automovilismo

Gasolina en las venas

Cinco pilotos aragoneses cuentan cómo logran mantenerse en la disputa de pruebas de primer nivel nacional e internacional. Su pasión ayuda a suplir los problemas económicos.

La gasolina corre por sus venas y por corazón llevan un motor. Sus cuerpos son máquinas vivas que mantienen un idilio con el polvo, las piedras, el barro, el asfalto, la arena... Espíritus inquietos con hambre de kilómetros. Apasionados de un deporte que da sentido a sus vidas. "Estamos atrapados", reconocen. Carmelo Callén, Joaquín Rodrigo, Emilio Eiroa, Diego Puyo y Javier Grasa ponen voz a un colectivo que ha encontrado en el automovilismo la realidad de un sueño que alimentaron desde siempre. La plasmación de un deseo que se cimentó en casa, y que ya ha dado el salto a la elite nacional e internacional en las distintas especialidades que enmarcan el calendario.

La afición toma cuerpo y se vuelve severa. No renuncian a nada. "Te enganchas al volante. No lo puedes evitar y quieres más", admite Joaquín Rodrigo. El Circuito Guadalope marcó el inicio de la historia de este veterano que recuerda con cariño su primer volante, un Seat 124 con el que se lanzó con determinación por el asfalto alcañizano con veinte años. Un trampolín para retos más ambiciosos. En 1986 debutó en la Copa Renault Iniciación y, desde entonces, ha mantenido una fidelidad con los Nacionales de Circuitos. Jarama, Montmeló, Jerez, Alcañiz... "Mónaco, Spa-Francorchamps, Donington Park, Monza, Norisring... ¡Eran buenos tiempos! -reconoce Rodrigo-. Durante tres campañas (1992/93/94) hice el Europeo Renault Clio, pero la vida es la que te marca el futuro. La familia, los hijos, los coches, la competición... Todo se pone más caro". La crisis se sortea con ingenio. El piloto del Automóvil Club Zaragoza hace "vida de circuito". Su medio de trabajo, el camión, es su segundo hogar con garaje y taller incorporado: "Hay que apurar costes si quiero seguir disfrutando...". Cheste levantó el telón de la Clio Cup en marzo, que continuó en Motorland y en el Jarama la semana pasada. La cuarta cita del Nacional para Joaquín Rodrigo es Albacete, en junio.

Para este mismo mes, Diego Puyo tendrá preparado su Seat León. Con él, el alcañizano ha embellecido su currículum deportivo, desde que hace nueve temporadas debutara en los circuitos en la Fórmula 3 España. Su arte en una especialidad exigente le llevó en 2009 a la cima al convertirse en el primer aragonés que participaba en una prueba del Mundial de Turismos. Con 25 años, Puyo intenta poner buena cara a la crisis que tiene en jaque a toda la sociedad y que también azota al mundo del motor en forma de escasez de patrocinios. "El año pasado no pude terminar la Eurocup Seat León porque no llegó el dinero. Este año habrá para tres carreras, y esto es muy frustrante. Me echa una mano Motorland, pero no llega para mucho", se sincera Puyo, que arrancó en Valencia con la Supercopa y acelera para llegar a Monza, primera cita de la Eurocup.

También para junio Carmelo Callén afina su Citroën C2 Proto con el que se ha estrenado en el Nacional de Rallys de Tierra. En 1994 fue descubierto gracias al programa de selección del Desafío Fiat de Jaime Balañá y, un año más tarde, compartió con Joaquín Rodrigo derrapajes en la Copa Clio, hasta que la mayor volantazo deportivo llegaría en 1997, cuando completó el Nacional de Rallys con un Fiat Cinquecento y en el equipo de Antonio Zanini. "Mi primera carrera en tierra fue en Playas de Mazarrón, Murcia, y con triunfo. No pude empezar mejor", evoca el piloto de La Puebla de Alfindén. Dieciséis años de experiencia en carreras sobre todas las superficies posibles: tierra, asfalto, circuitos y hielo. El destino le tenía preparado a Callén un reencuentro con el patrón que le abrió la puerta a la elite nacional de Rallys. "PCR Sport, con Zanini, nos ofreció la posibilidad de correr este año en el Nacional de Tierra con el C-2 que ya había pilotado Nani Roma. La escudería se ocupa de la asistencia, del mantenimiento... Solo tengo que llevar el casco y correr", señala Callén, que debutó en Riotinto (Huelva) el pasado mes con Raúl Vallespín de copiloto. "Es el proyecto más bonito que me han ofrecido. No puedo competir contra profesionales y presupuestos, así que trataré de disfrutar de la oportunidad y de hacer los mejores resultados posibles", relata el piloto, que gestiona con igual maestría los fogones del restaurante El Portal de La Puebla de Alfindén.

De la Baja al Dakar

La tradición automovilística en Aragón también se extiende a los Rallys Todo Terreno. Mariano Lacasa y Jaime Balañá abrieron el camino. Les siguieron una larga lista de pilotos, hijos de la Baja Aragón, que encontraron su hábitat en una competición para deportistas hechos de una pasta especial. Como los componentes del equipo Terra Motor, Emilio Eiroa y Alfonso Urroz, que no fallan a su cita anual con un campeonato que el año pasado les llevó al podio. A los mandos de un Mitsubishi Montero 3.200 V6, los zaragozanos aspiran al título de campeones en la categoría T2, coches de serie. Burgos fue la primera parada de los aragoneses que culminaron en una magnífica decimotercera posición. Pese a no completar todo el calendario, se muestran optimistas. "El presupuesto es el que marca el devenir", afirma Eiroa, que suple con su compañero las dificultades con grandes dosis de ánimo. "Llevamos muchos años y siempre partimos con mucha ilusión por hacerlo bien. Hay que agradecer a los patrocinadores que confían en nuestro proyecto", completa Eiroa, que ya prepara la cita estrella de julio: la Baja.

A esta carrera clave del Nacional tampoco faltará un clásico, el equipo Coviar Raid, que tuvo en enero su bautismo internacional con una carrera de proporciones mayúsculas. Una rotura de la culata terminó de forma precipitada con el sueño de los hermanos Grasa en el pasado Rally Dakar por tierras argentinas. Javier y Miguel, piloto y copiloto, vivieron cuatro días intensos que permanecerán para siempre en la memoria y en el corazón. Entraron a formar parte de la historia del automovilismo aragonés, aunque su Mitsubishi Montero DI-D no pudo regalarles una alegría. Ahora se embarcan en otro proyecto de calado: el Rally TT Vodafone Portimao-Estoril-Marrakech, puntuable para el Mundial de la especialidad (5 al 13 de junio). "La experiencia fue maravillosa, y disfrutamos muchísimo, mientras duró. Y queríamos sacarnos la espina con una prueba de gran nivel, con los equipos de elite y en el desierto, un escenario que nos encanta y conocemos bien", concluye Javier Grasa.