AGAPITO IGLESIAS

"Es impensable que las cajas se nieguen a negociar la deuda"

El máximo accionista del club profundiza en las claves de su incipiente plan de reestructuración, critica el fracaso político en cuestiones fundamentales como el nuevo estadio y se compromete a limpiar el club de viejos vicios.

"Es impensable que las cajas  se nieguen a negociar la deuda"
"Es impensable que las cajas se nieguen a negociar la deuda"

Con el plan de reestructuración financiera ya en marcha, se abre un nuevo horizonte para el Real Zaragoza. Sin embargo, ese plan está sujeto a que determinadas entidades bancarias y la Hacienda Pública den luz verde a la renegociación de deudas contraídas. En la actualidad, la situación económica de muchas otras empresas es tan complicada como en el Real Zaragoza. ¿No cree que puede poner en un apuro a estos acreedores al caer en el agravio comparativo?

Yo no pido ningún tipo de medida blanda ni ningún trato de favor. La deuda con Hacienda no es nueva, se arrastra desde 1992. Cuando entré en el Real Zaragoza, este club fue de los primeros de España en estructurar esa deuda y abonarla. Parte de ella ya está pagada. Solo reclamo que me dejen un periodo de carencia en el que voy a pagar los intereses y a amortizar durante los años siguientes. En seis años, vamos a generar 75 millones, y eso supone unos impuestos que pagaré religiosamente. No sé si en Aragón hay muchas empresas que abonen impuestos de 75 millones de euros. Para las entidades bancarias o para Hacienda, sería mucho peor que el Real Zaragoza se acogiera a la ley concursal y no cobraran. Eso sí sería grave. Con el resto de acreedores, futbolistas, clubes y agentes de jugadores también estamos negociando pagos para los próximos seis años. Todo el mundo entra en la misma dinámica. A las cajas de ahorros les solicito lo mismo que cualquier ciudadano o empresa con deuda en la situación económica actual. Hasta ahora, en los últimos años, he amortizado deuda. Ahora, pido una carencia. Eso no significa que no vaya a pagar. Lo haré, pero deben ayudar al Zaragoza.


¿Ha expuesto ya a las cajas ese plan de viabilidad?

Sí, está presentado. Son ellas ahora las que deben apoyarlo. No lo digo porque esto sea fútbol, pero funciona como una hipoteca que no puedes pagar. La entidad financiera tiene dos soluciones: o ir a por lo que tú tienes o acceder a una carencia. Te da vida y le pagas cuando puedas. Consiste en acomodar la deuda a lo que se puede pagar. Hay una deuda financiera, otra con Hacienda y, luego, está la contraída conmigo. Yo la aguanto, e igual que yo me pongo en carencia, el resto (cajas y Hacienda) también se tienen que poner.


¿Cuánto le debe el Real Zaragoza a Agapito Iglesias?

Unos 10 millones de euros correspondientes a préstamos recientes. Aparte, están los avales y otras garantías adicionales para sujetar deudas. Antes de entrar en ley concursal, preferimos negociar las deudas. Para el Zaragoza, quizá lo más beneficioso sería entrar en ley concursal, por lo que el club correría el riesgo de desaparecer. Entonces, la carencia sería forzosa y, además, se necesitaría cita para cobrar. Nosotros no queremos llegar a eso.


¿Por qué?

No vamos a la ley concursal por principios. El Zaragoza posee un compromiso con sus acreedores y creo que con el nuevo plan de negocio la deuda puede abonarse a todo el mundo. ¿Por qué no agotar esta opción? Tardaré más o menos en pagar, pero en mis principios está pagar lo que debo. Es lo lógico. Tenemos que ajustarnos a unos ingresos, ser prudentes, fieles al plan de negocio, y generar el beneficio suficiente para acometer la deuda. Pero, para eso, necesitamos el compromiso de nuestros acreedores. Los clubes, los futbolistas, los agentes y Hacienda están mostrando una disposición a la carencia. Faltan las cajas, pero estamos trabajando en ello. No creo que las cajas de ahorro no se lo permitan al Zaragoza, algo que es de todos los aragoneses, y que será de 30.000 abonados-accionistas al mes que viene. De lo contrario, las cajas deberán provisionar la deuda y en los balances saldrá lo que tenga que salir. Si no, igual no la pueden cobrar. La única forma es apoyando nuestro plan de reestructuración.


