REAL ZARAGOZA

Gay y Nayim, en capilla

Tras la inesperada eliminación copera, los apoyos al cuadro técnico dentro del club son cada vez más débiles.

Gay y Nayim, con gesto y rostro serio en la Ciudad Deportiva.
Gay y Nayim, en capilla
T. GALáN/APG

Como un rejonazo cruzado ha caído en el seno de la cúpula del Real Zaragoza la eliminación copera ante el Betis el pasado miércoles. A 24 horas para que llegue el siguiente partido del equipo ante el Sevilla -de nuevo ante la perpleja y paralizada afición de La Romareda-, Agapito Iglesias y sus colaboradores todavía no han hecho la digestión de este inesperado chasco. Un golpe seco que abolla la imagen de unos dirigentes que, durante todo el verano y en plena fase de restauración de la deteriorada fachada de la SAD, apostaron por llegar lejos en la Copa del Rey como objetivo ilusionante ante las asumidas dificultades que aguardaban en la Liga con un equipo de mínimos.


Gay y Nayim, el dúo que encabeza el área técnica desde mitad de diciembre del año pasado, han podido catar en las últimas horas el sabor del desconcierto interno y de la progresiva desconfianza hacia ellos que nace de cada uno de los despachos nobles de la entidad.


José Aurelio Gay, el entrenador que tan emocionado e ilusionado acabó el domingo pasado tras consumarse la épica primera victoria liguera del equipo ante el Mallorca, ha percibido cómo, en tan solo dos horas de nefasto juego ante los béticos, se venía abajo el crédito extra logrado frente a los isleños. Él ya se dio cuenta de lo que podía venírsele encima en el mismo momento de concluir el duelo del miércoles contra el Betis. "Hoy hemos perdido todo lo que ganamos el domingo contra el Mallorca", advirtió en la sala de prensa.


Ayer, sin entrenamiento oficial del equipo (Gay lo suspendió a causa de la fatiga y las molestias físicas que arrastran la mayoría de los futbolistas de la recortada plantilla de la que dispone), el preparador madrileño vivió un día de introspección. Ascetismo puro.


Gay y Nayim (quien ha dejado claro cien veces que su futuro va unido al del primer técnico pase lo que pase) están hoy en capilla. Preparando el partido de mañana ante el Sevilla a puerta cerrada con la conciencia clara de que, o repiten triunfo emulando lo hecho hace seis días ante el Mallorca, o sus horas estarán contadas al frente del vestuario blanquillo.


Cuando Gay, tras el 3-2 ante los mallorquines, creía que su crédito había ganado varios enteros en la bolsa de valores como responsable del vestuario zaragocista, nunca pensó que iba a producirse el batacazo en la Copa que ha hundido su cotización incluso por debajo de donde se ubicó antes de recibir a los baleares, choque que también afrontó con un ultimátum soterrado del enigmático Agapito.


El presidente no deja de recibir ofertas de posibles sustitutos. La falta de liquidez ha frenado sus intenciones más de una vez y, en sentido inverso, también ha ahuyentado de inmediato a más de un osado pretendiente a aterrizar aquí pensando que el Zaragoza es aún como en los viejos tiempos. Mañana, si el equipo aragonés no es capaz de doblegar al potente Sevilla, es posible que ni siquiera esa severa carencia de dinero en las arcas de la SAD obstaculice la consumación del ejercicio preferido durante el último cuatrienio por parte del directivo soriano: despedir entrenadores (Gay sería el sexto).


Gay y Nayim sienten en las últimas horas una sensación de progresiva impotencia. La escueta plantilla -mucho más con las lesiones que empiezan a acumularse- no ofrece mucha capacidad de maniobra. En dos meses y medio han probado con todo para intentar una resurrección. Y lo que va bien para una cosa, perjudica a otra. Lo que favorece a unos jugadores, disgusta a otros. La armonía, por rozamiento, va perdiendo fuerza. Mañana, por todo esto, se juega otro partido frontera. ¿El último?