauzá, solo en el ruedo y con la espada a punto, echó fuera. El meta regresó a casa con ración extra de pitos por parte de una afición ejemplar y entregada.


Tuvo que recurrirse a los fogonazos de magia de Sastre, fallón hasta que se transfiguró en Iniesta para servir un balón a Roberto que controló, enfiló hacia Eduardo y este salvó el gol en dos ocasiones. En la primera, estorbó a Torreta lo suficiente como para que se tuviese que escorar y, en la segunda, tapizó el primer palo con sus manoplas. No se detendría allí el balance local, con un cabezazo de Bauzá y la precipitación del ariete madrileño. Más que suficiente para asustar al Numancia, que añadió a la inanición una exasperante lentitud.


Onésimo terminó de perfilar la nueva apuesta con la inclusión de Sorribas por Sastre. Las condiciones del choque invitaban a la épica y en los diez minutos últimos se buscó la velocidad de Jokin. Lo tuvo otro navarro, Galán, por tres veces con un cabezazo manso, una pelota que no domó ante la portería y un latigazo lejano. Un postrero voleón de Echaide al larguero abundó en la injusticia. Onésimo no sabía si reír o llorar, pero sigue sin aparecer la llave.