REAL ZARAGOZA

La revolución, atascada

Agapito no ha cerrado una sola operación siete días después de jugarse el último partido del año.

Agapito charla en el palco el día del Barça. Tras él, sentado, un serio Pedro Herrea junto a Cuartero, y el sonriente Javier Porquera.
La revolución, atascada
JOSé MIGUEL MARCO

A todos los efectos, la semana que hoy concluye es una semana perdida en el vertiginoso calendario revolucionario que lleva subrayado en su bolsillo Agapito Iglesias, el presidente del Real Zaragoza. Los siete días de vacaciones navideñas de la plantilla han transcurrido entre rumores varios, silencios oficiales y certezas de que hay varias negociaciones en marcha porque así lo denuncian las otras partes implicadas en los tratos. Pero, en definitiva, sin una sola operación de entrada o salida consumada.Salvo decisión de última hora, la plantilla regresará mañana lunes a los entrenamientos (por la tarde, en la Ciudad Deportiva) con la misma composición humana con la que se marchó hace siete días tras jugar ante el Osasuna. Desde el club se asegura que no existen razones de tipo económico que obliguen a retrasar los fichajes. Que el hecho de que los pagos diferidos que hay que acometer a 31 de diciembre no maniatan a Agapito para cuajar nuevas contrataciones. Que simplemente se trata, por lo tanto, de no haber podido lograr un acuerdo en ninguna de las negociaciones abiertas para fichar los nuevos refuerzos que han de ayudar a salir del actual atolladero deportivo al Real Zaragoza.

La teoría expandida desde dentro del club en las últimas semanas dice abiertamente que, en el mercado invernal que se abre en una semana, el Real Zaragoza va a repetir un proceso de mutación similar (en la medida de lo posible) al que experimentó el año pasado, donde, junto al cambio de técnico, hubo siete altas y cinco bajas. Agapito tenía previsto comenzar el flujo de idas y venidas nada más comenzar el parón liguero de quince días que va del partido del pasado domingo en el estadio Reyno de Navarra al que se jugará el próximo día 3 de enero en La Romareda frente a la Real Sociedad, el primero de 2011 y ubicado ya de lleno en el periodo invernal de fichajes, momento que se antoja de nuevo crucial y decisivo para la salvación zaragocista de un nuevo descenso a Segunda División.

Cuanto antes pueda ir remodelándose el plantel, más tiempo de compenetración tendrá el cuerpo técnico y los propios futbolistas (los que queden y los que aterricen nuevos) para lograr ofrecer cuanto antes el mínimo de solvencia que va a requerir el nuevo milagro de huir de la cola de la clasificación por segunda campaña consecutiva a base de cambiar piezas sobre la marcha. Por eso, la semana que hoy concluye parecía propicia para iniciar el cambio de fachada del equipo y llegar al duelo ante la Real con opciones de presentar una nueva cara sobre el césped. Pero, evidentemente, la revolución comenzará con retraso.

Javier Aguirre, el entrenador 'flotador' llegado el 18 de noviembre para suplir al desbordado Gay, salió el domingo de Pamplona con el ánimo inyectado de optimismo porque había pasado su particular travesía del desierto -los cinco partidos previos a la llegada de nuevos futbolistas- y llegaba la fase de la cirugía estética radical en la plantilla que heredó. Quizá mañana, en la vuelta al trabajo, piense que necesita solicitar la ampliación de la tregua que pidió para esos cinco partidos (solo ha sumado 3 puntos en ellos). La revolución viene con un peligroso retardo.