REAL ZARAGOZA

La primera derrota

Gay dio descanso a varios titulares lo que, unido a las bajas, provocó un claro frenazo en la progresión del equipo. Bertolo debutó con ganas pero todavía muy desadaptado al juego zaragocista.

Bertolo, que debutó ayer con el Real Zaragoza, controla el balón.
La primera derrota
DIARIO DE AVISOS

En el sexto amistoso estival llegó la primera derrota del Real Zaragoza. El Tenerife de Segunda División se mostró superior a un equipo aragonés repleto de cambios y con demasiado cansancio acumulado en todos sus hombres.

De entrada, hay que remarcar que el de anoche fue el partido más áspero de lo que va de verano. Por momentos, ambos equipos parecieron estar disputándose tres valiosos puntos para la clasificación liguera. Patadas, entradas bruscas, algún que otro mal modo, discusiones y escaramuzas que enseguida obligaron al árbitro a activar un criterio alejado de los clásicos amistosos de guante blanco. Las tarjetas, claro, fueron apareciendo irremediablemente. Y en ese contexto, el que mejor parado salió fue el Tenerife gracias a su tempranero gol. Durante la primera parte, apenas hubo juego ligado. Demasiadas interrupciones, escasa continuidad.

El choque fue un ir y venir sin demasiado sentido táctico por parte de los dos bandos, que no paraban de perder la posesión del balón en acciones fáciles en la medular. Dentro de esos parámetros, los canarios fueron un poquito más clarividentes en el flujo del juego gracias, sobre todo, a la habilidad en el desborde de Omar tanto por la derecha como en alguna aparición por la izquierda. También destacó la omnipresencia de Ricardo en el medio campo y, por supuesto, el veneno rematador de Nino, el delantero que siempre aparece y que, por cierto, tanto daño hace históricamente al Real Zaragoza. Una vez más, suyo fue el gol que dio la victoria a los chicharreros. Esta vez aprovechó una pelota centrada a la espalda de los centrales zaragocistas tras un despeje errado y una salida de zona dubitativa y fusiló a Doblas sin oposición. Era el minuto 11 y el tanto dejó tocado a un Zaragoza experimental sin Diogo, ni Jarosik, ni Gabi (Gay les dio descanso ayer y los dejó en el banquillo de inicio), ni Herrera, ni Obradovic... Anoche, el equipo aragonés perdió el hilo de progresión que había seguido en los dos anteriores duelos frente a Osasuna y Wigan, algo que entraba dentro de lo esperado dadas las características de este partido.

Anoche no se tuvo el control del balón en ningún momento y se estuvo a merced del adversario casi siempre. Más de lo que a Gay le gusta, sin duda. Faltó toque, serenidad en la transición, calidad en la combinación. Bertolo, el debutante sobre el que estaban puestos todos los ojos, puso intención en sus acciones pero evidenció que está recién llegado y que le falta toda la adaptación del mundo. Edmilson y Kevin conformaron un doble pivote plano, sin el protagonismo necesario. Edu García, salvo un gambeteo en el área con inerte resultado, apenas apareció. Jorge López, que empezó de media punta y acabó en la banda, dejó algún detalle pero muy lejos del área. Suyo fue el primer disparo del Zaragoza en el lance, allá por el minuto 26, desde lejos para que atrapara el portero tinerfeñista. Gabi, cuando salió, no logró sintonizarse.

Arriba, Braulio fue una isla inconexa, sin suministro alguno. Solo en un córner ensayado, peinado por Goni en el primer palo, pudo marcar antes del intermedio, pero cabeceó alto. Ya en la segunda parte, en una acción de desahogo en medio del claro dominio canario, él mismo tuvo que inventarse una jugada individual con cuatro recortes antes de rematar también por encima del larguero. Gay probó por primera vez, tras el descanso, con dos delanteros en punta. Marco Pérez acompañó a Braulio pero, pese a que ambos buscaron desmarques y primeros toques en varias contras, no lograron ligar ninguna buena.

Atrás, la zaga estuvo en una línea aceptable ante un rival que tampoco dio trabajo de alto voltaje. Eso sí, en marrullerías, se corrió el riesgo de haber jugado muchos minutos en inferioridad. Contini, en su línea, entró siempre al límite. Y, tras el intermedio, Diogo pudo irse a la ducha nada más salir por un entradón a Omar, el mejor del partido, al que lesionó o obligó a ser sustituido. Doblas estuvo a buen nivel en un par de acciones de riesgo.

Los cambios múltiples volvieron a romper el ritmo en la recta final en la que el árbitro evitó el posible empate zaragocista al anular mal un gol a Pennant por un inexistente fuera de juego.