REAL ZARAGOZA

Fútbol de trinchera

Contracrónica Con el mejor Zaragoza del año en Mestalla, Gay ha cruzado su semana clave con cierto éxito: blindando el sistema, reflotando valores esenciales como la agresividad, la presión y con hilos de lógica en el juego.

Lanzaro exhibe su júbilo tras marcar en la portería correcta. Le acompañan  Gabi, Jarosik, Pinter, Jorge López y Ponzio.
Fútbol de trinchera
JOSé JORDáN/ AFP PHOTO

Al minuto diez, el Zaragoza abrasaba al Valencia con una oleada de presión irreconocible en un equipo que languidecía hace poco más de una semana. Un gol de Lanzaro y un abanico de ocasiones apetitosas fueron la proa en el partido del mejor Real Zaragoza de toda la temporada. Se descubrió en Mestalla y arrancó un empate que no corrige la estadística de nueve partidos sin ganar ni alivia los dolores de la clasificación, pero que reactiva el optimismo y reafirma la clara -aunque aún insuficiente- progresión del equipo. Solo el propio Zaragoza se privó de la victoria con un regalo al Valencia, un autogol de Lanzaro que abre una duda sobre si el central no comprendió el español de Doblas o el portero no se manejó con el italiano de Lanzaro. El resto, fue un partido que el Zaragoza tuvo bajo control, que interpretó a la perfección incluso con un hombre menos. Por un día, el equipo evidenció saber lo que quería, se le observaron unos modos y unas intenciones.


El cambio de sistema y la introducción por parte de Gay del 5-3-2 ha reflotado al equipo. Es evidente que el entrenador se acerca a la tecla idónea. Ha removido todo. Ha mezclado hombres, alterado posiciones individuales y, por último, redibujado el esquema en la semana en la que disparaba su última bala. La decisiva. El resultado ha sido esperanzador.


Gracias a esto, Gay dejó sentado al verdugo en Mestalla y se ha dado más vida en el banquillo. El técnico ha conseguido cruzar una semana sembrada de minas. Su puesto pendía de un hilo hace ocho días y ahora, aunque los resultados siguen enterrados, respira. Y la cuestión no era sencilla. Venía el todopoderoso Barcelona y su visita acabó como se esperaba, con una derrota, pero que fue menos dolorosa de lo temido. El Zaragoza, reconvertido de sistema, dejó ciertos detalles positivos que a Gay no se le escaparon.


Por eso, en el cruce de Copa del Rey ante el Betis, repitió propuesta e introdujo matices con el objetivo de redondear la metamorfosis. Tampoco los vaticinios sonreían entonces.


El Betis, líder incuestionable de Segunda División, abría sus puertas al colista de Primera. El Zaragoza se protegió y golpeó más tarde, con un gol de penalti que pudo no haber sido el único. Esa primera victoria en partido oficial dio vía libre a Gay para seguir con su plan de emergencia, su salvavidas. Y ayer en Mestalla repitió guión y pequeñas modificaciones. Apoyado por el gol inicial -la primera ventaja en Liga de toda la temporada-, el Zaragoza se liberó de tensiones. Jugó cómodo. Agazapado, esperando al rival y torpedeando a Banega y Mata, las dos clavijas principales del Valencias. Y tuvo sentido para atacar al galope.


Esta sutil mejora del Zaragoza se ha articulado gracias al cambio de esqueleto. El 5-3-2 nació ante el Barcelona, se confirmó contra el Betis y ganó crédito en Mestalla. Gay ha terminado pertrechando al equipo. Reforzando sus defensas. Tendiendo una madeja de alambre de espino. Le ha encontrado a cada jugador una función acorde a su fútbol. Sus paquidérmicos defensas los ha rodeado de miles de ayudas y los ha beneficiado con el cierre de espacios y la acumulación de hombres por dentro. Lanzaro, Jarosik y Contini son más centrales de anticipación que de persecución y lo han agradecido. El nuevo orden también ha soplado a favor de Gabi, mejorado en autonomía, o Lafita, esforzado y esencial como catapulta para el juego vertical.


Gay ha inspirado la progresión con ese juego miliciano que tan bien se apuntó en la primera mitad ante el Valencia, especialmente. El Zaragoza le ganó al rival palmo a palmo, pelota a pelota, pulso a pulso. Le levantó al Valencia todos los balones intermedios. Todas las pugnas. Con la bayoneta calada. Los jugadores también remaron, recuperando el carácter combatiente de la temporada pasada, agresivos, de pulmones inagotables, convencidos con la pelota y sin ella.


El Real Zaragoza se nota el pulso. Reacciona. Espera la victoria, quizá el paso que falte para acelerarse. Espera el Mallorca. Ese es el partido.