¿Se ha fijado con las cajas un plazo concreto para solucionar esta renegociación de la deuda?

En principio, con las comas bien puestas, debe ser antes del 30 de junio. Toda nuestra deuda ha sido auditada por Deloitte. El club posee ingresos suficientes y también activos para pagarla: el edificio de las oficinas, los terrenos de la Ciudad Deportiva libres de cargas y una plantilla valorada por la LFP en 61 millones de euros. Y eso lo dice la LFP, que, por ejemplo, ha tasado a Ander en 4 millones y medio de euros. Pero eso es una estimación, porque ¿cuánto nos pueden pagar por él? También la licencia de jugar en Primera es otro activo. La Liga valora esa licencia en 45 millones de euros.


¿Existe un plan alternativo por si las cajas no le apoyan?

No debe haber problema. Los créditos vencen el 30 de diciembre, tenemos tiempo, pero el momento es ahora. No podemos exponernos a que un acreedor determinado nos obligue a ir a concurso. Puedes acogerte voluntariamente o que te lleven. Y antes de que nos lleven, iríamos nosotros. Pero no queremos hacer eso, no lo marcan los cánones de negocio de mi vida. ¿Cómo van a negarse las tres cajas de ahorro aragonesas a renegociar la deuda?


¿Es un órdago a estas entidades?

No es un órdago, es una realidad. El plan de negocio sigue unos requisitos, trata de adecuar la deuda a los ingresos. Sabemos cuánto debemos y a quién se lo debemos. Nuestra deuda es de 105 millones e ingresamos 40, pues gastaremos 30. Así vamos a pagar, porque nosotros queremos pagar. Y si el Zaragoza no cumple ese plan, yo me comprometo como Agapito Iglesias. Yo me hago cargo de llevarlo a cabo.

Se le observa seguro...

Cuando entré en el Real Zaragoza, había una carencia de créditos de la etapa de Alfonso Soláns de tres años. No se pagaban ni intereses ni se amortizaba. Desde que llegué yo, se ha amortizado. Es impensable que las cajas se nieguen a la carencia. Llevamos cinco meses negociando con clubes y gente, como el cuerpo técnico anterior, queremos que se sientan protegidos para cobrar lo que se les debe, y están mostrando su ayuda. Entre todos, llevaremos la nave a buen puerto, sin cometer los excesos de antes. Además, generamos beneficios para la ciudad y la región, proyectamos el nombre de Zaragoza y Aragón al exterior y eso tiene un valor. El zaragocismo es una familia: la afición, los jugadores, las entidades colaboradoras, los medios de comunicación, los accionistas, la estructura del club, la tierra y las instituciones. Todos debemos comprometernos. Si se rompe eso, mal.


Usted ha acumulado varios imprevistos durante su gestión. ¿Lo ha tenido en cuenta a la hora de proyectar su nuevo plan para el club?

Hasta ahora no hemos tenido más que trabas. Unas particulares y otras sobre el tema del campo de fútbol. Cuando entré en el Zaragoza, sabía que su deuda era recuperable. Había unos activos, como las oficinas, que se podían vender. Eso estaba aprobado, pero hemos estado cuatro años de pleitos y el edificio no se ha podido enajenar. De los 75-80 millones, la deuda la podríamos haber reducido a 35 millones. Parecido ocurre con el estadio.


¿Cómo valora lo ocurrido con el nuevo campo?

Sabíamos que se iba construir un campo de fútbol y dónde. Pero al día siguiente de que yo comprara las acciones del Real Zaragoza, curiosamente, se pararon las obras. Y no las paró el Zaragoza porque eso estaba aprobado, sino dos personas de un determinado partido político. Ese campo, que debería llevar dos años construido, iba a tener 12.000 metros cuadrados de superficie comercial que nos hubieran proporcionado una serie de ingresos. Esa era la fórmula para pagar la deuda. Hasta ahora, no ha habido ciertas facilidades por parte de quien sea, cada uno que lo juzgue. El Zaragoza siempre ha tenido interés y empeño en hacer las cosas mejor. Bajamos a Segunda y no se nos ayudó. Es más, los contratos que teníamos nos los redujeron cuando no podían hacerlo. No ha habido colaboración del gobierno regional, más que del gobierno, de su televisión. Cuando hay firmados unos compromisos, lo lógico es cumplirlos. Y eso lo hemos soportado. Ahora, puede ocurrirnos que las cajas pongan trabas. Pero creo que no, su voluntad es ayudar al Zaragoza igual que hacen con todos los ciudadanos o empresas.


