Hora de cerrar la operación salida en el Zaragoza

.Agapito tiene diez días para consumar indispensables operaciones de venta que no ha podido ejecutar durante los últimos tres meses. El presidente debe aliviar el volumen salarial del vestuario para que sea posible completar el cupo de fichajes en la línea delantera.

Agosto encara su recta final, apenas restan diez días para que el mercado de fichajes se clausure y, para Agapito Iglesias, llega el momento de la verdad en el proceso de confección definitiva de la plantilla del Real Zaragoza. El presidente, un año más, respondiendo a su particular manejo de los tiempos, ha dejado para las últimas fechas operaciones de gran importancia, tanto en lo económico como en lo deportivo. Todo lo que no se ha logrado hacer realidad durante 90 largos días de verano, toca plasmarlo en papel en menos de diez hojas de calendario.

Fundamental va a resultar el acierto negociador del accionista para poder rematar el capítulo de fichajes, con -al menos- las figuras del interior diestro mexicano Pablo Barrera y el delantero centro portugués Hugo Almeida como máximas aspiraciones del entrenador, Javier Aguirre, para poder armar un equipo competitivo.

Pero, pese a que los refuerzos que faltan por venir son de alta jerarquía en la pizarra del Vasco, la tarea de más envergadura que tiene por delante Agapito hasta el próximo día 31 es la de dar forma a la pretendida y fundamental (tanto en términos contables como deportivos) operación salida. «Ahora tenemos 21 jugadores. Estamos intentando hacer dos o tres incorporaciones más. Pero también es cierto que tiene que salir algún jugador del Zaragoza. Y ambas cuestiones tienen que ir unidas», declaró el presidente hace cuatro días.

Al Real Zaragoza concursal, una SAD ahogada por las deudas y bajo la lupa de tres administradores nombrados por la Juez de lo Mercantil en junio, le resulta imprescindible adelgazar el volumen de salarios del vestuario, mucho más ante la necesidad palmaria de fichar uno o dos delanteros de peso específico y un interior desequilibrante. Por eso, la intención de Agapito, desde que acabó la anterior Liga, ha sido intentar que salgan cuantos más futbolistas mejor de aquellos que fueron contratados antes de acogerse al concurso voluntario de acreedores.

Si hubiese sido posible prescindir de todos los 'antiguos' y hacer un equipo totalmente nuevo, esa habría sido la situación ideal según los criterios de Iglesias. «Todo el mundo está en el mercado», llegó a decir una semana después de obrar la salvación de categoría, mientras preparaba el concurso de acreedores. En pocos días, de aquellos que tenían aún contrato en vigor o de los que iban a quedar desligados del Zaragoza el 30 de junio, de aquí salieron mediante diferentes fórmulas Gabi, Ander Herrera, Marco Pérez, Diogo, Jarosik, Edmilson, Jorge López, Boutahar, Sinama-Pongolle, N'Daw y Bertolo. Y al eterno cedido De Barros, se le buscó, por cuarta vez, acomodo lejos de La Romareda. Solo se renovó, a la baja, a uno de los que acabaron el curso pasado: Lanzaro.

Del resto, hubo mucho tiempo, antes de iniciarse la pretemporada e, incluso, con ella comenzada, que piezas como Ponzio y Paredes parecieron tener un pie fuera del equipo (ahora, son los dos capitanes y es seguro que van a encarar su último año de contrato dentro de la plantilla). Apenas Pinter tenía el puesto asegurado un año más. De todos cuantos fueron advertidos -ellos y sus representantes- de que lo mejor sería su adiós al Zaragoza, solo Contini ha logrado hallar una oferta válida para todas las partes y se fue al Siena hace una semana. El canterano Goni es el segundo y último caso de abandono del grupo sobre la marcha, aunque en este caso las causas no son económicas y sí sólo deportivas.

Los demás implicados en la inconclusa operación salida aquí continúan. Sumando días y días de tensión, de caras largas, de incertidumbre soterrada. En medio de una partida de ajedrez entre sus representantes y Agapito que, por fuerza, habrá de concluir de una manera u otra dentro de diez días.

Un grupo muy delicado

Ese grupo de disimulados descontentos, de tensos futbolistas dentro de un vestuario sin cuajar todavía, lo componen Obradovic, Lafita, Uche, Leo Franco, Doblas y Braulio. A ellos hay que sumar a Laguardia, aunque como en el caso de Goni, la invitación a que busque acomodo en otros lares para progresar no se basa en el dinero, sino en la valoración de Aguirre.

Obradovic, por su condición de extracomunitario, sabe desde mayo que sobra. La esperada llegada de Barrera lo impulsa lejos de aquí, pero no quiere irse a cualquier precio. Lo mismo que ocurre con los demás afectados. Lafita, que acaba contrato en junio, no ha sido citado jamás para ampliar su compromiso y se ha sentido despedido antes de hora. Agapito quiere obtener 'cash' por el aragonés, pero por ahora no ha llegado una oferta que facilitara el anunciado adiós.

Uche, el jugador con más alto salario de la caseta (cerca de los dos millones de euros), tampoco ha querido irse dejándose un euro por el camino. Es legítimo. Braulio, cuya ficha supera los 1,2 millones, circula por el mismo camino. Y los porteros, Franco y Doblas, saben desde la llegada de Roberto que uno de los dos sobra. El argentino, por su altísimo sueldo, el segundo en cuantía tras Uche. Y el andaluz, porque, si Franco no se coloca (su avanzada edad le limita muchísimo el mercado), tiene mejor salida por su asequible ficha y sus pretendientes en Segunda División.

El reto está claro para Agapito: dentro de diez días, habrá tenido que dar salida a cinco de estos hombres para cumplir con las previsiones. Si así no fuera, la entrada de más fichajes corre serio peligro. Y ambas cosas son convenientes.