CICLISMO

Herrero saca chispas en Viana

Karpin-Galicia había mostrado sus colores desde hace días y la llegada del dueño a la carrera, el ex jugador Valeri Karpin, ha servido de revulsivo para una formación que está marcada por el espíritu de su director. David Herrero le daba el triunfo al equipo gallego en la meta de Viana y también le insuflaba vida a un equipo que no tiene asegurada su continuidad en un mundo que llora la situación en la que se encuentra, gime y vive, todo a partes iguales. Herrero, un licenciado en Químicas, de 27 años de edad, ha sido uno de esos corredores con un carácter indomable, altivo, tirado hacia delante al que le han pasado facturas no siempre justas y muchas de ellas impagables.


El corredor, nacido en el barrio bilbaíno de Rekalde, ha encontrado en su actual director, Álvaro Pino, un alter ego en el que poder reflejarse. El responsable deportivo del Karpin-Galicia fue un ciclista rocoso, peleón, con una voluntad férrea, poco amigo de seguir las consignas de ningún grupo. Y esa forma de correr la ha trasladado a los equipos en los que ha estado. Karpin-Galicia, la única formación Continental profesional que está en la prueba, ha estado presente en la Vuelta al País Vasco desde el primer momento.


Primero con ataques, Iban Mayoz, luego con presencia en las llegadas, Ezequiel Mosquera, hasta conseguir ganar la tercera etapa con uno de esos ciclistas que parecía predestinado a ser alguien en este mundo cambiante del ciclismo y al que diversas razones le han llevado a dar muchos tumbos. Herrero, demasiada planta para ser un buen ciclista, ha tenido que volver a sus orígenes, a los que le llevaron a ser una firme promesa en este deporte, lo que acabó por llevarle al equipo Euskaltel-Eskadi en 2003. Ha tenido que retroceder en el tiempo, a su época de aficionado, y recuperar en la carretera el trabajo con pulsómetro, las series, el control del tiempo. La palabra que definiría su trabajo no suena bien. Ha perdido cuatro kilos de peso y ha vuelto a ser competitivo.

La confianza de Pino


Una caída que tuvo el año pasado en la Vuelta a Murcia le dejó la rodilla tocada. Fue todo el año a remolque: "Álvaro Pino me dio mucha confianza, tranquilidad en momentos críticos en los que la necesitaba. Gracias a él y al equipo he vuelto a un nivel alto" decía un David Herrero que resolvía una etapa de consumo, controlada en todo momento por el equipo Astana.


Alberto Contador, el líder, viajó en una carroza de oro durante el trasladado entre Erandio y Viana. Dice que su equipo no está sufriendo un gran desgaste, que el trabajo que están haciendo va muy medido: "Mira, todo el peso de la etapa lo han llevado Yakovlev, Rubiera, Iglinskiy y Noval. Me siguen quedando corredores como Paulinho, Navarro y Horner para momentos más comprometidos" explicaba un líder al que nadie ataca y todos respetan.


Es cierto que no hay terreno para hacerlo, pero también que el conformismo s ha instalado en el pelotón. Contador ha roto muchas esperanzas, ha cercenado ilusiones por la forma en la que ha afrontado las dos primeras etapas. Si pretendía meter miedo al pelotón, se puede decir que lo ha conseguido. La llegada no era mala para él pero prefirió no correr ningún tipo de riesgos. Tenía mucho más que perder, una caída, que ganar puesto que aunque el terreno picaba hacia arriba, no era una dureza que pudiese traducirse en segundos. La Vuelta al País Vasco lleva dos días seguidos con el pelotón entrando junto.


Morris Possoni y Paul Martens fueron en esta ocasión quienes asumieron la responsabilidad de atacar. Costó treinta kilómetros que se hiciese la escapada. En cuanto el pelotón permitió la fuga, la carrera, la carretera vivió un monólogo. Llegaron a tener 6:05 de diferencia y Possoni, el más entero de esos dos hombres, aguantó hasta el kilómetro 174.


Decir que fueron líderes durante muchos kilómetros no conduce a nada. En este deporte, como en todos, cuenta el ganar, sacar rendimiento al trabajo que se realiza. Unos atacan a la desesperada, otros ganan gracias a ese tipo de ataques y todos conviven dentro de la jungla de un pelotón en el que no queda más remedio que llevarse de la mejor manera posible. Uno de los gremios menos cohesionado del deporte nos adormeció durante muchos kilómetros. Es el ciclismo que nos va a tocar vivir en las carreras por etapas. El ciclismo de ataque necesita que confluyan tantos astros que no es fácil que todos se unan a la vez. La Vuelta al País Vasco mantiene la tensión, pero está muy marcada.