Hasta ahora se ha conocido una gestión y una política presupuestaria expansiva. Ahora, se ha girado hacia el otro lado, se habla más bien de austeridad. ¿Cómo valora la credibilidad que se tenga desde fuera de su nuevo plan?

La realidad actual influye. Hace 5 años, un ciudadano tenía su vivienda y se compraba otra en la montaña y una más en la playa. Tenía todas las facilidades para ello. Esa era la realidad de España. Pero, cuando ha llegado la crisis, ese ciudadano se pregunta que para qué quiere un casa en la montaña, otra en la playa y un coche para la mujer. La crisis ha devuelto a la gente a la realidad. Ocurre lo mismo en el Zaragoza: ha vuelto a ser consecuente con la realidad. Si con nuestra deuda, el mercado fuera otro al actual, seguramente seguiríamos por el mismo camino. Hay que volver a la normalidad.


¿No cree que el fracaso en la gestión deportiva ha precipitado el deterioro económico e institucional?

Sí, pero ese deterioro también se ha producido por los compromisos que no se han cumplido. De todos modos, es cierto que dentro del club hay cosas que no se han hecho bien. El primer día que entré en el Zaragoza debí cortar todo lo que había dentro. Más que por malo, porque debí hacerlo. Intenté dar oportunidades, pero no es un problema de las personas, sino de ciertas inercias, usos y costumbres. Eso lo debería haber erradicado. Ese fue mi fallo, lo sé. Desde el pasado mes de diciembre, me he propuesto cortar ciertas cosas. De momento, lo importante era salvarse y desarrollar un organigrama y un régimen interno, una política de club. Prefiero no hablar de las personas que están dentro. Solo hablaré de funciones. Y, a partir de ahora, de la semana próxima, cada uno debe tener claro su papel, sus responsabilidades, dónde va a estar, dónde no y qué líneas puede sobrepasar. La casa no debe hacerse, está hecha, solo debemos saber cómo se cierran las puertas y se abren las ventanas. Primero debían quedar claras las funciones, luego vendrán otras cuestiones como la del entrenador.


Sin embargo, en todo proyecto fallido, hay unos responsables...

Aquí hay una persona que manda, aunque lo haga mal, que soy yo. Hay un organigrama y unas funciones claramente establecidas, y cuando se deban asumir responsabilidades, las asumirá el cargo correspondiente. Si alguien no cumple en su área, está fuera. El área deportiva debe construir un equipo para el club, no para el entrenador. Hasta ahora lo hemos hecho mal, pero eso debe cambiar. El año pasado los fichajes los decidía Marcelino. Él imponía. Fue un error no frenarlo, aunque pienso que la culpa fue de todos. Del primero, mía, y también de Bandrés, que era el presidente y debía haber puesto orden en la casa. Yo no traigo a Poschner porque me cabreo un día, sino para que ponga orden en casa. Que vendría Poschner lo sabía desde Marcelino a Antonio Prieto.


¿A qué se refiere?

No había ni orden ni comunicación en el club. A partir de ahora, eso va a cambiar. El orden va a estar por encima de las personas. Y quien no trabaje así, se irá a la calle. Ya sea sábado o domingo y seas el entrenador y tengas partido. Como ocurrió con Marcelino. Quienes estén dentro del club estarán sometidos a ese régimen interno. Los corrillos se han acabado. Y quien no funcione como deba, al día siguiente estará en la calle. De inmediato. También me lo aplico a mí, yo también debo trabajar así y ser responsable, sin puentear a nadie. Creo que es momento para dejar de lado los personalismos y hablar más del club, de los futbolistas y del zaragocismo. No decir lo que uno ha hecho o ha dejado de hacer.


Pero en la parcela deportiva nada cambia. No está decidido a cortar...

Debo organizar primero mi casa. Igual alguno se va, no quiero adelantar acontecimientos. Parece que estamos parados, pero cada uno en el club está trabajando en lo que tiene que trabajar.

Su discurso suena más a un intento de enterrar el pasado...

Es que si hablamos del pasado...