REAL ZARAGOZA

Impotencia e incapacidad

El Real Zaragoza no dio la talla en el crucial partido de Valencia y cayó derrotado por un rival con las ideas mucho más claras

Cúanta razón tenía Manolo Villanova cuando advertía el pasado lunes, insistiendo una vez más en sus pronósticos, que todo el mundo se olvidase de la euforia post-Deportivo y que se mentalizase de que la situación del Real Zaragoza sigue siendo muy delicada. Viejo zorro, Villanova. Con un gran olfato futbolístico viendo lo que tiene entre manos.


Recordaba el veterano técnico que, tras dos buenos partidos del equipo a su llegada -Atlético y Villarreal- los jugadores se entregaron al conformismo y firmaron sendos desastres colectivos ante Valladolid y Betis que dieron con los huesos del Zaragoza en los puestos de descenso. "Esa experiencia me dice que las euforias son malas en estos momentos tan complicados", avisó Manolo.


Y, en efecto, el bajonazo que barruntaba Villanova llegó anoche en Mestalla. De nuevo, apareció el Zaragoza de fuera de casa. El blando, el desnortado, el indolente, el incosistente, el desdibujado, el inconexo, el vacío de contenidos, el que cabrea a la afición blanquilla a través de la televisión, el incapaz... así, hasta mil calificativos negativos que se ajustan perfectamente a lo que estamos viendo desde hace más de año y medio fuera de La Romareda con este perfil de jugadores que alguien trajo a la carta en tiempos pretéritos y que aquí ha dejado.


El Zaragoza tiró el partido a la basura en la primera mitad y, tras el descanso, no tuvo argumentos para rescatarlo del contenedor en ningún momento, a pesar de la histeria que agarrotó al Valencia en el último cuarto de hora. Los mejores jugadores azules anoche (con este uniforme gafe volvió a jugar ayer el cuadro blanquillo) fueron Zapater, Sergio Fernández, Celades, Milito, Matuzalem... es decir, los ausentes del once inicial. Y ya se sabe cuando los mejores son los que no están... ¡Qué desastre de primera parte jugó el equipo zaragocista en Mestalla! ¿Así se afronta un partido de este calibre, un asalto por la vida de tanto calado? A uno se le quedó escasa la aplicación de la mayor parte de los protagonistas, como por otra parte ya había sucedido en anteriores lances fuera de casa.


Sin duda, a Villanova le salió fatal su apuesta por el músculo. Este equipo hace días que no puede presumir ni de carácter rocoso, ni de toque, ni de nada de nada. Desde los tiempos de Víctor Fernández, el Zaragoza es algo amorfo, gaseoso, lleno de improvisación. Y anoche, a falta de solo 270 minutos para acabar la Liga y con el agua al cuello, se demostró que la cosa tiene mal arreglo, por no decir nulo, hasta que no haya una regeneración total en todos los ámbitos de la entidad que modifique el carácter actual de este grupo.


En tres cuartas partes del choque, el Zaragoza no vio el balón en ningún momento y fue borrado del juego por un voluntarioso Valencia que, desde el primer minuto, apoyado por su público, se volcó sobre el área de César en busca de los tres puntos que le asegurasen la permanencia en Primera División. Fue desesperante ver jugar al Zaragoza. Ni dos pases seguidos. Ni un desmarque en condiciones. Una máquina de perder pelotas en medio campo y la punta. Un coladero en ambos laterales de la defensa, especialmente en la derecha donde Diogo (acabó lesionado, roto sobre el campo durante 20 minutos) fue sobrepasado por Vicente y Villa de manera permanente.


A pesar de que la falta de acierto de Silva y el Guaje ex zaragocista (en tres claras ocasiones, una al palo) evitó una goleada que hubiera estado servida ya en los primeros 45 minutos, el Zaragoza (que arrancó la segunda mitad vivo y coleando), no tuvo reacción. No hubo gobierno en la medular, no se cuajó ni una sola acción digna de recordarse por las bandas. Y Oliveira y García arriba, vivieron como dos islas, solos como juncos en el agua. Ni la salida de Aimar, Matuzalem y Milito logró aportar un mínimo plus de esperanza para haber logrado el empate. La agonía va a ser larga.