REAL ZARAGOZA

La larga espera de Gay

Arranca la semana en la que debe resolverse el futuro del entrenador del Real Zaragoza.

Roberto Cabellud, durante un entrenamiento con Gay y Nayim
La larga espera de Gay
TONI GALáN/A PHOTO AGENCY

José Aurelio Gay entra en la semana como entrenador, aún, del Real Zaragoza, pero se desconoce cómo saldrá de ella, si confirmado en el banquillo junto a sus colaboradores Nayim y Roberto Cabellud o despedido y con un agradecimiento por los servicios prestados bajo el brazo. Terminó la temporada con el objetivo de la salvación sellado e innegable, y el Real Zaragoza se encerró en los despachos.

Antes de adoptar cualquier medida sobre el futuro de Gay, desde el club, se ha priorizado en el tema económico, en el diseño de esa ingeniería financiera que sienta las bases del nuevo Zaragoza y sobre la que debe construirse el futuro proyecto deportivo. Todas las fórmulas, pautas y propósitos de ese plan de reestructuración ya han agotado los debates y, ahora, la cuestión del entrenador es la que reclama medidas, soluciones, nombres.

En teoría, entramos en la semana. Agapito Iglesias, en su desfile mediático y social de los últimos días, se ha encargado con discutible disimulo de esquivar el futuro de Gay y aplazarlo a esta semana. Continuamente. Su actitud desafina, pero no sorprende. Esas repetidas evasivas no deben descuidarse. Es un silencio con significado, ruidoso discurso mudo.

Desde que el Real Zaragoza ató la salvación en Xerez hace tres semanas, Gay ha quedado suspendido en el aire. Una primera reunión concertada pocos días después del partido contra el Villarreal fue aplazada. Gay, ante el vacío del club, se presentó a principios de la semana pasada delante de Agapito para forzar un encuentro. Se acordó negociar el asunto el pasado viernes. Pero, de nuevo, el club le hizo un requiebro a Gay. En este tiempo, el Zaragoza solo le ha concedido demoras, un fatigoso "vuelva usted mañana" que el entrenador asumió con una prudente calma inicial, que los continuos retrasos han contagiado de escepticismo.

Por mucho que Agapito haya concentrado el esfuerzo en el campo económico, anteponiéndolo a todas las decisiones deportivas, ligando el futuro de Gay a la necesidad de instaurar primero el nuevo modelo financiero del club; ambos aspectos, Gay y la realidad económica, parecen perfectamente independientes. Poco tienen que ver, a priori, una cosa con la otra, más si cabe cuando Gay compone la vía de menor coste, en el terreno económico y en el de las exigencias deportivas, cuestión, esta última, convertida desde hace unos meses en material delicado dentro del club cuando se habla de entrenadores y sus áreas de influencia. ¿Si la continuidad de Gay es indiscutible, por qué privarle de seguridad y retrasar una planificación?

Todo lo ocurrido con Gay en las últimas semanas, los silencios, las evasivas, se engloba dentro del desgaste que el entrenador ha sufrido en la esfera deportiva del club. La pérdida de apoyos de Gay en los despachos del Real Zaragoza se acentuó en el tramo final de la temporada, sin que la salvación ejerciera un efecto reparador. Apenas un tímido reconocimiento de Agapito en la reunión con las peñas figura entre las señales, si puede considerarse así, de confianza que le ha dedicado el club. Ningún signo más de certidumbre ni dosis de tranquilidad se le ha inyectado al entrenador. Más bien, todo lo contrario, formalismos y displicencia.

Esta falta de tacto no debería extrañar a Gay. Su situación actual se alimenta del mismo suspense que aquella vivida en enero. El Real Zaragoza le entregó la interinidad del banquillo mientras pegaba disparos al aire en el mercado de entrenadores. Solo la repentina negativa de Víctor Muñoz le permitió a Gay librarse de esa provisionalidad. No es muy diferente el escenario de estos días. El Real Zaragoza contacta con entrenadores, ofrece sus condiciones económicas posibles y jerarquiza alternativas, mientras Gay espera.

Agapito Iglesias y el resto del Real Zaragoza optan por enmudecer y aplazar. Otros clubes, en cambio, cierran sus banquillos y recompensan los méritos. Por ejemplo, Villarreal, Atlético de Madrid y Sevilla mudaron de entrenador a mitad de temporada, se fijaron objetivos y se cumplieron. Poco después, respectivamente, Juan Carlos Garrido, Quique Sánchez Flores, y Antonio Álvarez han sido renovados. ¿Le será suficiente a Gay con la salvación?