VUELTA A LOS PIRINEOS

Juicio rápido en Saint

Niemiec se viste de amarillo en la Vuelta a los Pirineos tras la etapa de ayer, en la que el primer objetivo consistió en sobrevivir.

El polaco Niemiec corona el Tourmalet.
Juicio rápido en Saint
M. A. A.

La comparación fue, tan recurrente como sencilla: la de ayer resultó una etapa infernal para el corredor, tanto que muchos la equipararon a las más usuales de montaña en el Tour de Francia. Podría parecer una exageración si se habla de una carrera en la que prácticamente la mitad de los equipos no son profesionales. Pero, visto el desarrollo y la dureza de su trazado, el símil no resultó irreal.


A los ciclistas de esta Vuelta a los Pirineos se les machacó ayer desde la misma salida. De nuevo, recorrido entre localidades francesas para abrir boca, esta vez con constantes subidas y bajadas. Las piernas sufrieron desde el principio. Pero el hambre de los corredores pudo con ello. No hubo que esperar a llegar al primer puerto para ver la primera escapada. De ella saldría el ganador. Hay que quitarse el sombrero con Przemyslaw Niemiec, corredor polaco del Miche -equipo italiano-. Partió de Pierrefite, donde se ubicó la línea de salida, y atacó antes de completar la primera vuelta a l circuito. Le siguieron catorce más. Al final, curzó la meta acompañado por un solo hombre, el belga Yannick Eussen.


Antes, lógicamente, hubo un costoso trabajo de campo. O de montaña, en este caso. Nada sencillo, por cierto, dada la dificultad de los puertos a superar. En primer lugar, el Tourmalet, el fuera de categoría, el puerto que no merece ser equiparado en su catalogación. Es único y, como tal, fue coronado por los escaladores. Acompañó la estampa: sol de justicia, ausencia de nubes y público, mucho público. Había allí turistas -la estatua del ciclista y la tienda de los cafés a 3,50 euros no daban abasto-, aficionados y, ante todo, amantes de la bicicleta.


La trepidante bajada dio cierto respiro a los ciclistas, que en el Tourmalet habían comenzado la primera estación de una penitencia mucho más compleja. Quedaba, primero, el Col d'Aspin, coronado desde la cara menos cruel. Y, para terminar, la subida a la estación de esquí de Saint Lary Pla d'Adet, a 1.700 metros de altura. Normal que el pelotón se desmigajase con facilidad, que solo acabase quedando un autobús en cola y una serie de grupúsculos repartidos por las carreteras francesas. Los ciclistas entraron a la meta solos, en parejas o, rizando el rizo, en tríos. Imperó la ley del más fuerte y, en solo una etapa, muchos corredores quedaron sentenciados. Hubo juicio rápido ayer en Saint Lary.


La caravana de la Vuelta a los Pirineos la abrió Niemiec. El polaco, que acumula maillots de tantos colores que podría enfundarse uno con el arcoiris, atacó a 300 metros de la línea de meta al único capaz de seguirle el ritmo, el joven de la selección belga Yannick Eussen. Fue una victoria sin discusión, con más de dos minutos de ventaja sobre el tercero, Florent Barle, y casi cuatro sobre el primero de los pequeños grupos que alcanzaron la meta.


El corredor del Miche eligió el amarillo para abandonar el podio (el idilio le duró poco al noruego Hegreberg) y hoy deberá defenderse de los ataques de sus rivales en la etapa que ingresa a la ronda pirenaica en suelo español.


Décimo feliz

El primer español en cruzar la meta fue el veterano Ibon Zugasti, décimo. Al ciclista del equipo navarro Azysa Ceyta Condor le sobra experiencia para batallar en etapas como la de ayer, en la que la supervivencia fue, para muchos, el primer objetivo del día. Ser décimo con la etiqueta de amateur en un pelotón donde los profesionales tienen más que peso no es sencillo. Por eso, a Zugasti le sobraban motivos para ser feliz ayer en la línea de meta. "Ha sido una etapa propia del Tour de Francia, matadora. He aguantado bien pese al nivel y el empuje del resto de rivales. Estoy muy contento", apuntaba.


También había cierta satisfacción en el CAI Club Ciclista Aragonés. Miguel Gómez cruzó la meta en el vigésimo quinto lugar. No están teniendo suerte, pero hoy correrán en casa.